XV

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Después de aquel reposo intensivo me cuesta mucho quedarme acostada en la cama sin hacer nada. Quiero moverme, descubrir más sobre el Distrito 13 o ayudar a la causa contra el Capitolio.

Sin embargo, tengo que seguir sentada comiendome de panecillos de queso y viendo a Peeta dibujar, aunque estas semanas me he estado sintindo mal, con nauseas y mareos, lo hecho la culpa a los panes de Peeta en exceso, y todo lo que pasa en el pueblo, gente muriendose de hambre, personas siendo castigadas, hace que mi estomago quiera sacar mis panecillos de queso.

El invierno ya llega a su fin cuando empiezo a usar el pie. Mi madre me da ejercicios para hacer y me deja caminar sola un poco, aunque mas nauseas se conviertieron en vomitos, y mas cansacio fisico, mi madre es la unica que sabe de mi malestar.

Una noche me voy a dormir decidida a ir al pueblo al día siguiente, pero, cuando me despierto, descubro a Venia, Octavia y Flavius sonriéndome.

—¡Sorpresa! —gritan—. ¡Hemos llegado antes!

Después del latigazo en la cara, Haymitch pospuso su visita varios meses para que me curase. Aunque no los esperaba hasta dentro de otras tres semanas, intento parecer encantada de que por fin haya llegado el momento de mi sesión de fotos nupciales.

Mi madre colgó todos los vestidos para que estuviesen disponibles, pero, para ser sincera, no me he probado ni uno.

Después de los histerismos habituales sobre el deteriorado estado de mi belleza, los tres se ponen manos a la obra. Su mayor preocupación es mi cara, aunque creo que mi madre hizo un trabajo extraordinario, ya que sólo queda una franja rosa pálido que me recorre el pómulo. Y un plus que no me había dado cuenta hasta que uno de ellos me dijo "____ estas mas rellena, que vamos hacer con los vestidos que te prepara Cinna?" pero  no le di importancia.

El asunto del latigazo no es de dominio público, así que les digo que resbalé en el hielo y me corté. Entonces me doy cuenta de que fue la misma excusa que puse para la herida del pie, que me dará problemas cuando tenga que ponerme tacones. Sin embargo, Flavius, Octavia y Venia no son personas suspicaces, así que no hay problema.

Como tengo que estar sin vello unas horas, en vez de varias semanas, me afeitan en vez de hacerme la cera. A pesar de todo, tengo que meterme en una bañera llena de una sustancia desconocida, aunque no tan asquerosa como otras, y en un segundo pasan al cabello y el maquillaje.

El equipo, como siempre, tiene miles de noticias que contarme, y yo hago lo que puedo por desconectar hasta que Octavia hace una observación que me interesa. En realidad no es más que un comentario de pasada sobre la imposibilidad de conseguir gambas para una fiesta, pero me llama la atención.

—¿Y por qué no conseguiste las gambas? ¿Es que no es temporada? — le pregunto.

—Ay, _____, ¡llevamos semanas sin tener marisco! —exclama Octavia

—. Ya sabes, por los problemas con el tiempo en el Distrito 4.

Empiezo a darle vueltas a la cabeza: nada de marisco desde hace semanas; marisco del Distrito 4; la furia apenas contenida de la muchedumbre durante la Gira de la Victoria. Y, de repente, estoy convencida de que el Distrito 4 se ha rebelado.

Les pregunto como si nada sobre las demás dificultades que han tenido este invierno. No están acostumbrados a la escasez, así que cualquier pequeña interrupción del suministro tiene un gran impacto en sus vidas. Cuando terminan conmigo, lista para los vestidos, sus quejas sobre la falta de distintos productos (desde carne de cangrejo a chips musicales, pasando por lazos) ya me han informado sobre los distritos que quizá estén en plena rebelión.

El marisco del Distrito 4; los aparatos electrónicos del Distrito 3; y, por supuesto, las telas del Distrito 8. La idea de un levantamiento tan generalizado me hace temblar de miedo y emoción.

Mi salvación -Peeta MellarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora