Jeon se encuentra en el suelo con una expresión de abatimiento. El dolor perforador de la flecha le impide moverse, y le cuesta respirar. Pero tiene mayores preocupaciones. Desde el cielo puede sentir la mirada de decepción de su padre, y sabe de sobras lo que eso significa. 

No va a ayudarlo. No va a mover un dedo siquiera. Solo mirará por encima del hombro como la figura enclenque de su hijo se arrastra en busca de auxilio. Ni rastro del guerrero alado que está destinado a ser.

Al intentar levantarse, otra punzada aguda de dolor se manifiesta en su ala izquierda y ocasiona que suelte un quejido de dolor. ¿Qué se supone que debe hacer? Hace otro pequeño esfuerzo apretando los dientes y, poco a poco, consigue sentarse.

Mientras examina la herida, una sensación de negatividad abrumadora proveniendo de delante de él lo invade, y empieza a notar un leve olor a azufre. Poco a poco, al darse cuenta de lo que significa, el miedo empieza a entrar en él y un escalofrío le recorre el cuerpo. Un demonio. Mira hacia arriba lentamente, procurando no demostrar miedo ante su mirada sombría. Debe mantenerse en calma. Decide tomar unos segundos para observarlo.

El ser en cuestión es alto, de complexión delgada pero fuerte. Lleva traje negro, como la camisa de satén que se ciñe a sus puños y se abre nuevamente en la entrada de su cuello. Tiene un par de pantalones lisos y un gran abrigo de plumas negras sobre sus hombros. Esto llama particularmente la atención de Jeon, ya que los demonios no suelen llevar ese tipo de atuendos y mucho menos tener una apariencia tan humana. 

Su pelo azabache cae sobre su frente, casi tapando los ojos oscuros y fríos que lo miran con malicia. Una sonrisa siniestra decora su rostro, dejando ver un par de colmillos marmóreos que sobresalen un poco más que el resto de dientes y sus labios tan rojos como la sangre. Jeon intenta permanecer tranquilo. Como el demonio no dice nada, opta por mirarlo con expresión seria. 

"¿Quis es?" (¿Quién eres?) pregunta el arcángel intentando ocultar el dolor que siente en ese momento. El hombre ríe entre dientes con una carcajada que le hiela la sangre. 

"Ego sum Satanas, rex tenebrum, Quod nomen tibi est, angelum damnare?" (Soy Satán, rey de las tinieblas ¿como te llamas, maldito ángel?) Su voz es profunda, cruda y clara, tanto que consigue traerle incluso más temor al arcángel, que intenta no demostrarlo con todas sus fuerzas.

Jungkook, preso del repentino miedo causado, tardó unos cuantos minutos en responder. Pensando en una solución rápida, decide mentirle y así engañarlo "Soy un ángel guerrero". Satán lo observa. 

Tiene una ala herida, y la sangre mancha el suelo así como el plumaje blanco. Sintiendo un poco de empatía por el joven, decide liberarlo de su dolor y colocar su mano sobre la zona herida, así sellándola y haciendo que se recupere por completo. El arcángel mira el ala sorprendido.

  "Pero, ¿por qué?" Satán posa de nuevo su mirada en los ojos cristalinos del joven. Con una sonrisa, responde: "¿De verdad te atreves a cuestionar mis acciones?, ¿Acaso no eres consciente del poder que poseo? Yo podría destruirte con solo un chasquido. Nadie debería tomar ese riesgo, y mucho menos un maldito ser alado como tú" 

Jeon se levanta y asiente mientras mira al suelo. Sabe que no le conviene meterse en problemas. Poco rato después, alza el vuelo, dejando a Satán un poco dudoso de su decisión.

El rey del inframundo se retira de forma pacífica luego de haber sanado al joven ángel, caminando en dirección al campo de batalla con una sonrisa aun en su rostro. 

Al llegar a la zona de batalla, da un chasquido de dedos haciendo que todos sus súbditos y almas en desgracia se detengan inmediatamente. Tras una nueva órden, comienzan a retirarse del campo, pues el rey ha decidido detener la batalla.

Por ahora.

...

Jungkook, sintiéndose satisfecho luego de haber engañado a Satán pero extrañado por su acción, al llegar de nuevo a su zona de combate observa como todos los demonios comienzan a retirarse junto con Satán, haciendo una mueca de resignación, da la orden de regresar a su hogar, el cielo. Solo espera que su padre no sea muy duro con el, solo desea que su padre lo felicite por haber engañado a Satán para que no lo matara.

Al traspasar esas puertas doradas que ya conoce de memoria, siente una sensación extraña. Su ala, aunque está curada, le emite un muy leve ardor que antes no sentía. El arcángel opta por no preocuparse, ya que en ese momento tiene suficientes problemas con los que lidiar de por sí. 

Su padre, desde su trono, lo mira decepcionado y con una mueca de molestia en su rostro. Jungkook intenta pasar de largo con la esperanza de que no le dijera nada, pero la voz estruendosa y autoritaria de su padre lo detiene a medio camino.

"¡Jungkook!" El arcángel se gira sobresaltado. "Si, padre?" pregunta con la voz temblorosa.

Sabe perfectamente lo que le espera, y se estremece ante el simple hecho de que su padre, rey omnipotente de los cielos, lo haya visto caer al suelo y aceptar la ayuda del único rival que osa enfrentarse a él. "¿Puedes explicarme qué fué lo que haz hecho? primero te dejas derrumbar por un demonio y luego aceptas la ayuda de otro de ellos. ¿Acaso no entiendes lo que significa ser arcángel?" El joven permaneció en silencio con la cabeza baja. Un montón de pensamientos vuelan por el caos de su mente y no sabe cuál de ellos debería llevar la palabra. ¿Qué excusa tiene él?. Desde su trono, su padre frunce el ceño. 

"¿No piensas contestarme, hijo? Tu me debes una explicación. Parece que a veces no te acuerdas que te he criado y dado todo. Yo te otorgo el poder que tienes, yo soy el que tiene control sobre cada cosa que tienes que hacer. Tu único trabajo es obedecer, e incluso en eso eres malo. ¿De verdad no puedes hacer una sola cosa que tu padre te pida?, porque parece que no quieres ver feliz a tu padre y más te vale que nadie te haya visto a ti, el arcángel Jeon Jungkook, recibiendo ayuda de una escoria del inframundo. ¡¿Me escuchas?!" 

Nunca lo había visto tan enfadado. Su rostro, normalmente inexpresivo, parece a punto de estallar con ira. Se limita a asentir otra vez y murmurar una disculpa, mientras nota el peso de la decepción sobre sus espaldas. Aun así decide no decir nada, no quiere empeorar las cosas. Suficiente tiene ya con que supiera que era un demonio, no quiere que indague más en qué demonio en particular. Probablemente lo desterraría como mínimo castigo y Jeon Jungkook no quería terminar como Satán, desterrado, sin amor de nadie y siendo odiado por todos fuera de su círculo de oscuridad.

 La expresión de su padre se relaja levemente, dándole al arcángel una ligera sensación de alivio. "Hijo mío, tu sabes que yo te quiero. Solo trato de protegerte de caer en las manos de ese ser inmundo. Yo hago mucho por ti, desde siempre, y cumplir con tu deber es poco al lado de todo eso. Yo solo quiero lo mejor para ti." "Lo lamento mucho, no volverá a pasar" murmura Jeon. 

"Bien, bien. Puedes retirarte hijo" La tensión de su pecho se libera poco a poco mientras sigue caminando. Todo va a su favor ahora: él ha engañado al mismísimo rey del inframundo y no ha recibido consecuencias. Pero, algo no cuadra. Poco a poco, el dolor de su ala no se ha desvanecido, y se va agudizando gradualmente.

 Al mirarla, puede ver la herida volviéndose a abrir camino entre su piel, y la sangre comienza a manchar sus plumas.

 Al mirarla, puede ver la herida volviéndose a abrir camino entre su piel, y la sangre comienza a manchar sus plumas

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The Temptation - TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora