Roxanne sueña con encontrar el amor de su vida, pero su trabajo se lo impide. Soñadora, risueña y optimista, no pierde la esperanza de encontrar al hombre que sea merecedor de su corazón.
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Días después.
Habían transcurrido algunos días estando dentro de la casa de Maximilian, pero ya había que regresar a la escuela, todo estaba en orden con mis niños y pude continuar.
Maximilian y yo no hemos tenido mucho contacto estos días debido a su trabajo pero se toma el tiempo de llamarme o enviarme un mensaje, se podría decir que estamos en una relación o algo asi.
No iba a negarlo, el me gusta demasiado pero aún no me he atrevido a decírselo y todavía no sé por qué no lo he hecho.
Pero quiero hacerlo pronto.
—Hola —Julie se sentó a mi lado, estábamos en el receso— ¿Por qué tan pensativa?
—Me gusta alguien —le dije—, es un papa, el papá de uno de mis alumnos.
—No lo creo —susurro— ¿Y quién es?
—Maximilian Porter.
—¿El papá de Erick? —le asentí— No te juzgo, está bien guapo. Pero no entiendo tu dilema.
—Es algo complicado Julie —solté un suspiro— sabes que las personas no ven nada bueno por dónde sea, Max es un hombre con una reputación intachable, no quisiera que eso sea viera afectado en su trabajo.
—Eso suena un poco tonto... Yo creo que es por qué temes encariñarte con Erick.
—Yo creo que es eso —me sincere—. Es un niño demasiado dulce y tiene mi corazón, claro, todos mis niños son valiosos pero el.. Para mi es especial.
Este era uno de mis temores, encariñarme con uno de mis niños, pero la conexión que tengo con Erick es única y especial, no quisiera ir más lejos, pero creo que sería imposible, Yo adoro a ese niño.
—No te preocupes —me dió un pequeño empujón—, tú has lo que tienes que hacer, no estás haciendo nada malo Roxanne, tu eres una buena mujer.
—Gracias Julie —le sonreí— por cierto ¿Tienes novio?
—No, pero espero que pronto —sonrio con emoción—. Es médico también... Es divertido, carismático, amable y sobre todo apuesto —ambas reímos—. En cualquier momento lo conoces, llevamos poco tiempo saliendo.
—Se nota que te gusta.
—Bastante —volvió a sonreír—, oh nos vemos a la salida ¡A formar!
Me acerqué a los niños y comencé a ponerlos en fila para que entraramos al salón. Todos en fila empezaron a entrar, ya listos se lavaron sus manos y así seguí con la clase.
