XVII

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Me dedico en cuerpo y alma al entrenamiento. Como, vivo y respiro los ejercicios, simulacros, práctica de armas y clases sobre tácticas.

Algunos de nosotros pasamos a una clase adicional, lo que me da esperanzas de que me elijan para la batalla real. Los soldados lo llaman la Manzana, pero el tatuaje de mi brazo se refiere a él como C. C. S., siglas de Combate Callejero Simulado. En las profundidades del 13 han construido una manzana artificial de la ciudad del Capitolio. El instructor nos divide en pelotones de ocho e intentamos llevar a cabo misiones (asegurar una posición, destruir un objetivo o registrar una casa) como si de verdad nos abriéramos paso por el Capitolio. Todo está lleno de trampas, de modo que todo lo que pueda salir mal, sale mal.

Un paso en falso dispara una mina, un francotirador aparece en un tejado, se te encasquilla el arma, el llanto de un niño te conduce a una emboscada, el líder del pelotón (que no es más que una voz del programa) recibe fuego de mortero y tienes que decidir qué hacer sin órdenes... Parte de ti sabe que es falso y que no te van a matar. Si activas una mina terrestre oyes el estallido y tienes que fingir que caes muerto. Sin embargo, por otro lado, todo parece muy real: los soldados enemigos vestidos como agentes de la paz, la confusión de una bomba de humo... Incluso nos gasean.
Johanna y yo somos las únicas que nos ponemos las máscaras a tiempo. El resto del pelotón pierde la conciencia durante diez minutos. Y el gas,inofensivo, que respiré durante un segundo me provocó un dolor de cabeza criminal durante el resto del día.

Cressida y los suyos nos graban a Johanna y a mí en el campo de tiro. Sé que también filman a Gale, Peeta y Finnick. Es parte de una nueva serie de propos que muestra cómo se preparan los rebeldes para la invasión del Capitolio. En general, las cosas van bastante bien.

Cuando le pregunto a Plutarch el por que Peeta entrena, preocupada de lo que le pueda causar mentalmente, él me asegura que es para las cámaras. Tienen material de Annie casándose y de Johanna disparando, pero todo Panem se pregunta por Peeta. Necesitan saber que está luchando para los rebeldes, no para Snow, y quizá si consiguen un par de tomas de nosotros dos juntos, mas alla del baile que hicimos en el casamiento, asiento.

En mis escasos minutos libres, observo con ansiedad los preparativos para la invasión. Veo cómo organizan el equipo y las provisiones, y cómo eligen a los componentes de las divisiones. Se sabe cuándo alguien ha recibido sus órdenes porque lo pelan, la marca de los que van a la batalla. Se habla mucho de la ofensiva inicial, que consistirá en asegurar los túneles del tren que llegan hasta el Capitolio.

Unos días antes de que salgan las primeras tropas, York nos dice inesperadamente a Johanna y a mí que nos ha recomendado para hacer el examen y que debemos presentarnos de inmediato. Hay cuatro
partes: una pista de obstáculos que evalúa la condición física, un examen escrito de tácticas, una prueba de habilidad con las armas y una situación de combate simulado en la Manzana. Ni siquiera tengo
tiempo de ponerme nerviosa para las primeras tres partes, pero en la Manzana van con retraso por algún tipo de problema técnico que están resolviendo. Nos juntamos en un grupo e intercambiamos información. Por lo que sabemos, la cosa va así: entras solo; nunca se sabe qué te vas a encontrar; un chico dice, en voz baja, que ha oído que está diseñado para atacar a los puntos débiles de cada uno.

¿Mis puntos débiles? Es una puerta que no quiero ni abrir. Pero busco un lugar tranquilo e intento evaluar cuáles serán. La lista es tan larga que me deprime: falta de fuerza bruta,entrenamiento, y ser el Sinsajo tampoco parece una ventaja en una situación en la que hay que mezclarse con el grupo.

Podrían atacarme por muchos frentes.

A Johanna la llaman en tercer lugar, justo antes que a mí, y asiento con la cabeza para animarla. Ojalá
hubiera estado yo la primera de la lista, porque esto hace que piense demasiado en la situación. Cuando
me llaman, ya no sé ni qué estrategia seguir. Por suerte, una vez en la Manzana noto que entra en
acción lo que he aprendido. Es una emboscada. Los agentes de la paz aparecen casi al instante y tengo
que abrirme paso hasta el punto de encuentro para reunirme con el pelotón, que se ha desperdigado.

Mi salvación -Peeta MellarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora