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En su mente aún no se podía sacar la imagen de la espalda del Clérigo con sus cicatrices, lo dolorosas que debieron haber sido y el agonizante dolor que probablemente sufrió KyungSoo en silencio.

Lo recordaba muy bien, enfundado en ese bata color dorado que acentuaba su figura con delicadeza, esa espalda estrecha con una cintura delgada.

Con razón lo vio pararse muy recto al punto de que su espalda no tocará el respaldo del sofá, la vez que la Hermana Luna salió del cuarto con un botiquín e incluso la mancha de sangre en el piso de la iglesia.

¿Cuál era la razón? No lo sabía.

En los pocos días que KyungSoo estuvo atendiéndolo, él se encargó de visitarlo.

—Me ha llegado una carta— Vio la cara nerviosa del Omega al verlo.

— ¿De qué trata? — Preguntó con curiosidad.

— Han pedido que regrese a mi hogar— Exclamó KyungSoo mirándolo, él casi suspira de alivio cuando lo dijo, sintió que el lugar en el que estaban no en dónde debía estar el Clérigo, mucha violencia y ni hablar de algunas miradas mal intencionadas de otros soldados— Aunque no quisiera dejarlo Teniente...

Sus palabras tampoco lo impactaron un poco, él tampoco quería que se fuera.

— Padre Soo, si es para que su salud mejore, sería lo más adecuado, ¿No lo cree más adecuado?

—Tiene razón Teniente.— Musitó KyungSoo con una media sonrisa.

La mirada cálida que KyungSoo le dio fue algo que lo hizo sonreír.

— Prométeme que me escribirás— Murmuró KyungSoo viendo los ojos marrones del Alfa.

— Claro que sí Padre Do— Sonrió el Alfa queriendo acercarse al Sacerdote y tomar su mano, sin embargo, no podía, todos miraban expectantes a cualquier acción de él.

Lo vio agarrar su valija, pudo ayudar, en cambio recibió una pequeña sonrisa, devolvió el gesto, la sonrisa de su rostro desapareció solo para admirar al Clérigo sonriendo de frente, su cabello corto lo hacía ver más atractivo de lo que ya era, estaba completamente enamorado, no tenía ninguna duda. 

—¡Gracias por la foto Padre Do!—Agradeció a un soldado que siguió caminando para tomar más fotos a otros soldados

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—¡Gracias por la foto Padre Do!—Agradeció a un soldado que siguió caminando para tomar más fotos a otros soldados.

— Espero haber salido bien— Comentó KyungSoo girando su rostro a la derecha para encontrarse con la mirada embobada del Teniente, sonrojándose por la mirada del Alfa.

— Estoy seguro de que sí— Musitó, algunos soldados miraban la interacción, no culpaban a su superior por quedar perplejo ante la belleza del Sacerdote.

— Luce bien sin barba, lo supe desde el principio— Comentó KyungSoo mirando la piel lisa y sin vello facial en la cara del moreno, incluso podría decir que se veía más atractivo.

— Gracias— Tosió queriendo ocultar su sonrojo, el Omega se acercó a él poniendo una mano sobre su frente causándole sorpresa.

—¿Se siente bien? — Preguntó el Clérigo preocupado por el hombre.

— No se preocupe Padre Do, estoy bien— Dio un paso hacia atrás para volver a mantener una distancia prudente, de reojo observó cuchicheos de otros soldados que con solo una mirada basta para que se quedaran callados.

No pasó mucho rato para el carro de conduciría al Clérigo llegara, marcando así otra despedida.

— Nos volveremos a ver Teniente— Hizo una débil sonrisa el Omega, no quería despedirse, sus ojos no querían dejar de observarse, tuvo que ser duro para apartar la mirada y subir al carro.

— Algún día...— Murmuró JongIn tratando de hacerse el fuerte poniendo la valija en la parte trasera del auto y lo despidió moviendo su mano de un lado a otro.

Se despedían una vez más, ¿cuántas veces más sucedería?

[...]

Tuvo que tragarse el nudo en la garganta que se empezaba a formar, no quería que el soldado a su lado lo mirara extraño.

El camino de regreso fue igual de largo que el inicio, su mente vaga a lo próximo que haría y como enfrentaría lo que viniera.

Cuando bajó del carro la hermana Luna lo miró con lágrimas en los ojos y lo abrazó, sintiendo lágrimas sobre su ropa, la dura mujer estaba llorando por él.

— Padre Do, cuando nos enteramos de que había sido herido empezamos a rezar, todos estábamos tan preocupados por usted— Habló rápido la monja mirándolo, hizo una sonrisa ante la preocupación de todos, pero más por la de ella.

— Gracias por orar por mí Hermana Luna, tenemos que ponernos al corriente, ¿No lo creé? — Vio como la dama limpiaba sus lágrimas y caminaban hacia su hogar, se pararon varias veces porque los pueblerinos llegan a saludarlo.

Esperaba ver a Kenny, así que le preguntó a la hermana Luna.

—¿Los Payne? Se mudaron hace un mes rumbo a Asia, al igual que los Bae— Notificó la dama dejándolo sorprendido por la noticia.

—¿Sabe la razón?

—No padre Do, lo lamento.

Se quedaron callados hasta entrar a su hogar donde dejaron su valija por la sala, nadie lo criticaría por eso.

— ¿Que tal estuvo...? — Inició la plática la Hermana Luna mirándolo fijamente, quería saber todo lo que había pasado porque presentía que algo cambió.

— Lo ví Hermana Luna— Con eso fue todo para que el rostro de la beta cambiará a uno más serio.

— ¿Sigue en esa idea Padre?

—Sí, sigo con esa idea.

La monja suspiró y dio su mejor sonrisa.

— No puedo hacer nada más que apoyarlo, no debería aconsejarle esto, pero cuando ese Alfa regrese de la guerra usted saldrá de aquí y pedirá que le quiten el estado clerical, porque usted será feliz— Dijo con tal convicción que lo hizo sonreír como no lo había hecho en meses.

A pesar de que la monja no podía hacer más que aceptar cualquier situación que decidiera el Padre Do, ante todo ella era su amiga y lo apoyaría.

Después de seguir platicando sobre las cosas que habían sucedido en el pueblo, la monja se fue para que el Clérigo tuviera tiempo de relajarse.

KyungSoo soltó un suspiro cansado, aún así prendió la radio, una melodía empezó a sonar, esbozó una sonrisa al darse cuenta de que era la canción que bailó con JongIn, era la segunda vez qué sucedía, que bonito recuerdo.

Se sentó en la sala y abrió la biblia en el Nuevo Testamento.

1 Juan 4:18

18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor conlleva castigo, y el que teme, no se ha perfeccionado en el amor.

Había leído tantas veces la biblia a lo largo de su vida nunca había comprendido bien ese versículo, lo leyó por qué pareciera horas, pudieron ser segundos e incluso minutos, comprendió que tenía miedo de amar, siempre lo tuvo, y había obtenido un castigo.

Eso cambió cuando conoció a JongIn en ese cuarto improvisado de hospital con su coquetería al primer instante, con él aprendió a amar.

Ya tenía una decisión.

𝔼𝕗𝕚́𝕞𝕖𝕣𝕠 || KᴀɪSᴏᴏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora