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<Megatronus>

La adrenalina disminuía a medida que pasaban los minutos. Escuchaba los gritos del público, así como los golpes contra el campo de fuerza y los objetos que lanzaban hacia el balcón del gobernador.

Observé la cabeza del behemot yaciendo en el suelo, sobre un charco de su propio energon, luego vi mis manos y antebrazos, manchados con el mismo. Los combates en los que participaba siempre eran mortales, pero en todas me había contenido, limitándome a tomar la victoria cuando los ópticos del oponente se habían apagado.

No sé como describir la ola de emociones que me invadió. Solo sentí ira, rabia, enojo. Sentimientos tan intensos que me impulsaron a levantar con mis brazos a esa bestia y estrellarla con fuerza contra el suelo, rompiéndole el cuello. Luego, simplemente, dejé salir todo lo que sentía. Naturalmente, no pensé en nada de lo que dije. Genuinamente estaba convencido por lo que dije, por eso me resultó tan fácil sacarlo.

Vi a Orion Pax sonriéndome mientras los demás abucheaban a Igor. Entendí por qué sonreía, pero yo no podía compartir su alegría. Aunque me regocijaba al ver que la gente comenzaba a revelarse, no podía apartar de mi mente todo lo que vivimos en Omega One.

Vi a jóvenes morir, jóvenes que deberían haber estado en la escuela, a femmes y mechs que seguramente eran padres, ser despedazados por insecticons. Vi a ancianos con los miembros desgarrados, ancianos que deberían haber estado descansando en lugar de perecer en una guerra. Sabía perfectamente a quién señalar como el culpable de todo ello.

Ciertamente, no era un pacifista, mi naturaleza como gladiador no me lo permitía. Pero no iba a utilizar a la gente, que confiaba en mí y se sentía segura a mi lado, como peones para atacar a los responsables de nuestros males. 

Y si llegaba el momento de hacerlo, yo mismo estaría al frente, dispuesto a recibir el primer golpe para que ellos pudieran reaccionar a tiempo.

<Narrador>

El gobernador e Igor salieron del área privada del Coliseo y se dirigieron apresuradamente hacia el despacho de este último. Ambos fueron escoltados por los guardias privados del lugar, cuyos salarios provenían del mismo bolsillo de Igor.

Apoyándose en su bastón en cada paso, debido a su malformación que lo condenaba a ser poco más que una cabeza con extremidades, Igor se apresuraba para llegar a su oficina, temeroso por lo que estaba sucediendo en las gradas del coliseo.

Una vez allí, ambos mechs entraron y cerraron la puerta tras ellos, dejando a los dos guardias afuera para vigilar. La oficina estaba desordenada, ya que Igor rara vez pasaba tiempo allí y las pocas veces que lo hacía, era para estar con "damas de compañía".

—Sabía que era una mala idea guardar cosas importantes aquí— comentó Igor mientras se dirigía hacia un mueble. Abrió la puerta y reveló una caja fuerte en su interior.

—Este lugar es un desastre. ¿Dónde tienes el comunicador?— preguntó, levantando los dpads y demás objetos que cubrían su escritorio.

—Debe estar por ahí— le respondió, mientras introducía la clave de su caja fuerte.

El gobernador, al no hallar nada en el escritorio, se agachó para mirar debajo de él, encontrando rastros de fluidos secos y manchas de otras sustancias en el suelo. Aunque le causó repulsión, logró localizar el comunicador, que colgaba del cable. Lo tomó y lo encendió, iniciando una llamada a Proteus. Mientras tanto, Igor sacaba bolsas llenas de créditos de su caja fuerte para llevárselas.

Proteus, en su oficina, habiendo despistado al General del Aire, se reunió con Bixpray y Crosscut para discutir la situación. Nexter no estuvo presente, ya que estaba ocupado preparando material para la Pursuit.

Transformers Prime: MegatronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora