Capítulo 2 Grace

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Habían pasado ya tres semanas, desde el comienzo del curso, y, Karma no dejaba de notar ciertos comportamientos extraños en la chica de purpurina. Por ejemplo, cuando hacían alguna pregunta en clase nunca levantaba la mano, y Karma era consciente de que sabía la mayoría de las respuestas, pues siempre aprobaba todos los exámenes con muy buena nota, y siempre llevaba los deberes. Otro claro ejemplo, es que siempre la veía salir con un libro al recreo, eso la desconcertaba bastante, era Luna: ¡tenía que tener amigos! Además, algo que la extrañaba mucho, es que, aunque no se hubiera fijado nunca hasta este año, no se saludaba con nadie de clase ni de las otras tres clases de tercero, y jamás la veía hablando con nadie. Sin embargo, tan rápido como aparecían esos extraños hechos, también se disolvían, igual de rápido, que se expande la arena de la playa con el viento. Además, ella no tenía por qué preocuparse por Luna. Ella tenía sus propios problemas.

Era el primer recreo, y se encontraba leyendo tranquilamente en su banco, cuando oyó unas molestas risitas agudas, levantó la vista, y se encontró con que Samanta, Abril y Grace se estaban riendo. Al verlas riendo, juntas a las tres, no pudo evitar sentirse triste, sobre todo mientras veía a Grace. Grace había llegado de Escocia cuando estaba en quinto de primaria. Verlas a las tres riendo juntas la había afectado. Pero no iba a demostrarlo. No podía. Y aunque las ganas de llorar eran inmensas, no podía hacerlo. No podía darle esa victoria, a la maldita vida, que día a día intentaba derrumbarla. Ella no lloraba. Nunca. Ni una sola lágrima. Así que, con la frente bien en alto, siguió leyendo. Ignorando esas agudas y molestas risas.

Lo que Karma no sabía era que Grace la había visto. Y se le habían ido por completo las ganas de reír. Aunque, siendo honesta, la risa proveniente de ella era falsa, no le había hecho gracia el chiste de Samanta. Pero tenía que reírse. Tenía que hacerlo. Aunque no le hiciera gracia. Hacía mucho que no reía de verdad. Grace quería llorar. Pero al igual que Karma no podía. Si lo hacía, Samanta y Abril la mirarían raro. Y no quería recibir más miradas extrañas. Ya había recibido muchas a lo largo de su vida. Y no aguantaría más. Ella no era tan fuerte como Karma.

Lo que ninguna de ellas sabía, era que cuando acabó la jornada escolar y cada una llegó a su casa, cada una cogió la pulsera que le había dado la otra.

Grace se tiró en la cama y se pasó todo el día llorando mientras abrazaba la pulsera. Ignorando los gritos de sus padres que le pedían que bajara a cenar. No podían sacarla de su habitación. Había puesto el pestillo.

Karma entró en su habitación y cerró de un portazo. Gritó como nunca lo había hecho antes. Se dejó el alma en ese grito. Le dio patadas y puñetazos a la almohada. Rompió todas las fotografías que tenía de Grace, hacía tiempo que pensaba en hacerlo, pero no se atrevía. Borró todas las fotos juntas que tenía en el teléfono. La bloqueó en whatsapp, aunque de todas formas ya no se hablaban. Pero, sin embargo, cuando encontró en su joyero la pulsera que le había dado hacía años e intentó tirarla por la ventana... no pudo. Algo le impidió poder tirarla. Volvió a ver la pulsera y la volvió a guardar en el joyero. Suspiró y miró a su alrededor. Tendría que ordenar su habitación o su padre la mataría cuando llegara. Por suerte, no llegaría hasta la noche. Tenía tiempo. Y con todo el dolor de su corazón, empezó a recoger. Pero no lloró. Ella ya no lloraba. Hubo una época en que lo hacía. Pero su cuerpo estaba en sequía. Había gastado todas sus lágrimas.











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