una de sus manos temblorosas se eleva hacia el pecho del pelinegro, tratando inútilmente de apartarlo de él.
siente los ojos oscuros del otro recorriendo su rostro asustado, pero se niega a verlo. mira un punto fijo en la pared de enfrente.
—respondeme.—pide blas, su voz sonando de alguna forma más grave de lo habitual.
su corazón sigue latiendo fuertemente, y él cree fielmente que en cualquier momento podría salirse de su pecho. siente sus nervios invadiendo cada parte de su cuerpo, siendo muy consciente de quién lo está acorralando entre la puerta y su cuerpo.
las piernas le tiemblan como si estuvieran hechas enteramente de gelatina, haciéndolo temer que termine en el piso alfombrado de la habitación.
una mano fría mucho más grande que las suyas se acerca a su cara y lo sujeta firmemente por la mandíbula, obligándolo a ver el rostro frente a él. sus ojos se posan sobre los contrarios, finalmente haciendo contacto visual.
separa sus labios resecos para hablar, pero no emite sonido alguno. no sabe qué decir, no sabe qué hacer.
y puede ver al pelinegro bajar su vista lentamente hacia sus labios, relamiendo los suyos también.
ambos se quedan así por los que parecen varios minutos tensos, cuando en realidad solo son escasos segundos.
traga saliva y humedece sus labios cuando blas se acerca más a él a una velocidad que parece tortuosa, y no se sorprende por la ansiedad de probar los labios ajenos que comienza a invadir cada parte de su ser. sus respiraciones se mezclan y puede oler el perfume del más alto, entorpeciendo sus sentidos.
pero un golpe repentino en la puerta detrás de él rompe su burbuja, y ambos se separan como si su proximidad quemara.
usa su mano en el pecho ajeno para empujar a blas lejos de él y lo mira con los ojos muy abiertos, siendo consciente de que lo estaban apunto de hacer. el otro lo mira sin expresión, no parece del todo sorprendido o asustado.
la puerta vuelve a ser golpeada (con más insistencia esta vez) por lo que el castaño se arregla la ropa y el cabello antes de darse la vuelta y poner una sonrisa en su rostro para quien esté del otro lado.
el rostro aniñado de felipe es quien lo recibe.
—¿por qué tardan tanto?—es lo primero que pregunta en cuanto tiene la oportunidad.—¿dónde está blas?
—en el baño—contesta de manera rápida.—m-me dijo que se bañaba y bajaba a hablar un rato.
—y bueno vamos entonces, que él después baje sólo cuando se termine de bañar.
su amigo frente a él lo toma del antebrazo sin mucha fuerza y lo tira fuera de su habitación. cierra la puerta antes de que pueda decir algo y pasa uno de sus brazos por encima de sus hombros para abrazarlo mientras empiezan a caminar, típico de felipe.
[...]
minutos después está sentado entre simón y francisco, con una cerveza fría en la mano derecha y una sonrisa gigante en su cara por la conversación que se lleva a cabo entre todos ellos... cuando el pelinegro finalmente se presenta.
—¡por fin!—grita esteban mientras se ríe.—¿tanto nos vas a hacer rogar para que vengas, pendejo?
blas se ríe mientras entra a la habitación, cerrando la puerta y caminando directamente hacia el mini refrigerador donde todos saben que están las cervezas.
—me estaba bañando.—responde mientras abre la botella.
y después de otro comentario por parte de esteban, todos vuelven a hablar del mismo tema del que estaban hablando antes de la llegada del más alto.
la habitación es grande, hay mucho espacio a pesar de que hay varias personas dentro. esperaba que esto ayudara a no tener que estar cerca del otro, pero sus esperanzas caen cuando blas se acerca hacia donde él se encuentra y se sienta justo enfrente; entre enzo y matias.
finge no verlo, concentrándose en lo que sus amigos dicen y dándole un trago a la amarga bebida entre sus manos.
pero incluso así, puede sentir el peso de la mirada de blas sobre él.