Una brisa fría se expande por el lugar mientras Jeon Jungkook cruza las puertas doradas del cielo. Para entonces, la multitud ya se ha disipado, dejando solo a la vista los destrozos causados por la lucha reciente, junto con algunos rastros de lo que solían ser sus soldados.

Ahora, sin la presencia de los conocidos que lloraban sus pérdidas, yacen inertes sobre el pavimento como un simple despojo de naturaleza muerta que no ha sido reclamada por nadie. Mientras cruza por el lúgubre paisaje, el arcángel mantiene en alerta sus sentidos. 

Desde que tiene uso de razón ha oído mil historias sobre los terribles sucesos que le pueden ocurrir a aquellos ángeles que se aventuran al inframundo sin precauciones, y sabe de sobras que en las retorcidas mentes de las criaturas que habitan en la oscuridad no hay un solo rincón para la misericordia.

Ese pensamiento le envía un escalofrío por la columna y le hace acelerar el paso inconscientemente.

Tras unos minutos, llega a una zona donde el bullicio todavía no se ha disipado, y se infiltra cautelosamente en el interior. Camina con dificultad entre la masa de entes que se agolpan a su alrededor dificultando el paso y haciendo que ocasionalmente pierda el equilibrio y choque contra alguno de esos demonios. 

Jeon mantiene la vista baja para no llamar la atención de nadie, ya que probablemente sus ojos lo delataban. Finalmente consigue zafarse del agarre de la multitud y salir hacia una zona menos concurrida, que lleva directa a las afueras del palacio.

Decide detenerse unos instantes en una zona oscura y poco concurrida donde nadie pueda verlo para respirar y calmar sus nervios y adrenalina. Apoyando su cuerpo en la pared a su lado se quita la capucha y observa a su alrededor. Todo parece drásticamente diferente a como el infierno dice en la tierra y en el cielo.

En el suelo no hay lava ni fuego; solo tierra y concreto en las calles. Y el cielo no es rojo ni con la silueta de horribles rostros retorciéndose de dolor; solo es un cielo oscuro y tranquilo, como si estuviera a punto de llover. 

Nada parece ser como se lo contaban desde pequeño. 

Los demonios se dedican a sus quehaceres ordinarios, algunos niños con cuernitos y alas corren y juegan libremente sobre el pavimento de las calles transitadas, en las que sus padres les mantienen un ojo echado mientras se ocupan de sus recados. Las figuras oscuras de los demonios parecen fusionarse con el paisaje lúgubre a la perfección, creando una pintoresca imagen de cotidianidad que asombra al arcángel. 

Al cabo de unos minutos, dispuesto a seguir con su cometido, Jeon se cubre nuevamente la cabeza con la capucha y emprende su paso hacia el gigante palacio camuflándose como una sombra entre los transeúntes.

Al llegar a los alrededores del palacio, toma unos minutos para inspeccionar el lugar: unas altas rejas rodean el enorme y lúgubre palacio en toda su intensidad, silbando de forma siniestra cuando el viento pasa entre sus barrotes oxidados. Tras una respiración profunda entra al castillo sin dudarlo dispuesto a hacer sentir orgulloso a su padre.

Mientras caminaba con rapidez por los pasillos del castillo notó lo solos que eran, las paredes se veían antiguas pero resistentes con algunas pinturas y estatuas decorando estas, ventanas grandes con cortinas de terciopelo color granate y el suelo adornado con una larga alfombra del mismo color. Jungkook salió de sus pensamientos a escuchar unas voces aproximarse a él, asustado, se escondió detrás de una gran columna y notando la llegada de dos guardias, aguantó la respiración y comenzó a escuchar la conversación que tenían entre ellos.

"Oye Hael, ¿no notas algo extraño en el ambiente? Juro que la siento aquí" el primer guardia habla mirando a sus alrededores con suspicacia. 

The Temptation - TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora