Capítulo 21 Me quiero ir a casa

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Hoy era Carnavales, y Luna estaba muy contenta. Al fin y al cabo, era una fiesta, tenía que pasárselo bien, ¿no? Al llegar a clase se enteraron de que el profesor de biología no había venido, por lo que tendrían la primera hora libre. Si no hubiera dejado deberes... Luna era de las pocas que se encontraban haciéndolos, los demás estaban hablando. Karma y Bianca se encontraban al fondo de la clase, Karma iba de Bellatrix y Bianca de Luna Lovegood. Luna iba de Hermione, como siempre. Delante de ella se encontraban una pandilla de australopitecos, pero los ignoró. Había colocado la varita de Hermione enfrente de su libro. Estaba haciendo un dibujo de una célula cuando de pronto sintió un movimiento brusco frente a ella, levantó un poco la cabeza y vio que la varita ya no estaba donde la había dejado. Al levantar más la cabeza, vio a Javier con la varita haciendo estupideces, y Luna, no pudo evitar ponerse nerviosa. ¡Histérica!

La vida le había enseñado que no podía fiarse de ese niño, porque, cuando menos te lo esperas, puede hacer un grupo de WhatsApp metiéndose contigo, como le había hecho a Luna en primero de la ESO. O cuando le había dicho a todos que seguro que dormía aún con peluches. O cuando había tirado "accidentalmente" una de sus pulseras a la basura. O simplemente todos los días cuando la llamaba "rarita".

—¿Qué haces con mi varita? ¡DEVUÉLVEMELA! —Javier giró la cabeza y al verla sonrió. Había conseguido justo lo que quería.

—Si la quieres, cógela —Javier se acercó a donde estaba Luna. Ella intentaba cogerla, pero él no hacía más que ponerla fuera de su alcance. Hasta que por fin se la dio.

—¡LA PRÓXIMA VEZ TE MATO! —Luna era consciente de que esa amenaza no se cumpliría, pero estaba desesperada.

—La próxima vez te la tiro por la ventana —y Luna no pudo aguantar más. Rompió. Lloró. Llevaba años intentando ser fuerte. Feliz. Pero no pudo seguir fingiendo. Hasta la mejor actriz puede salirse del papel. Karma y Bianca se acercaron a Luna al ver como lloraba. Pero Luna no paraba. La profesora que estaba de guardia se le acercó, pero no consiguió reconfortarla. Se pasó todo el recreo llorando. Había aguantado demasiado.

A tercera hora, en educación física, las lágrimas brotaban solas de sus ojos. Así que la profesora la llamó mientras dejaba a los demás en medio de un ejercicio y habló con ella. Cuando se lo contó la profesora llamó también a Javier, no sin antes decirle a Luna que no debería haberle dicho que la próxima lo mataba, que eso no se decía. Le echó una bronca al respecto. Y Luna no pudo evitar enfadarse un poco, o sea, que Javier podía molestarla todo lo que quisiera y solo se llevaría una bronca, la cual, por experiencia, Luna sabía que no surtiría efecto, pero si ella le contestaba, después de aguantar y callar durante años, ¿la mala era ella? Ella había soportado demasiado y él había molestado demasiado. Ella lo había ignorado y él le seguía molestando. ¿Acaso no contaban todas las veces que él la había molestado y los profesores no le habían dicho nada? ¿Acaso no contaban todas las veces que se había callado y no le había dicho nada?

Cuando la profesora de educación física llamó a Javier para que se acercara a donde estaban, Javier no tardó en decir que no se había metido con Luna, que simplemente no le gustaba Harry Potter y se había metido con Harry Potter, a lo que la profesora suspiró y rodó los ojos. Luna estaba indignada, claro, y si ella fuera de algo de Disney se metería con Disney, no hacía falta ser un genio para saberlo.

La profesora le dijo a Luna que le mandaría un mensaje a su tutora, Sofía. A la hora siguiente, toda la clase se dirigió al salón de actos, ya que habría un concurso de regueifas, (unas especies de canciones, que como en este caso estaban en Carnavales, hablarían de los Carnavales) y aunque no te presentaras tenías que estar ahí de público. Acababan de terminar los participantes de tercero cuando su tutora se le acercó. La llevó a una habitación y habló con ella. Consiguió tranquilizarla. Se había pasado todas las horas anteriores pensando que se quería ir a casa, y ahora ya no le apetecía. Karma era la que más se había sorprendido, no sabía que Luna supiera llorar. ¿Acaso Luna no estaba siempre sonriendo? ¿Acaso la vida de Luna no era perfecta? ¿Acaso no la conocía bien? ¿Acaso no sabía nada de Luna? ¿Acaso Luna también lloraba? ¿Acaso Luna era como ella? Luna también sufría. Porque nadie, por mucho que lo aparente, tiene una vida color rosa.

 Porque nadie, por mucho que lo aparente, tiene una vida color rosa

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