1. AMIGOS Y SIRVIENTES.

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YiBo tenía apenas seis años cuando su padre ordenó que debía empezar sus estudios y entrenamiento, su madre no estaba de acuerdo porque la verdad era apenas un niño, pero eran las órdenes del General y debían cumplirse, y para que no se sintiera solo también ordenó que Zhan asistiera junto a su hijo a recibir su adoctrinamiento, y a diferencia del malhumorado amo, Zhan de entonces nueve años se alegró de recibir sus clases.


En uno de sus regresos a su villa, Máximo se encontraba en la habitación que utilizaba como oficina, estaba firmando y revisando los documentos de adquisición de los últimos esclavos para trabajar en sus plantaciones cuando su esposa Gala entra.


—Máximo, llegas y ni siquiera saludas a tu hija —le reprocha su esposa.


—Llegue anoche muy tarde y me levante con el sol, no voy a despertarla —le dice sin despegar su vista de los documentos.


— ¿A tu hijo si lo has visto?


—Tampoco, así que no vayas por ahí. Cuando Lucia se levante me la envías para saludarla.


—Bien...


— ¿Cómo estuvo todo en mi ausencia? —le pregunta.


—Todo bien, Albinius sabe hacer su trabajo, no te equivocaste al elegirlo como capataz.


—Imagino que ya lo metiste en tu cama.


—Obviamente querido, y déjame decirte que también ahí sabe lo que hace —le dice su esposa con una desafiante pero divertida sonrisa.


—Por todos los dioses Gala ¿aún hay algún hombre en Roma que no te hayas tirado? —le pregunta más como un viejo amigo que como esposo, ya que desde hacía años se veían de esa manera.


—Por favor Máximo, no me juzgues solo porque tu no viste más allá de tu extranjera —su esposo la mira con expresión de disgusto —, ya, está bien dejo de hablar de ella, tranquilo —le dice mientras camina a la salida de la estancia, pero se detiene antes de atravesar la puerta y se gira para decirle a su esposo —. Por cierto ¿dejaras que vayamos al foro?


— ¿Alguna vez las he detenido?


—No... y no lo harás.


—Entonces ¿Por qué preguntas?


—Por cortesía —le responde sonriendo y está a punto de salir cuando Máximo la llama.


—Gala, espera...


—Dime —le dice acercándose nuevamente.


— ¿Cómo van las instrucciones de Lucia?


—Muy bien, Aurelia es de gran ayuda ¿Por qué? ¿Tienes miedo que sea cómo yo?


—Tan puta como tú sí, pero que sepa desenvolverse en una sociedad como la nuestra como tú, no.

El General Extranjero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora