diecinueve

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Macarena

Los cambios son difíciles para mí. Me cuesta muchísimo tomar decisiones, no tanto verme haciéndolos. Pero todo en la vida cambia, es así. Irme de la revista no fue fácil. Estuve pensándolo muchísimo tiempo, por que mas allá de los problemas que pudiera tener con el que fue mi jefe de redacción (Iván, no te quiero nada) amaba trabajar ahí. Agradezco tanto la oportunidad que me dieron de poder creer, aprender. Me tuvieron MUCHÍSIMA PACIENCIA, jajaja. Cuando recién empecé a trabajar con ellos me perseguía por cualquier cosa que pudieran llegar a decirme: quería estar segura de que estaba haciendo las cosas bien... Por suerte aprendí, y en estos dos años que pasaron esa sensación se fue muy de a poco y con el paso del tiempo pude sentirme más cómoda. Los problemas empezaron a ser otros, ya no tenían que ver con mis mambos sino con cómo ven a las mujeres que nos dedicamos a esto. Básicamente, y para no dar tanta vuelta: me cansé de que me vean como una pibita que está solo para cubrir esas cosas que a un medio le convienen, cosas que nada tienen que ver con lo que realmente quiero hacer. Cada vez que presenté una idea para una editorial me mandaban directamente a la parte de sociales, o en el peor de los casos, deportes. Y NO QUIERO HACER ESO, nunca lo quise. Al menos no por ahora.

Mas allá de todo esto, que mi primer trabajo haya sido en una de las salas de redacción más importantes de Argentina no es poca cosa. Pero bueno, todo tiene su final. Siempre supe que quedarme ahí era algo que no era para mí, mucho menos algo que quisiera que sucediera. Con ayuda de Gus, después de haberlo hablado muchísimo con él, me animé a mandar currículums a todos esos lugares que me parecían interesantes. Y uno de esos era Rolling Stone. Si lo hice, fue por que Gustavo literalmente me ataladró la cabeza para que lo hiciera. No estaba segura de que fuera una buena idea. Generalmente, para entrar a trabajar con ellos tenés que tener mucha experiencia en el campo que a mí mas me gusta pero que casi nunca me tocaba cubrir: recitales, moda, entrevistas mano a mano, es decir, lo que es "la impronta" de la revista. También sabía que son muy selectivos, por eso entrar es tan difícil.

Cuando recibí el mail de respuesta, no lo podía creer. Todo fue el mismo día de mi cumpleaños, así que digamos que no estaba preparada para recibir semejante noticia justo ese día. Apenas pude leerlo en la sala de redacción, medio  a escondidas para que nadie se enterara. Tuve que aguantarme gritar, reír, o cualquier otro signo que denotara emoción en mi para que nadie sospechara o llegara a pensar algo raro, y además, para que no me vieran como loca por ponerme a gritar como si nada. Dos semanas después tuve la entrevista con el jefe de redacción de La Nación y el de la Rolling. Tanto Gus como Lucía me habían dicho que eran amorosos y que lo único que tenía que hacer era ser yo misma. Y eso hice, aunque me puse muy nerviosa y hablé sin parar. Algo de mí les debe haber parecido interesante - por media hora estuvimos hablando de Woodstock, el rock de los 70 y lo mucho que amo a Charly García-, por que volvieron a llamarme. Es un nuevo comienzo para mí. Y espero que sea muy hermoso, de verdad. Estoy tan ansiosa por ver como es el lugar... Me desperté a las seis de la mañana de la manija que tengo encima.

Aproveché para dejar todo ordenado y en su lugar por si me tocaba volver tarde. Por lo que Alfredo (el jefe de RS) me había comentado, mis horarios serían bastante estables, por suerte. De paso, no viene mal arrancar el día temprano. A las diez de la mañana tengo que estar allá.

Tratando de no hacer mucho ruido, fui hasta la cocina. Me hice un café con leche y tostadas, algo bien rico y sano. Prendí la tele, más por inercia que por otra cosa. En mi recuerdo, ver la tele y desayunar era igual a prepararme para ir al colegio cuando era más chica. Y sigue siendo así, solo que tengo 15 años más y es mas que obvio que ya no voy al cole.

médium ; gustavo ceratiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora