La noche era silenciosa, los primeros rayos de sol comenzaban a dejarse ver entre las copas de los árboles más lejanos. Todavía no era de día, pero el rocío ya adornaba con sus lágrimas las preciosas flores del jardín real. En la suave penumbra de la habitación, Satán se acercaba sigilosamente a la cama de Lucifer el cual se encontraba dormitando. Su respiración tranquila apenas perturbaba el aire.

Con cuidado, se sentó en el borde de la cama, sintiendo el suave roce de las sábanas bajo sus dedos mientras observaba el rostro sereno de Yoongi.

Con un suspiro, Taehyung comenzó a acariciar el cabello del contrario con delicadeza, sintiendo la textura deslizarse sobre sus dedos. En susurros apenas audibles Taehyung comenzó a hablar, sus cortas palabras cargadas de sinceridad poco propia de él.

"Lo lamento, príncipe" murmuró, su voz apenas un susurro en la quietud de la habitación. "No quise decir esas cosas, no soy bueno expresándome. No me queda de otra que disculparme así, no me has dejado siquiera acercarme a ti hoy"

El rostro de Yoon permaneció imperturbable, sus rasgos relajados en el sueño, pero Taehyung sabía que su corazón estaba herido por sus acciones. Continuó acariciando suavemente su cabello, deseando poder borrar todo el dolor que había causado con sus palabras y sus acciones.

Min Yoongi era su debilidad, y todos lo sabían.

Todos sabían que no importaba que tan cruel fuera el rey, con su príncipe siempre sería lo contrario.

Todos sabían que si Min Yoongi le pedía que asesinara a media población infernal, él lo haría sin dudarlo. Porque era petición de su príncipe.

Todos sabían que Kim Taehyung era capaz de cualquier cosa por Min Yoongi.

Con un suspiro resignado, Taehyung se inclinó hacia adelante y depositó un beso suave en la frente de Yoongi. Este, completamente atento a sus acciones, no movió ni un solo músculo. No se veía preparado para perdonarle. Pero el beso le hizo teñir de un rosa muy leve sus mejillas pálidas como la nieve.

Taehyung creyó verlo, pero prefirió no insistir. Se fué de la habitación con paso solemne, no sin antes depositar algo a los pies de la cama.

Una vez cerró la puerta y sus pasos se alejaron, el príncipe se incorporó y suspiró. Se sentía mal por él, pero no se sentía capaz de perdonarlo todavía. Pensaba que él era el único que no lo veía como una remera, sino como alguien especial.

Creía que era especial para él.

Lentamente alargó el brazo y se hizo con el objeto que Taehyung había depositado antes de irse.

Se lo llevó cerca y lo examinó.

Era un saquito de seda, cosido con hilo de oro. Tenía ilustraciones de flores bordadas a su alrededor. Si algo le encantaba, era la forma tan detallista que tenía el demonio de mostrar sus condolencias.

Lo abrió y vertió su contenido en la palma de su mano. Pero, en lugar de una joya pequeña o alguno de esos detalles que tanto amaba, una cascada de diminutas semillas se escurrieron entre sus dedos delgados y se esparcieron en su mayoría sobre la manta con la que estaba tapado. Sorprendido, las recogió con cuidado y las observó. Eran pequeñas, redondas y negras.

Eran de amapola.

Sonriendo con algo de tristeza, las guardó de nuevo en su recipiente. Satán sabía que amaba las amapolas. Fueron la primera flor que le entregó, incluso antes de las orquídeas. Pero jamás las había plantado, ya que no le permitía tal capricho.

El joven rey de las tinieblas siempre mantenía que su fácil conversión a productos opiáceos podrían plantar malas influencias en la mente de los sirvientes. Este detalle significaba mucho arrepentimiento de su parte.

The Temptation - TaekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora