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<Megatronus>

Todas las mañanas nos despertaban temprano, a eso de las seis de la mañana, sonaba una trompeta, nos formábamos todos aquellos que residíamos en las barracas a cantar el himno de Cybertron, mientras se izaba la bandera del Autobrand. Durante los primeros tres días de iniciada nuestra instrucción, todo fue ejercicios de acondicionamiento físico; correr, trotar, saltar, lanzar, eso era todo lo que hacíamos. Llegó un momento en el que pensábamos que iríamos a la guerra sin armas.

Pero en el cuarto día todo cambió, a partir de ahí iniciamos con la instrucción en el uso de armas, fusiles, rifles, armas de asalto, granadas, etc. Al cargar un arma, comprendí la importancia del entrenamiento físico, las armas eran pesadas, al disparar había que tener una firmeza considerable para apuntar y para resistir ante el retroceso de la misma, también era vital saber lanzar las granadas, un mal lanzamiento por falta o exceso de fuerza podía suponer fácilmente la muerte de uno de los nuestros, aunque al principio, como es obvio, no lanzábamos granadas de verdad, sino pedazos de escombro del tamaño de una granada, de hecho recuerdo un pequeño dialogo que tuvieron el instructor y uno del grupo respecto a esto último.

—Eh, señor, estas son piedras— dijo un tal Brawl, sosteniendo el susodicho material—¿Por qué lanzamos piedras en vez de granadas de verdad?

—¡Ja,ja, porque las granadas de verdad son valiosas! ¡De hecho, valen mucho más que usted! — le respondió el sargento con los brazos cruzados.

—¡Oh! Por supuesto, señor, disculpe el error— negó con la cabeza —Idiota— su insulto fue casi inaudible, excepto para mí.

Siguiendo con la instrucción. Los que podían volar, se les enseñó a realizar maniobras en el aire, a disparar en pleno vuelo y pusieron a prueba su precisión haciendo que cayeran en picado y soltaran paquetes que simulaban ser bombas en el último momento para después volver a elevarse. Yo, quien no tenía un modo alterno, fui relegado a ser soldado de infantería en tierra.

También nos dieron clases teóricas sobre las colmenas y los insecticons. La estructura era como un cilindro que se extendía por debajo de la tierra y arriba del todo había un domo con paneles hexagonales, en tanto a las criaturas en sí, eran tal y como las había descrito el anciano al que escuché una vez. Lo último que nos enseñaron fue el ensamblado de armas.

Por otro lado, tuvieron el gesto de reemplazar el parche que cubría la cuenca vacía de mi óptico y nos entregaron una pulidora, supongo que debo estar agradecido por eso. En cuanto a mi compañero de litera, quien después supe que se llamaba Soundwave, cuando le ofrecí la pulidora luego de usarla, él la cogió y la guardó en mi caja, indicando que le importaba poco o nada su apariencia. Él era muy extraño, durante las noches se levantaba y se paraba al lado de la litera y se quedaba ahí sin hacer nada, luego de un rato, se volvía a acostar. Desde que lo conocí, no pronunció palabra alguna, ni si quiera ante los superiores, quienes entraban en cólera cuando le hablaban y este no respondía. Durante los entrenamientos que constaban de duplas, no se juntaba con nadie y hacia los ejercicios él solo. Su forma de ser era intrigante.

En las vísperas del inicio del ataque, tuve sueños donde rememoraba el momento donde el capataz le daba los créditos al soldado que me escaneó y luego volteaba a verme con su sonrisa desquiciada, sonrisa que jamás voy a olvidar. Al despertar veía mis manos, gracias a ellas volvía a sentirme completo, pero, también eran las responsables de que estuviera aquí. Quería arrancármelas, hacerlas pedazos con lo que sea que encuentre para que me dejaran salir del campo de entrenamiento, prefería estar tirado en la calle que subirme a una nave que me llevaría a mi tumba.

La última noche antes de que seamos llevados a la luna, no podía parar de temblar, no podía dormir, pero no era el único, a donde sea que girara mi cabeza, todos estaban sufriendo un ataque de ansiedad, el estrés sobre nosotros era demasiado, incluso para el entusiasta, cuya designación era Firstshot, quien calmaba su inquietud limpiando una y otra vez su arma por la madrugada.

Transformers Prime: MegatronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora