18. POENA CULLEI.

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—¿A Falco? ¿De qué estás hablando, Craso? —pregunta el general romano con interés.

—Lo que oyes, YiBo, atrapé a Falco cuando intentaba escapar —YiBo sonríe y se acerca a su capitán, lo toma del rostro y une sus frentes antes de soltarlo con fuerza —. Te dije que me amarías más que a Marcus.

YiBo toma asiento de nuevo y con mucho interés dice: —Cuéntamelo.

—Mantenía la casa de Falco y la de Tiberius vigiladas, eso sí, perdóname porque no pude capturar a Tiberius, el mal nacido es astuto, ni siquiera sabemos por dónde escapó, pero su casa ya está vacía.

—No te preocupes, con Falco es suficiente, al menos por el momento.

—Bien, el punto es que Falco empezó a mandar carretas llenas de sus cosas —Craso camina por la estancia haciéndose el intelectual mientras cuenta lo sucedido —. Entonces pensé que nuestro amigo deseaba mudarse, y como ya sabes cómo son los patricios, la avaricia suele jugar en su contra —Craso se ríe porque YiBo es un patricio y prácticamente está criticándolo en su cara y sigue vivo, sin embargo, Marcus aclara su garganta indicando que no vaya tan lejos, después de todo él también es un patricio.

—¿Tu punto es, Craso? —dice Marcus con ojos entrecerrados.

—El punto es que me dio tiempo de capturarlo, mi querido amigo.

—¿Y tenías que criticarnos —Marcus señala a YiBo y a sí mismo —, para llegar a tu punto mierda?

—Bueno, no es mi culpa que te sientas aludido —le dice Craso mientras se encoge de hombros y mira sus uñas.

Los romanos pudientes de la sala miran de manera intensa a Craso quien toma asiento y pone expresión de ¿Yo que dije?

—Discúlpalo, general —intercede Cayo —, Craso a veces no sabe que debe cerrar la boca y evitar ciertos comentarios.

—No importa, ¿Dónde tienes a Falco? —a YiBo le interesa más otra información.

Craso ríe de medio lado, niega despacio con su cabeza y habla: —No sabes cómo te va a encantar el lugar, YiBo.

Craso de verdad conoce muy bien a su general, porque cuando este le dijo el tipo de «prisión» donde mantenía a Falco, YiBo sonrió de medio lado, junto sus palmas moviéndolas en una clara señal de que va a disfrutar ver al senador metido en esa cloaca.

Una cloaca, es exactamente en donde tienen a Falco, el senador está sentado en una silla, sus manos fuertemente atadas y una bolsa de lino sobre su cabeza. Falco está desesperado, no sabe en dónde está, mueve su cabeza de un lado a otro en un intento por descifrar su ubicación, el olor es nauseabundo así que se hace una idea; sus nervios se alteran más al no escuchar nada, absolutamente nada, es como si estuviera solo en ese lugar, todo empeora cuando su cabeza se llena de ideas de lo que el general Lucius le hará; sabe que ha llegado su hora, nadie más se atrevería a secuestrarlo; ha hecho muchas cosas a muchas personas, sabe que tiene muchos enemigos, pero ninguno se atrevería a vengarse, excepto la familia Severus.

El sistema de desagüe de la ciudad de Roma consiste en una red de cloacas que recorre la urbe siguiendo el trazado de las calles de esta, el sistema conduce las aguas residuales de las viviendas y edificios públicos, e incluso las aguas lluvias a través de sumideros o tragantes y tuberías que desembocan en estas canalizaciones cerradas con losas de concreto, que muchas veces es el mismo pavimento de la calle; bajo la calzada hay canales con arcos de medio punto que conducen el agua hacia los ríos o campos cercanos.

Estos canales son lo suficientemente grandes como para que un hombre camine por ellos sin ningún problema, se podría decir que son una edificación subterránea, demostrando el alto desarrollo de Roma en cuanto a la construcción.

El General Extranjero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora