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JongIn sacó la cadena delgada de su uniforme mirando el crucifijo de oro.

—Dios protégeme, y cuida al Padre Do— Dijo en un susurro antes dejar la cadena en el casco del soldado y agarrar su arma y subir a tierra de nadie.

La tierra, el lodo, la sangre, los cadáveres, los cuerpos de soldados sin piernas o partidos a la mitad por las bombas lo iban a perseguir toda la vida, en cada pedazo de sus pensamientos. El olor putrefacto, a carne quemada inundaba sus fosas nasales, la única esperanza era volver a ver a su familia una vez más.

El miedo y el deseo de vivir de que no lo matarán, lo hizo más y más fuerte, pudo respirar bien hasta que sintió que estuvo en la seguridad del batallón,

Buscó con la mirada a ChanYeol viéndolo hasta el otro extremo agarrando su reloj, regalo de Baekhyun, caminó hasta donde estaba su amigo.

—¿Estás bien? — Preguntó con el corazón un poco menos acelerado.

—Bien. Lo único que me motiva es que pronto me casaré con el amor de mi vida. Literalmente—Sonrió ante las palabras de su amigo, él le había contado que ChanYeol y Baekhyun habían sido amigos de toda la vida pero que empezaron una relación cuando se presentaron sus castas.

—Espero algún día yo también hacerlo — Suspiró sabiendo que él no podría hacerlo, porque ese sentimiento que tenía por el Padre Do no desaparecía al paso de los días.

—Y lo harás, tendrás una hermosa o bello Omega y formarás una familia — Dijo entusiasmado ChanYeol  al continuar mirando su reloj.

Siguieron hablando del futuro en medio del caos.

[...]

KyungSoo fue al mercado local, a comprar su despensa, pasó por la tienda de dulces dónde el recuerdo que compartió con JongIn dándole de su bolsa de dulces le hizo cruzar la calle y comprar una bolsa de chocolates.

Ya en su casa miró todo vacío que lo hizo sentir mal así que se dispuso a cocinar galletas para los niños del orfanato para distraerse de pensamientos malos que podría llegar a tener.

Mientras esperaba que se hornearan puso un rato la radio que sonó la misma canción que JongIn y él habían bailado. Una lágrima traicionera surcó por su mejilla, la limpió con la yema de sus dedos, que triste era la soledad después de probar la calidez del ser humano.

Próximamente sería navidad así que sabía que tenía que alegrar el espíritu navideño enmedio de la guerra.

Cuando las galletas se hicieron él solo las sacó y las dejó enfriar. Así que en lo que reposaban, él agarró tinta y papel y empezó a escribir.

Querido General: Prontamente será navidad, ¿Estás bien?

Se que tenemos una plática pendiente, y debemos hablar, probablemente estás molesto conmigo por la decisión que he tomado, pero hay una razón importante por lo que hice con mi vida, que aún no estoy listo para decir.

Probablemente estás molesto conmigo, no es lo que querías para mí, lo he vuelto a repetir para que te calmes.

Solo quiero que estés bien, está será otra navidad sin ti, es una verdadera lástima, espero vernos pronto.

Con amor, Padre Do.

Guardó la carta en el sobre y la selló, al día siguiente debía llevarla al buzón. Pensó mucho en poner las palabras sobre el papel que fue a ver cómo estaban las galletas que ya se encontraban bien a su parecer. Agarró otra hoja de papel y la puso sobre la mesa, agarró su bolígrafo y empezó a plasmar palabras.

Teniente Kim: La noche en este pueblito hace que las estrellas brillen más... Tal cómo las vimos en esa noche de otoño, el recuerdo me hace feliz.

No, me he olvidado de usted, está presente en mis oraciones al igual que su pelotón.

Han sido noches muy lluviosas y frías, no puedo ni imaginar lo triste y doloroso que están sufriendo, están en los rezos de los feligreses, monjas y un servidor.

¿No le han molestado sus heridas? Confío plenamente en el Doctor Byun y la enfermera de JooHyun, así que espero que hayan cicatrizado bien.

El día de hoy he hecho galletas, para los niños del Orfanato, tengo la certeza que preguntarán por usted.

Está día fue algo aburrido, excepto la excepcional plática que he tenido con Kenny por el libro que le presté.

Hace unos días nos tomaron a todos los Sacerdotes de las zonas cercanas fotos para inmortalizarnos, le he mandado una de las que me han tomado.

Viva Teniente Kim, que Dios aguarde para usted un destino de felicidad.

1 Juan 4:19, Nosotros le amamos a él porque él nos amó primero.

Con aprecio, el Padre Do.

Guardó el papel y adjuntó la foto que le habían tomado, su lobo estaba emocionado por enviar la carta y él sinceramente también lo estaba.

Esa noche se vistió con sus usuales pijamas, pasó por la habitación que había sido de JongIn y la abrió levemente llegando a sus fosas nasales el olor a incienso y madera.

Cerró con cuidado la puerta y caminó hacia su cuarto donde prácticamente se tumbó sobre el colchón y aspiró el aroma que había quedado impregnado cuando el Alfa durmió esa noche con él.

"Dios, ¿Porque es tan difícil deshacer estos sentimientos?"

Pensó apesumbrado y lleno de dolor en su corazón agarrando más fuerte la almohada entre sus dedos.

Ni siquiera un látigo y la sangre logró borrar esa calidez que le brindo Kim JongIn, esperaba que la expiación de Cristo borrará sus pecados. 

𝔼𝕗𝕚́𝕞𝕖𝕣𝕠 || KᴀɪSᴏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora