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Una semana después.


Ya llevaba una semana trabajando en el colegio, cada día que ha pasado me he sentido como un pez en el agua, los niños se han adaptado a que sea su maestra, el dia de mañana es el dia del padre, o bueno, el dia en que los padres de los pequeños vienen a decir en que área trabajan, muchos de ellos están emocionados por traer sus papás al colegio. 

Lo que más me emociona es que todos tienen a sus papás con ellos, el domingo es el dia del padre y estaré lejos del mío, pensar en ello me pone un poco triste, pero se que mi papá estará bien junto a mi mamá y a Matteo. 

Justo ahora los pequeños terminaban sus dibujos, anoche me desvele un poco haciendo cada uno de esos dibujos para que ellos los colorearan, toda esta semana ha sido de evaluación, con esto he podido ver las fortalezas y debilidades de cada uno de ellos. 

Todos tienen sus puntos buenos y un poco malos, pero es cuestión de mejorarlos un poco. 

Erick es bastante bueno con el arte, es muy perfeccionista para la edad que tiene, hace todo con mucho cuidado, precisión y sobre todo, con calma. Es un niño bastante calmado, a pesar de que no pueda hablar, se ha podido comunicar con sus compañeros, incluso tiene una amiga, Maddie. 

Maddie es algo ruidosa, rie mucho y siempre esta encima de Erick preguntandole si tiene o necesita algo, de todos los pequeños Maddie es la más colaboradora y siempre está al pendiente de todos. 

—Ten —miré a Maddie que estaba sentada al lado de Erick—, es un bonito color, aunque a mi no me guste el rosa. 

Erick solo se encogió de hombros. 

Las clases de lengua de señas han avanzado un poco, para ellos es un poco complicado aprender eso siendo tan pequeños, así que me dedique a enseñarles solo lo básico, como el hola, gracias, por favor, entre otras cosas. Con eso puedo hacer sentir a Erick más cómodo. 

—¿Terminaron sus dibujos? 

—¡Si maestra Roxanne! —me tapé los oídos, Erick hizo lo mismo. 

Eso de gritar no se les quitará. Cada uno de ellos dejo el dibujo sobre mi escritorio, luego se fueron a sentar en sus respectivas sillas. 

—Vaya, todos están perfectos... Son todos unos artistas, dense un aplauso.. —sonreí. 

Cada uno empezó a aplaudir, luego el timbre sonó indicando de que era hora de la salida, los niños como de costumbre, ordenaban sus puestos y subían las sillas a las mesas. Cada uno de ellos se colocó su mochila y se formaron en una fila de dos, se colocaron las manos en los hombros para así, tomar distancia. 

Antes del Matrimonio. |Disponible en Booknet|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora