♡La reina y el guardián♡

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☆36☆

Las horas luego de todo lo que les reveló Aria pasaron muy lento para todos, y aunque había llegado la noche, ninguna de las personas en la cabaña habían salido de sus habitaciones, excepto Christopher. Quién jamás se fue a la de él y se quedó reflexionando en la sala de estar.

-¿Cómo se encuentra, Cheery? ¿Ya se tranquilizó? -preguntó el príncipe a Danais, apenas la vió entrar a la sala de estar, pues la chica venía de los dormitorios.

-No se como considerar su estado si te soy sincera -contestó la chica, sentándose a su lado y luego suspiró- No ha dicho una sola palabra desde que la llevamos a su habitación, tampoco ha llorado, simplemente... permanece en silencio.

-Supongo que eso es malo.

-Ni idea, la verdad es que, yo tampoco se como reaccionar a que mi hermana y yo estamos involucradas en la profecía de Rainbow -comentó mirando hacía la nada -Quisiera enojarme, gritar, llorar, pero no se si eso cambie algo. Porque, al parecer, mis hermanos y yo estamos destinados a tener una vida de sufrimiento. Empezando por los padres tan malos que tenemos.

-Entiendo el sentimiento, Dan. Hasta hace unos meses mi padre me mantenia prisionero, luego los chicos me fueron a salvar y gracias a eso, me enteré que tenía poderes, de que era su líder y hasta de que tenía otro primo. Y para colmo, mis primos y yo también estamos involucrados en la profecía del Rainbow como si no fuera suficiente ya que tengamos como padres a Henry y Elian Black -se sinceró el chico, sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas -A veces me encantaría huir lejos de aquí y ser libre pero no puedo -rió sin ganas el pelinegro y en ese momento Danais lo recordó.

Christopher había sufrido demasiado, mucho más que ella.

Pues él había pasado toda su vida encerrado en un castillo, no había convivido con gente de su edad, no había ido a la escuela, ni al colegio y tampoco había ido a fiestas. Ella tampoco, pero sus amigas del colegio siempre le contaban como era ir a una fiesta y a ella le parecía divertido y creía que Chris merecía divertirse al menos una vez en su vida.

Al ver que Danais se mantenía en silencio y no decía nada, Christopher creyó que la había aburrido y se quedó callado.

-Perdón si te hice sentir incómoda, Dan. Volví la conversación hacia mi persona, en vez de consolarte -se disculpó.

-No, no, Chris. Está bien, siempre que hablamos soy solo yo la que se desahoga, mientras que tú también guardas cosas en tu corazón que necesitas sacar -le sonrió la chica, tomando su mano mientras lo miraba con esos ojos negros suyos que se le hacían tan familiares y que de cierta forma, lo hacían sentir seguro -Así que, siempre que te sientas mal y necesites alguien con quien hablar, ten en cuenta que yo siempre estaré aquí para tí.

-¿En serio?

-Hasta la pregunta ofende, claro que sí, Chris.

-Eres la mejor, Dan- Christopher la abrazó fuertemente, provocando que un escalofrío recorriera todo su cuerpo y su corazón se acelerará de manera anormal.

¿Por qué sentía que lo había abrazado antes? Era tan extraño lo que sentía siempre que estaba con Chris, pues cada mínima cosa que hacen juntos le parece muy familiar, como si la hubiesen hecho antes.

-No se porque razón pero contigo siento que puedo ser tan sincero. -confesó Chris con una sonrisa, separándose del abrazo que compartían- Siento que puedo contarte lo que me aqueja y lo que siento sin ningún filtro porque nunca me juzgarías. No se como explicarlo, es algo raro tomando en cuenta que apenas nos conocemos.

-Debe ser porque tengo un aura tan perfecta que te hace sentir así conmigo -sonrió, sintiéndose especial para Christopher.

-Supongo -le sonrió también -Por cierto, ¿puedo preguntarte algo?

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