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    Ramón caminó lentamente a las orillas de un campo de arroz, hasta que finalmente pudo divisar la silueta de su solitaria casa rodeada de frondosos árboles. En la lejanía, había luz saliendo de las ventanas de algunas casas, lo que le daba un aspecto aún más lúgubre a la suya.

Una vez frente a ella, tomó sus llaves y abrió la puerta lentamente, haciendo que las bisagras chirriaran e hicieran eco en el lugar. En el suelo todavía había algunas cajas, pero la mayoría de cosas ya estaban en su lugar. Los muebles habían acumulado algo de polvo durante la ausencia de la pareja y la televisión apagada reflejaba el desaliñado aspecto del boxeador. Miku había muerto hace unas horas, pero la casa daba la impresión de que lo había estado por décadas. Ramón, el cual estaba todavía en shock, pasó la mano por una mesita para comprobar la cantidad de suciedad acumulada, pero sus toscos dedos rozaron un marco, haciéndolo caer.

El estruendo de los vidrios al estrellarse lo sacó de sus más profundos pensamientos y la realidad le llegó de golpe. Atónito, miró la fotografía a través de los vidrios rotos, aquella fotografía de un cansado pero victorioso boxeador y aquella hermosa cantante.

Sus ojos se nublaron de lágrimas y sus puños, cargados de ira, comenzaron a atacar y destruir todo lo que estaba a su alcance.

—¡Me lleva el chanfle! Me lleva, me lleva, me lleva...

¿Qué sería de él y de su hija sin Miku? Aquella casa ya no sería un alegre refugio, ahora se había convertido en un mausoleo de su desgracia, todo por haberla abandonado para seguir luchando.

La fuerza de la ira se convirtió lentamente en la debilidad de la tristeza y el fiero pugilista, se convirtió en un sollozante ovillo, el cual tomó la foto con sus manos sangrantes y la apretó contra su herido pecho.

Hatsune Miku x Don Ramón - Duele el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora