La poderosa flota romana encalla en la costa sur de Britania.
El general ordena el desembarco. Los legionarios se ponen manos a la obra bajo la atenta mirada de sus oficiales y recibiendo órdenes a gritos de los centuriones.
YiBo mira con satisfacción la ciega obediencia de sus hombres. La disciplina es la clave del buen funcionamiento de la máquina de guerra que es el ejército romano, la base del poderío del imperio.
Nadie a parte de sus amigos se atreve a mantenerle la mirada al general y eso complace a YiBo. El orgullo y altivez de patricio fluye por las venas del general extranjero, sangre que hace que su corazón palpite más rápido de lo normal. Sensación extraña. No es como cuando está con Zhan, quien es el único ser que hace que el pulso de YiBo se acelere, y a diferencia de cómo se siente con su amante, la sensación a orillas de Britania no le agrada.
YiBo de pie aún sobre el barco mira hacia adelante, las tierras de Britania. Un bosque espeso. Siente un fuerte punzón en su estómago. Se gira un poco, lo suficiente para ver hacia atrás, ese vasto océano que se interpone entre él y su familia. Siente una angustia inexplicable junto a esos latidos que incluso hacen que sus oídos retumben. YiBo lleva la palma derecha sobre su pecho en un intento fallido por calmar la opresión que siente, pero sus dedos solo sienten ese relieve de oro en forma de león que adorna su armadura, se siente muy fría a pesar de estar bajo el sol. YiBo da respiraciones largas y profundas tratando de calmarse.
¿Está asustado?
¿Miedo?
Imposible. YiBo no recuerda haber estado asustado alguna vez en su vida. Ni siquiera durante las batallas. Nervioso, sí, pero nunca asustado.
Miedo, tampoco. Cuando Zhan ha estado en peligro lo que siente es rabia, irá desmesurada. YiBo no le teme a «nada» ni a nadie...
Al menos hasta el momento...
Los tribunos están nerviosos. No es normal ver a su general en ese estado... tan extraño...
Saben que el éxito de la campaña depende de las decisiones que tome el general y si este no está bien la vida de todo el ejercicio está en riesgo.
—¿Qué le pasa, Marcus? Desde que nos embarcamos el general actúa extraño —Cayo pone en palabras lo que todos piensan.
—No lo sé —dice Marcus con preocupación —. Nunca lo había visto así, tan...inquieto...
—Es una suerte que seamos los únicos que notamos ese extraño comportamiento —susurra Craso.
Los tres tribunos muy juntos observan a su general parado en lo alto de la popa. Hablan muy bajo, no pueden permitir que las dudas circulen entre las cohortes, eso desencadenaría en un motín.
Druso se acerca, golpea su pecho con el puño e informa. —Estamos listos, tribuno.
Marcus lo mira por un momento y le dice.—Bien, que se ordene la marcha y que la escolta del general se prepare.
Druso asiente, da el saludo militar y se retira. Marcus mira a YiBo de nuevo y lo llama:
—YiBo...
El viento salado acaricia el rostro de YiBo, cuyos ojos siguen fijos en el horizonte, su mente es un caos, le muestra cada rincón de su villa, y su corazón retumba con más fuerza cuando los rostros de cada una de las personas que ama aparecen en ese cielo límpido y azul.
Lucrecia.Quizás algo salió mal con el nacimiento de su hijo.
Máximo. Quizás su padre haya enfermado de nuevo. Desde que su madre murió la salud del cónsul decayó mucho.
![](https://img.wattpad.com/cover/251999671-288-k473217.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El General Extranjero.
FanficLa diferencia entre una República y un Imperio es la lealtad del ejército. Julio Cesar.