Maddox
Como era de esperarse, Christian no apareció en todo el día. Por lo que, al caer la noche, me dirigí al único sitio del castillo en el que aun no entraba. El lugar que Christian utilizaba como celda personal para torturarse a sí mismo: su habitación. Estaba a pocos pasos de la mía, pero era tan silenciosa y siempre con la puerta cerrada que tal pareciera que no había nadie en su interior.
Sin embargo, cuando abrí la puerta, aunque al inicio el lugar lucía realmente desolado, fui capaz de detectar la pequeña figura que intentaba fusionarse entre las mantas de la cama. Completamente vestido de pies a cabeza, pero con su mirada perdida en la oscuridad que le rodeaba. Ni siquiera alzó la mirada cuando habló.
—Dije que no quería verte.
Su voz sonaba apagada. Era como un verdadero fantasma dentro de este castillo.
—Pues no me mires, pero vendrás conmigo.
Eso le hizo levantar la mirada, una mezcla de ira y confusión reinando en su azul mirada.
—No voy a salir de aquí, que parte de que me dejaras solo no escuchaste.
Su actitud hostil era fácil de detectar. Pudo haberse confundido con veneno para los oídos de cualquiera, pero, en el fondo, Christian solo intentaba mantenerse lejos. Lejos de todo lo que pudiera ocasionar que se abriese, de sus propios miedos. Ese saber fue el que me impulsó a adentrarme en la estancia y caminar hasta quedar sentado a su lado en el colchón. Las piernas de Christian de forma automática se apegaron más a su propio cuerpo, en un intento de alejarse de mí. Sin embargo, no iba a permitirlo. Estiré mi mano y con la punta de mis dedos capturé su mentón para alzar su rostro al mío, nuestros ojos mirándose fijamente. Sorpresa, fue la nueva emoción que reinó en la mirada del Dios.
—Tu punto quedó claro cuando decidiste comenzar a ignorarme, pero aquí está mi oferta. —Me acerco lo suficiente hasta que nuestros rostros están a escasos centímetros uno de otro, puedo incluso sentir su respiración entrecortándose—. Ven conmigo y si después quieres seguirme ignorando no te buscaré más; haré que esto sea con la misma idea de cuando me trajeron aquí: los dos juntos, pero sin tener que hablarnos. Sin embargo, primero tienes que pasar la noche conmigo donde yo elija.
—¿No tienes miedo del gran Dios malo? ¿No te preocupa que me aproveche de tu oferta y te engañe? ¿Qué intente hacer algo para salir huyendo de esta mierda?
Y, a pesar de todo el sarcasmo en la pregunta, noto que su curiosidad es seria. Como si cualquier otra persona hubiese asumido eso automáticamente. Ese filo de vulnerabilidad es el que me motiva a lanzarme hacia delante y capturar su boca con la mía. Christian al inicio se queda tieso por la sorpresa, pero sus labios no tardan en abrirse para mí; sus dedos se enredan en mi pelo y me acercan a él, su beso es tierno, pero a la vez lleno de necesidad. Es irónico como alguien que dice no sentir nada otorga tanta calidez en un simple beso.
Me separo poco a poco para poder mirarle los ojos cristalinos y las mejillas sonrojadas.
—Soy humano Christian, a cada segundo que pasa mi vida se acorta, la vida humana es demasiado fugaz para vivirla con miedo, así que suelo hacer lo que deseo y lo que quiero ahora es vengas conmigo.
Me pongo en pie y estiro la mano en dirección al Dios, con dudas y nervios. Sin saber si estirará su brazo para tomar mis dedos; no obstante, cuando pienso que solo volverá a ignorarme, se alza para agarrar mi mano con la suya. Antes de que pueda arrepentirse le estiro hacia mi y comenzamos a caminar.
—Para no gustarte los chicos me besas mucho —dice con sarcasmo.
—No me gustan los chicos, pero hay uno en particular que se ha empeñado por ser un dolor en el culo desde que lo conocí. —Giro un poco mi rostro para mirar sobre mi hombro—. Ese en particular me gusta un poco.
Christian aun me mira con sorpresa. Sin embargo, aun puedo sentir la cautela a su alrededor, como si esperase que le soltara en algún momento o que hiciera algo por lo que el debería de mantener sus alertas encendidas. Le llevo a la sala principal, donde un pequeño balcón da a la cascada y la chimenea siempre se encuentra encendida.
—Dame un segundo.
Suelto su mano y me dirijo a la chimenea buscando lo que Castiel me indicó.
—O sea, ¿tanta palabrería y solo me traes a sentarme a coger calor? —interroga el Dios con sarcasmo, pero le ignoro. Por fin veo lo que buscaba.
Una de las rocas en particular, tiene un pequeño tallado en forma de dragón, sus alas son abiertas y el fuego sale de su boca. Como el castillo es de Castiel no sorprendería que hubiese símbolos de dragones en cada habitación de este sitio, pero el sobrenatural me prometió que este era especial y que me daría lo que le pedí. Así que, sin pensarlo demasiado, aprieto el símbolo y pocos segundos después siento el chirrido de algo antiguo moverse.
Por el sonido diría que la puerta que se acaba de abrir cerca del balcón no suele ser muy utilizada. Da a unas oscuras escaleras y desde aquí puedo oler la humedad debido a la clausura y el agua de la cascada. A penas veo nada hacia abajo, por lo que saco mi teléfono móvil de uno de los bolsillos y enciendo la lámpara para mirar. Luego mi giro hacia Christian que me observa con los ojos abiertos de par en par.
—¿Qué...qué es eso?
—Digamos que vamos a tener una noche de libertad.
Niega con la cabeza, retrocediendo un paso.
—No puedo salir, la magia de Declan y Castiel me lo impiden, si intento pasar su barrera con mis poderes encerrados me debilitaré demasiado y me voy a desmayar. Va a doler como un infierno.
Luce alterado, nervioso; sin embargo, no es para menos. Por fin hay una salida, pero es una que le costaría demasiado cara. Aun así, yo, un completo desconocido, le estoy pudiendo que realice un salto de fe para mí.
—Le pedí a Declan que me dejara tener esta noche contigo fuera, la barrera la han puesto un poco más lejos para que seas capaz de caminar hasta la cascada.
—¿Por qué harías eso? —Parece demasiado nervioso, a punto de caer en alguna especie de crisis.
—Porque quiero que esto sea solo de nosotros, porque quiero hablar contigo, pero no en un sitio que te veas como prisionero. No quiero que te lastimes.
—¿Y qué mierda quieres?
Respondo sin dudar.
—Que confíes en mí. Mira Christian yo no soy ellos, no voy a darte la espalda; tu de verdad me gustas mocoso y estoy dispuesto a arriesgarme. La pregunta es ¿vienes conmigo?
Estiro mis manos y espero con calma. Christian necesita alguien que lo ponga primero, Que no le de la espalda y, por ridículo que sea, ese quiero ser yo. No importa que no me gusten las relaciones o que cuidar de alguien no me haya interesado desde hace mucho. Ahora estoy para él, no quiero dejarlo marchar y cuando el Dios laza la vista, sé que ha tomado una decisión.
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Pasiones Ocultas [#7 Pasiones-BL]
Romance«Si el amor fuese ciego solo nos enamoraríamos de la oscuridad» Beret. «Solo en la oscuridad puedes ver las estrellas» Martin Luther King