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    Ramón dejó su martillo a un lado y se alejó un poco para apreciar la nueva cuna que había armado y una vez satisfecho con el resultado, observó por la ventana, la cual ofrecía, una vista al típico campo japonés, con enormes arrozales y verdes montañas boscosas de fondo.

—Qué bonito es lo bonito.

Ramón palpó un par de veces el mueble que había armado, para asegurarse de que estuviera bien firme y a pesar de escuchar pasos a sus espaldas, continuó con la revisión.

—¿Qué es lo que haces?—escuchó decir a Miku a sus espaldas.

—Acabo de terminar esta cosa...

—Vaya, sirves para todo—Miku dejó una caja que estaba cargando en el suelo, y se agachó un poco para besar a Ramón en la mejilla.

—Te he dicho que no andes cargando cosas, le va a hacer daño a la niña.

—Qué daño le voy a hacer, si ya hasta di conciertos con ella. Será una niña fuerte, de eso estoy segura.

—Ahorita que lo dices... ¿Si anunciante tu retiro?

—No, qué va...—Miku recargó su peso sobre el hombro de Ramón—. Nuestro manager no me dejaría ir tan fácil. Por el momento, se supone que tengo una pierna rota, pero cuando me recupere, debo seguir dando conciertos, hasta los 20 años, por lo menos, pero no espero regresar después de parir. Supongo que me dejará alguna marca... ¿Y qué hay de ti? ¿Piensas retirarte ya del boxeo?

—Para nada...

Miku retrocedió de un salto.

—Pero dijiste que lo harías. Me lo habías prometido...

—Lo sé, pero pus déjame te explico. Desde que derroté a ese bastardo, me han ofrecido bastante dinero por más peleas. Imagínate que agarre un par de peleas más y ya con eso mantenemos a la niña por el resto de nuestras vidas. ¿No te parece una gran idea?

—Para nada, ya tenemos dinero suficiente, y si llega a faltarnos, no creo que te quedes sin empleo. Aunque si no quieres trabajar, lo haré yo. No sé hacer muchas cosas, pero...

—Ni tú ni mi hija van a trabajar, por eso, voy a pelear más...

—No seas así... Falta muy poco para que por fin los tres estemos juntos, ¿pero qué pasaría si en una de esas peleas mueres?

—Yo soy un hueso duro de roer, no te preocupes, cosa hermosa—Ramón se acercó para besar a Miku en la boca, y salió de la habitación para traer más cajas.

La peli azul se acercó a la ventana para apreciar el paisaje, y frotando su vientre hinchado, dijo:

—Tu padre es un bobo, pero como lo quiero...

A pesar de que la mudanza ya estaba bastante avanzada, ambos seguían pasando la noche en el pequeño departamento citadino de Miku y ella, dejándose consumir por el tiempo libre, había empezado a desarrollar sus habilidades como ama de casa. El único problema es que seguía siendo Miku, una idol demasiado famosa, por lo que, al salir de compras, seguía cubriéndose todo lo que podía.

Mientras trataba de escoger un pescado para la cena, Miku notó un extraño que ya había estado parado en el mismo lugar por un buen rato. Al principio no le había dado importancia, pero cuando pagó y continuó su camino, notó que este comenzó a seguirla.

Después de salir del área comercial, envalentonada, se giró y se topó con el extraño, el cual pensó que se asustaría al verse descubierto, pero de alguna manera, este sonrió y se acercó un poco más.

—De verdad eres tú, Hatsune Miku. Todos estábamos muy preocupados por ti.

—¿T-todos?—respondió la chica, incómoda y confundida.

—Sí, todos tus fans...

—A, ya veo. Eres uno de mis fans. Me alegra que me hayas reconocido, pero ahora no quiero...

—En todos los medios se dice que te lastimaste una pierna y que por eso has dejado de dar conciertos, pero yo no noto que estés lastimada...

—Claro que estoy lastimada, pero tengo que salir por algo de comida, ¿no? jeje...—Miku se agachó para frotar un poco su rodilla y después se giró, para alejarse cojeando—. Como me duele mi perna...

—A los fans no nos gusta que nos mientan. Gastamos mucho dinero, tiempo y pasión en ustedes y solo esperamos recibir entretenimiento y lealtad.

—Lo primero es fácil de dar, pero no sé si lo sepas, también soy una persona que tiene derecho a hacer lo que quiera. ¿Por qué te debería lealtad?

—Somos los que te mantenemos, sin tus fans, no serias nadie.

—Tal vez hace algunos años, pero ahora...

—¿Miku, este chico te está molestando?

De repente, una tercera voz se metió en la conversación. Ramón, todavía lleno de sudor por su trote diario, se acercó a la idol al verla de lejos y esta se recargó un poco en él.

—Este fan me reconoció y estábamos hablando un poco, ¿no es cierto?

El chico apretó los puños, pero la mirada seria del extranjero lo intimidó, por lo que solo pudo balbucear su respuesta.

—Conque los rumores son ciertos. La idol y el boxeador... No quedarás impune Miku, cuando todos se enteren...

—¿Cuándo se enteren, qué?—gruñó Ramón, por lo que el chico retrocedió y se perdió entre la multitud.

—Es por esto que ya me quiero ir. En el campo nadie me reconocería

—Ya falta poco—Ramón puso su mano sobre el estomagó de Miku y después la acercó un poco para darle un beso en la frente— Sabes que es lo que hacemos todavía en Tokio. ¿Qué harías si de repente viene la bebé en medio de la nada?

—Tienes razón...

—¿Y bien, que es lo que tienes ahí?

—¡La cena!—Miku sonrió forzosamente, mientras daba una última mirada hacia la multitud...

Hatsune Miku x Don Ramón - Duele el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora