Capítulo III

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Después la caída de Haymitch en televisión me hizo dar cuenta de que en ese momento, mi cuerpo estaba ahí pero no mi cabeza, por qué no recuerdo aquello.

-Su mentor tiene que aprender a comportarse en la televisión. -Comenta Effie disgustada.

-Estaba borracho. -Responde Peeta.

-Como siempre. -Respondo causando la risa de este, y que mi sonrisa crezca.

-Si, es raro que les parezca divertido a los dos. ¿Ya saben que él es su contacto con el mundo exterior? ¿El que les conseguirá alimentos, patrocinadores, los aconsejará? ¡El puede ser la diferencia entre la vida ya muerte!

En ese momento, como si lo hubiéramos llamado, Haymitch aparece tambaleándose.

-¿Me perdí los estúpidos videos?

-Sigan riéndose! -Se fue indignada pero nadie le dio importancia.

Aunque tiene razón, tenemos que llegar a un acuerdo que este sonrio en los momentos importantes.

Haymitch termina vomitando y cayendose arriba de su propia porquería, me causa ahorcadas así que miró para otro lado.

Peeta observa como intenta pararse y se para dispuesto ayudarlo, lo sigo.

Entre ambos lo cargamos y fuimos a la habitación de nuestro mentor, en cuanto lo metemos a la bañera (ahora lo se, gracias a Effie) y abrimos el grifo azul, ni siquiera se queja.

-Puedo seguir yo, así no tienes que verlo. -Dice y le agradezco con la mirada.

-Buenos noches Pet. -Le di un beso en la mejilla y caminé hacia mi habitación.

Cuando llegó, me acuesto y me pongo a pensar.

¿Peeta intentará matarme? El también tiene familia, el marece vivir.

Pero yo también lo merezco.

¿Sería capaz de matar al chico que con una sonrisa me tranquiliza?

¿Sería capaz de matar aquel chico que me apoyo en mis tiempos oscuros?

¿Aquel que me enseñó a usar la manga en pasteles?

¿Aquel que, con solo mirarme, me tiene a sus pies?

No, no sería capaz y eso es culpa de que estoy perdidamente enamorada de Peeta.

¿Pero el si seria capaz?

¿Será lenta o rápida, mi muerte?

Espero que rápida, así no sufro.

Pensé en mis padres, en como ahora estarán reunidos con la familia de Peeta, con dos asientos libres. Se que mi madre está devastada, solo espero que sea fuerte.

Pienso en Prim, en que no podía dejar que venga y no me reprochó lo que hice, fue lo correcto.

Comencé a sacarme el traje y me di el gusto de dormir en ropa interior, las sábanas eran suaves y el colchón era como una nube, no me costó demasiado tiempo dormirme.

...

—¡Arriba, arriba, arriba! ¡Va a ser un día muy, muy, muy importante!

Durante un instante intento imaginarme cómo será el interior de la cabeza de esta mujer. ¿Que es lo que piensa para despertar de esta forma? ¿Que sueña?

Me vuelvo a poner el traje que deje en el piso, no está sucio, solo arrugado.

Desarmo la trenza que me hice para dormir, dejando mis rulos más armados.

Me pregunto qué estilo me dará mi estilista, el districto 12 es minero, el carbón, no hay mucho para hacer.

Cuando entro en el vagón comedor, Effie Trinket se acerca a mí con una taza de café solo; está murmurando obscenidades entre dientes.

Mi salvación -Peeta MellarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora