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Los rayos de sol iluminaron la habitación donde dormía, se encontraba tendiendo la cama para iniciar su día, esta mañana era diferente, completamente en todos los sentidos, se sacó la bata para dormir que usaba y se metió a bañar permitiéndose despejar cualquier bruma de sueño que tuviera aún.

Vio el horario que le tocaba para poder ir a la escuela, no tenía mucho tiempo, hoy sería su primer día, se alistó con un pantalón café de pinzas con una camisa de botones lila con flores, y peinó su cabello que se había vuelto largo hasta la altura antes de los hombros, pensó en ponerse un neutralizante pero luego se dijo que no, no lo necesitaba.

Escuchó a su padre afuera en la cocina seguramente, buscando algo para comer, se apresuró a alistar y salió de su cuarto.

—Buenos días papá— Saludó con una sonrisa y se dirigió a la cocina para preparar algo de desayunar. Pan Frances sería el desayuno.

Su papá le respondió el saludo al mismo tiempo que la puerta principal se abría revelando a JongIn que llegaba con su maletín, escuchó como JongIn saludaba a su padre y seguía caminando.

Siguiendo la rutina que empezó hace una semana, con el permiso de Johnny, JongIn iba todos los días a buscarlo e irse juntos a alguna cita, empezando así el cortejo, así que esa mañana no fue diferente a la de todos los días anteriores.

Su amado fue hasta lo cocina y besó su mejilla haciéndole sonreír al instante, su aroma varonil llegó justo a sus fosas nasales permitiéndole disfrutar de su cercanía, su lobo empezó a agitar la cola contento.

—¿Te ayudo en algo Soo? — Pregunta JongIn viendo al omega preparar lo que sería el mejor desayuno de todos.

—Si, por favor. Prepara la mesa— Pidió amable recibiendo una cálida sonrisa por parte del Alfa que se fue hacer justo lo que le pidió, el deja vu que tuvo cuando vivían en Londres lo hizo parar en seco por unos segundos, voltearse a ver a JongIn acomodando los platos y lo admiró por unos instantes sintiendo como sus ojos se ponían llorosos.

Luego vio a JongIn acercarse a él y tomarlo de la cara para que sus ojos se encontraran, aunque él ya veía al Alfa un poco borroso por las lágrimas acumuladas.

—¿Estas bien Soosie? — Cuestiona el moreno preocupado por su amado, lo ve sonreír y recargar su mejilla contra su mano.

—Si, solo que aún no me creo que estemos juntos— Respondió lo más sincero viendo como JongIn le sonreía y plantaba un beso sobre su frente.

JongIn se siente igual, es como vivir un cuento de hadas en el que solo están KyungSoo y él, mira los bonitos ojos de su amado y lo atrae a un beso donde sus labios apenas se rozan y se separa.

—Nada nos va a separar ahora— Prometió con una sonrisa viendo al omega completamente enamorado, estaba seguro de eso.

Johnny, JongIn, y KyungSoo se dispusieron a desayunar no sin antes hacen una oración por los alimentos.

Poco después de comer, el único omega se iba a parar a lavar los platos escuchando como otra silla se acomodaba, se volteó para ver a su novio que lo acompañaba mientras lavaban y secaban los platos usados.

Poco después, KyungSoo se despidió de su padre y se fue con JongIn en su auto, en el camino iban platicando de las diferentes maneras en las que sus alumnos se comportaban.

El Alfa se estacionó y ambos bajaron del auto, JongIn se despidió rápido de KyungSoo porque iba un poco retrasado con un beso en la mejilla. A lo que el omega se quedó un rato más hablando con una madre que necesitaba ayuda por su hijo, después de hablar con la madre observó a una mujer acercarse a él.

—Hola, ¿Necesita algo? — Preguntó con una sonrisa observando a la dama hacer una pequeña sonrisa, sin saber lo que la mujer le diría.

—No. Solo quería presentarme con usted, soy WheeIn...— Se presentó la beta viendo como el castaño asentía escuchándola, a lo que estiró su mano para que pudiera estrecharla entre las suyas.

—Un gusto WheeIn, soy Do KyungSoo, pero puedes decirme Soo— Sus manos se unieron en un formal saludo, al instante se separaron y la mujer aclaró su garganta, ahí lo supo, supo quién era KyungSoo... era ese por el que JongIn era feliz.

— ¿Es usted el nuevo maestro? — Preguntó a pesar de saber la respuesta.

—Si— Murmuró KyungSoo viendo al portón de la escuela, como si quisiera indicarle que necesita irse.

—Bienvenido entonces, me alegro de que JongIn haya conseguido la felicidad que yo no pude darle— Dice WheeIn dejando al maestro parado en su mismo lugar procesando sus palabras.

— ¿Qué dijo? — Pregunta KyungSoo no entendiendo lo que la rubia dice.

— ¿JongIn no le dijo que antes de irse a la guerra prometió regresar por mí? Parece que no. — Esa tontería de ser una buena mujer solo pasó por unos instantes por su cabeza, no podía darse por vencida sin antes luchar, se encaminó dejando al antiguo Sacerdote con mil dudas y sin ninguna respuesta.

¿Acaso escucho mal? JongIn había dejado a alguien antes de todo... antes de él.

Sintió las manos frías por un instante y miró el suelo gris que se empezaba a mojar a causa de unas gotas de lluvia, negó con la cabeza y decidió que se olvidaría del asunto por unas horas.

Se presentó con los jóvenes que lo recibieron de manera agradable, empezó con una explicación sencilla de lo que sería su materia, y dejó que sus conocimientos fluyeran por medio de sus palabras.

La hora del receso llegó después de unas horas, y se permitió sentarse, soltó un suspiro, que broma tan absurda le hacia Dios por haber dejado el redil.

Que destino tan cruel, como pudo pensar que sería feliz, su felicidad solo fue momentánea, no podía permitir que WheeIn, una mujer que con tanto amor guardado por JongIn se quedara sola por una promesa sin cumplir, si no lo hacía sería un mal hombre.

¿Como podía arrebatarle la felicidad a otra persona? Él no era así.

Él jamás podría ser así, si algo aprendió en los seis años que fue Sacerdote era que uno debía dar todo por ayudar al prójimo. 

𝔼𝕗𝕚́𝕞𝕖𝕣𝕠 || KᴀɪSᴏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora