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La noche llegó, y Alfa y Omega fueron a casa después de jugar un largo rato con los niños, se cambiaron de ropa, ahora KyungSoo había optado por una bata verde lima de algodón con encaje adornando por la parte inferior de la prenda que llegaba por debajo de la rodilla, de mangas cortas, con una bata del mismo color, pero de manga larga cubriéndolo hasta los tobillos.

—Le gustan mucho los niños, ¿Verdad? —Preguntó el Sacerdote viendo a JongIn servirse un tazón de cereal con leche y jalar el otro tazón.

—¿Quiere uno? — Pregunta sin mirar.

—¿Qué? —Exclamó KyungSoo sonrojado por la pregunta.

—¿Qué? —Contestó JongIn no entendiendo—¿Que si quiere un plato con cereal?

KyungSoo estaba demasiado sonrojado, no podía creer que confundió la pregunta.

—Ah si, por favor.

Ambos sentados en el comedor empezaron a cenar, cuando JongIn con mucha curiosidad preguntó.

—Padre Do, ¿A usted le gusta algún deporte?

—Si, me gusta el Boxeo, pero me inclino por el Karate, ¿A usted le gusta algún deporte? — Preguntó interesado en saber.

—¡A mí también me gusta el Karate! ¡En el ejército nuestro General nos ha enseñado, sería bueno que practiquemos!

—Me parece que declinaré a su generosa oferta, me ha dolido un poco la espalda—Se excusó mirando al Alfa hacer una cara de preocupación.

—¿Quiere que le talle la espalda? Mi abuela dice que mis manos son mágicas—Comentó viendo como el Omega hacia una pequeña sonrisa por el ofrecimiento.

—No gracias, pero espero conocer algún día a su abuela, debe ser una buena mujer.

—Y lo es. Es una mujer muy divertida, seguro se llevarían muy bien, ¿Usted es originario de Londres? — La duda del origen del Padre Do lo hace preguntar.

—No, nací en Goyang, Provincia de Gyeonggi, Corea del Sur. Pero, con mi madre y mi padre nos mudamos aquí hace unos años. Recuerdo tener diecisiete cuando me mudé, ¿De dónde es usted originario? —Recordó a una versión más joven de sí mismo viajando por barco observando el extenso mar.

—De Corea del Sur también, aunque nací más específicamente en Suncheon, pero al poco tiempo de nacer nos mudamos a Seúl. Luego mi familia y yo emigramos de Corea hacia Londres, también, tenía dieciséis cuando llegué—Platicó con algo de nostalgia recordando también como fue cuando llegó al norte del continente.

—Valla parece que tenemos historias similares—Una canción en la radio estaba sonando, muy suave que no presto atención cuando JongIn se paró de la mesa y extendió su mano a su dirección.

—¿Bailaría está pieza de baile conmigo? —Preguntó el Alfa viendo los ojos miel del Clérigo mirarle incrédulos, pero luego suavizarse.

—Sería un gusto—KyungSoo se permitió tener esa libertad de bailar una pieza, puso su mano sobre la mano del moreno dándose cuenta de que era un poco más pequeña que la del contrario.

Su cuerpo se tensó cuando sintió una mano en su cintura, agachó la cabeza viendo la mano del Alfa sobre esa área de su cuerpo, no quería ponerse nervioso, pero el toque sobre su cuerpo lo estaba provocando.

Empezaron a moverse al compás de la música perdiéndose en la melodía mientras se miraban entre tímidos y divertidos por el momento que compartían.

—No sabía que podía bailar así—Comentó JongIn levemente sorprendido.

—Mi madre me enseñó a bailar, parece que lo que uno aprende bien nunca se olvida. — Las clases de baile con su madre al parecer habían funcionado, recordó las largas horas en la que su madre lo instruyó para que no hiciera el ridículo, aunque luego a su mente llegó cuando su padre los observaba en uno de los sillones, con insistencia de su madre poco después se unía, uno de sus pocos recuerdos felices.

La canción seguía sonando, pero si era sincero él no la estaba escuchando bien, él estaba concentrado en los ojos marrones de JongIn y parecía que él también.

—¿Recuerdas la pregunta que me hiciste cuando recién nos conocimos?

JongIn trató de hacer memoria y negó la cabeza.

—¿Que porque me convertí en Sacerdote? — Le recordó viendo las facciones de JongIn cambiar y asentir.

—Oh si, ya lo recuerdo.

—Lo hice por miedo—Por fin iba a hablar ese tema con alguien más que fuera él mismo y Dios.

—¿Miedo?

—Si, miedo de tomar una mala decisión en mi vida y convertirme en algo que no me gustará, por eso tome esa decisión.

—¿Y se arrepiente?

Le dio una mirada triste y solo esbozó una sonrisa queriendo sonar seguro de su respuesta.

—No, estoy conforme con mi vida—Era todo lo contrario, pero no iba a decir, JongIn sabía que no decía la verdad, que había algo más oculto, no lo decía por las palabras del castaño, si no, porque, decían que las ventanas del alma eran los ojos, y las ventanas del clérigo no estaban empañadas, estaban limpias por partes, lo que le permitía ver que sus palabras no eran del todo sinceras.

Estar conforme no era lo mismo que ser feliz.

La canción acabó y ellos se separaron.

Continuaron cenando hasta que KyungSoo vio por su reloj, eran las 9:30 pm, la hermana Luna iba a curarle su espalda, lavo los platos usados mientras el Alfa los secaba y los acomodaba en la alacena.

—Me retiró a descansar JongIn, ¿Se quedará un rato más?

—Si, estaré leyendo un poco en la sala— Contesta JongIn sentándose en la sala y agarrar el libro que había dejado pendiente.

—Está bien. Descanse. — Dice simplemente dirigiéndose a su lugar seguro.

Caminó a paso lento a su habitación, la abrió y se dirigió a su cama, se acostó boca abajo tratando de calmar esa sensación de ansiedad y emoción que tuvo mientras bailaba con JongIn.

Se durmió por lo que pudo haber sido un rato, talvez fueron minutos, una hora o unos cuantos segundos, cuando escuchó el golpeteo en la puerta de su cuarto, se paró no queriendo y abrió la puerta encontrándose con la Hermana Luna y JongIn, una con su rostro de preocupación y el Alfa confundido por la presencia de la monja a esa hora de la noche.

—Padre Do, Vine a-

—Pase Hermana—No quería que mencionara nada y al parecer ella captó su mensaje ya que se quedó callada.

—¿Está todo bien Padre Do? —Preguntó JongIn mirando de reojo el botiquín de primeros auxilios en la mano de la monja.

—Si Teniente, no se preocupe—Dejó pasar a la monja y cerró la puerta.

La Hermana Luna observó la interacción en silencio antes de entrar a la habitación del Omega.

JongIn por otro lado cuando se cerró la puerta no le tomó tanta importancia hasta que notó que KyungSoo no quiso mencionar lo que le sucedía.

KyungSoo acostado en la cama dejaba que la Hermana Luna se hiciera cargo de las heridas de su espalda.

—¿Duele menos? —Preguntó ella echando sobre la piel lastimada un ungüento que aliviaría el dolor.

—Más o menos, ya no tanto como hace unas horas.

—¿Porque no quiso decir a qué vine Padre Do? —Preguntó con curiosidad la monja teniendo cierta idea del porqué, pero quería escucharlo de la boca del hombre frente a ella.

—No quiero que el Teniente se preocupe.

Ella solo asintió mientras seguía curándolo, cuando terminó su labor, se fue.

Mientras KyungSoo volvía a ponerse su ropa pensó en lo buen bailarín que era el Teniente, parecía que el estereotipo de que los Alfas bailaban bien se cumplió. 

𝔼𝕗𝕚́𝕞𝕖𝕣𝕠 || KᴀɪSᴏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora