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—¡¿Embarazada?!—gritó Rin, dejando caer un par de flores que llevaba en mano, para alegrar a su amiga.

Miku borró la sonrisa nerviosa de su rostro y se giró para mirar hacia la pared, evitando la mirada de su amiga. Ramón, el cual observaba todo desde la esquina de la habitación, hizo lo mismo cuando la rubia clavó su mirada en él.

—¿Cómo pudiste hacerte esto?—prosiguió la muchachita, acercándose lentamente a la cama—¿Qué es lo que dirá el manager si se entera? ¿Qué es lo que dirán tus fans, Miku?

—Nadie debe de enterarse. Esto solo es un pequeño accidente, un desliz.

—¿Un accidente? ¿Qué clase de accidente es quedar embarazada tan joven? ¡En la escuela te advierten sobre esto todo el tiempo! ¿Acaso no pones atención? Y sobre ti...—dijo señalando con su dedo tembloroso y sus ojos humedecidos al boxeador— Eres mayor que ella, ¿por qué no te hiciste responsable?

—Él no tiene la culpa...

—¡Claro que la tiene! ¿No has escuchado los peligros de estar embarazada a tu edad? ¿Qué es lo que le pesará a tu cuerpo? ¿A tu carrera? ¡Estás arruinada!

—Nada de eso, esto es una bendición, deberías...

—¡Eres una tonta!—Rin abrió la mano, visiblemente alterada, y abofeteo a la peli azul—Miku, tonta, tonta, tonta, tonta...

Frotando su mejilla adolorida con una mano, Miku puso la restante sobre cabecita rubia de su amiga, tratando de consolarla, ya que había empezado a sollozar.

—Esto no está bien, nada bien—siguió—¡Aborta!

El rostro de Miku pareció perder toda la sangre de repente y su semblante se ensombreció.

—No vuelvas a decir eso, por favor...

—Todavía estas a tiempo de arreglar este error...

Esta vez fue la mano de Miku la que se alzó e impactó en la mejilla de Rin.

—Tal vez sea un accidente, pero definitivamente no es un error...

Rin se levantó y se sobó la mejilla, realmente sorprendida, después, todo su rostro se enrojece y su ceño se frunció.

—Estás loca, Miku...

E indignada, salió de la habitación chirriando los dientes y enjuagando las lágrimas que escurrían en sus mejillas para este punto.

Hubo bastantes minutos donde ninguno de los dos dijo una palabra. Miku se escondió detrás de sus blancas sabanas e igualmente limpió un poco sus ojos humedecidos. Ramón, por su parte, sintió unas ganas inmensas de salir de la habitación y fumar una cajetilla entera de cigarros en la azotea del hospital, pero decidió quedarse con su chica. Se acercó lentamente hasta la cama y la se acurrucó a su lado.

—Me debes una explicación a mí también...

—¿Por qué?—dijo Miku descubriéndose—¿Acaso no recuerdas cuando hicimos a la niña?

—N-no me refiero a eso—respondió Ramón sonrojándose y dejando su sombrero azul sobre el regazo de su novia—. ¿Me refiero a por qué no habías dicho nada? ¿Te habías dado cuenta? La doctora dice que ya vas pa los 4 meses aproximadamente.

—Sabía que esto podía llegar a pasar...

—¿Y qué es lo que vamos a hacer con nuestras vidas y con nuestras carreras?

—Pues la doctora me dijo que podía volver a ensayar pronto. Y dice que no habría problema si tengo unos cuantos conciertos más con mi embarazo en secreto, tal vez a Chie le guste la música y sea una idol como yo cuando crezca. En cuento a ti, no creo que te afecte...

—¿Espera, dijiste Chie?

—¡Sí, ya he decidido su nombre! ¿No es lindo?

—Sí, supongo que sí...

—Y en cuanto a nuestras vidas, ¿qué es lo que podemos hacer para ser una familia por fin?

Los días pasaron y Miku, para sostener su farsa, regresó a ensayar diariamente como antes. Rin se comportaba algo más cortante y distante, no solo con Miku, si no, con todo el equipó, aunque, no había revelado el gran secreto, lo que Miku tomó como una prueba de amor que aún sentían ambas amigas una por otra. Ramón, por su parte, entrenó con normalidad y aún más motivado que otros días, ganó fácilmente algunas batallas que el manager, orgullosos, le daba.

Un día, durante la madrugada, la pareja apareció parada en su puerta, cargados con varias bolsas de frutas, huevos, leche y harina. Mucha harina...

—Deja abro...—Ramón abrió la puerta del departamento y se hizo a un lado para que Miku pasara, pero esta permaneció ahí de pie, y lo observó sin decir una sola palabra—¿Qué pasa o qué? ¿No vas a pasar?

—Hay algo que siempre quise hacer y ahora es mi oportunidad...

Momentos después, Ramón pasó con Miku en brazos por el marco de la puerta, y caminó hasta dejarla delicadamente sobre el sillón.

—¡Whaa! Se sintió como en las películas, querido—dijo Miku estirándose para plantar un beso en los labios del mexicano.

—Nunca creí que lo haría. Estoy contento, pero se siente raro...

—¿Por qué lo dices?

—Acabamos de cazarnos en secreto. ¿No crees que es lo suficientemente raro? Digo, no me imaginaba robándome a mi novia para llevármela al registro civil, como mi abuelo hace algunos ayeres, pero supongo que las tradiciones nunca mueren.

—Por eso me gustas, eres divertido—dijo Miku con una risilla—. ¿Sabes que otra tradición no debe faltar? ¡El pastel de bodas! Y ahora Miku Valdés va a hacerlo...

—No te he visto cocinar desde que llegué aquí...

—Eso no es impedimento. Tuve una sesión de fotos donde supuestamente era una pastelera—Miku caminó hasta la cocina de su departamento y sacó un delantal rosado con algunas fresas estampadas.

—No sé si cuente como experiencia, querida, pero sabes, yo sí he sido panadero, allá en mi natal Chihuahua.

—Siempre me cuentas sobre tus anteriores trabajos allá en México, pero a veces dudo si son verdad.

—¿Dudas de mí?

Ramón abrazó a Miku dulcemente por la cintura y le dio un beso en la mejilla, mientras esta sacaba un gran bol.

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—Una boda secreta, un embarazo repentino...—interrumpió Jirafales— hasta parece historia de telenovela.

—Lamentablemente sí. Una telenovela con un final malo como suele hacer televisa...

—Es verdad—dijo el profesor enrojeciendo ante el destino que le esperaba a aquella cantante japonesa— Y dígame, ¿cómo le fue con el pastel?

—Muy mal—Ramón rio— Ninguno de los dos sabía un pepino de repostería. Quedó duro e incomible. Incluso hasta guardé una rebanada, es la que uso para detener mi puerta...

Jirafales observó en dirección a una esquina del departamento, donde aquel pedazo antiguo de pan duro, servía de testigo mudo de la anécdota novelesca de Don Ramón. 

Hatsune Miku x Don Ramón - Duele el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora