médium ; gustavo cerati

ｖｅｉｎｔｉｓｉｅｔｅ

Gustavo

Estos días están siendo bastante intensos. Agradezco estar acá, en Buenos Aires, porque sería mucho más difícil asimilar los cambios que están pasando en mi vida si estuviera de gira. No soy de las personas que se quejan de que cuando le pasan cosas, pasan todas juntas. Al contrario: trato de aprovechar lo más que pueda para aprender de eso que sucede. Tampoco me gusta mirar hacia atrás. Hace algún tiempo aprendí que lo mejor es estar aquí y ahora, en el presente. Y eso es lo que hago todos los días, a cada momento. La vida es ahora; después el tiempo va poniendo todo en su lugar.
Sin embargo, pareciera que mi presente y mi pasado quieren juntarse. Y eso no me pesa pero sí me lleva a preguntarme muchas cosas. ¿Será que en realidad, todo esto que estoy sintiendo siempre estuvo ahí y decidí no darle bolilla?.

Una parte de mí tiene muchas ganas de disfrutar de todo lo que está pasando, de mi familia, mi novia, mi carrera. También existe otra parte que me pide algo de cautela y que no me apure. Y en esa dualidad es en la que me encuentro ahora. Tengo 47 años, y acá estoy, preguntándome qué hacer. ¿Realmente quiero volver con Soda?. No creo que sea el mejor momento, estoy muy conforme con Ahí Vamos. Mi energía está en ese disco. Desde que Daniel, el que supo ser manager de Soda por muchos años, me llamó para contarme que Charly y Zeta tienen ganas de volver, dije que no. No, ahora, hoy. Pero más adelante... Todo puede ser posible.

¿Para qué volveríamos? Definitivamente cortar con mi carrera solista no es una opción. No quiero volver a encasillarme en un grupo y sentir que no tengo la libertad creativa de hacer lo que realmente deseo. Justamente, nosotros nos separamos por eso. Fue uno de los tantos factores que contribuyeron a que tomara la decisión que tomé. Ese llamado me hizo preguntarme tantas cosas que en parte un poco lo estoy puteando a Daniel. En situaciones así, es inevitable no mirar hacia atrás y preguntarse qué hubiera pasado sí las cosas fueran distintas.

Que estemos viviendo juntos Maca me ayuda a correr la atención de esa situación y concentarme en lo que realmente me importa que es en lo que tenemos juntos, y dejar que todo lo otro que me preocupa decante solo. Es una situación más feliz, no porque necesariamente lo que tenga que ver con Soda Stereo sea triste o me genere incomodidad (si bien es cierto que me está movilizando mucho más que en estos últimos años) sino porque podemos estar más tiempo juntos, compartir más cosas que antes. Lo necesitaba.

Me costó mucho volver a confiar en el amor. Antes de conocerla ni siquiera me veía estando con alguien por un tiempo largo. Y justo en ese momento, apareció ella, en esa fiesta donde Lucía no me la quería presentar. No la podía dejar de mirar. Estaba tan linda como ahora que la tengo acá al lado: su pelo ondeado y castaño moviéndose por la brisa que entra por la ventana del auto. Su mirada tranquila que siempre me regala con una sonrisa que es la más linda de todas. La que me sostiene en todo este tsunami de emociones, mi cable a tierra, la primera en saber las cosas que me pasan es ella. Siempre está para escucharme y hacerme sentir mejor.
No en vano es la única que sabe sobre lo de Soda. Tenía que contárselo a alguien porque me iba volver loco, no puedo con todo esto solo. Hacerla cargar con ese secreto no está bueno, pero se lo tomó muy bien. Los que estuvimos en Soda sabemos que es lo que conlleva revivir toda esa época que fue tan importante. Y son muchas cosas. Demasiadas, diría yo.

—Gus, ¿en qué estás pensando?— preguntó. Su mano estaba apoyada sobre mi pierna derecha.

—Ya sabés en qué. — No quería sacar el tema otra vez. Desde que lo hablamos ayer de noche, no puedo dejar de pensar en eso.

—¿Qué te dije yo?. Tenés que darte tiempo. Lo mejor es que no hagas nada si dudás. Al menos, por ahora. —Me retó, cariñosamente. Obviamente, yo sé que tiene razón.— Igual, te entiendo. Yo también estaría así si estuviera en tu lugar.