catorce.

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durante los siguientes días apenas cruzan miradas, muy distantes el uno con el otro. cada uno toma su propio camino durante el día, aún cuando ambos deben compartir habitación se las arreglan para no chocar.

normalmente el pelinegro llega a la habitación muy tarde en la noche, cuando él ya se encuentra durmiendo en la comodidad de su cama.

un lado de él agradece que el más alto respete su espacio y su decisión de no hablar por el momento... pero por otro lado, no puede negar que extraña la atención que el otro le daba. extraña pasar tiempo junto a él.

se siente indeciso y eso provoca cierto malestar en él. no logra entender sus sentimientos, no logra entender por qué ahora que finalmente blas no se acerca a él, es cuando quiere que lo haga.

y todo empeora cuando lo ve muy pegajoso con esteban.

quiere ignorar aquel agrio sentimiento que se forma en su pecho cada vez que los ve divirtiéndose en su propia burbuja, pero no puede. sus ojos siguen a los otros dos en todo momento, sintiendo náuseas.

realmente el pelinegro no parece tan afectado como él por no poder estar cerca, y eso lo enferma. pensaba que tal vez, él también estaba sintiendo lo mismo.

blas le gusta.

le gusta más allá de lo físico, ya no es solo una tonta atracción física.

y aunque al principio estaba reacio a aceptarlo, finalmente abrió los ojos.

siente un miedo constante cuando piensa en las posibilidades de que alguien llegue a notarlo, o que alguien ya lo haya notado. no está preparado para eso, y sospecha que el más alto tampoco.

si bien se siente cómodo junto a sus amigos y sabe que ellos respetan su atracción hacia las personas de su mismo género, no está seguro a cómo reaccionarían al saber que es el pelinegro quien le gusta. o al saber que algo pasó entre ellos.

y por otro lado está su equipo de trabajo.

solo pensar en las posibilidades de que alguien lo sepa, lo aterra. no quiere ser juzgado o apartado. además, está seguro de que el pelinegro no siente lo mismo.

lo de ellos solo era atracción física, algo de una noche o tal vez dos con suerte. el más alto no lo ve más allá de una cogida, y él tendría que haber seguido el mismo camino.

pero él es tonto.

es tonto por haberse dejado llevar y no pensar en las consecuencias. están grabando una película, están trabajando, no en un viaje de adolescentes.

quiere llorar y dormir durante horas, pero no hay tiempo para eso. no en este lugar.

le sonrié forzosamente a felipe cuando este se sienta a su lado, esperando sus turnos para la grabación. el otro se nota cansado, al igual que él y el resto.

—¿en qué pensas tanto?—pregunta el recién llegado sin mirarlo. sus ojos están puestos en la escena que se está filmando a la lejanía.

se aclara la garganta antes de responder, temiendo que su voz se escuche débil.

—en nada...—es lo que responde.—solo estoy muy cansado. quiero llegar al hotel y ducharme para dormir.

unos segundos de silencio los rodea antes de que su amigo castaño finalmente se digne a verlo. se siente incómodo ante sus ojos celestes, notando como el otro recorre su rostro con su mirada.

—sos muy malo mintiendo, juani.—el otro rie ante sus propias palabras, pero él no puede hacer lo mismo.

pero una pequeña sonrisa se forma en sus labios resecos y agrietados cuando los brazos fuertes del otro se envuelven en él, abrazándolo cálidamente. apoya su cabeza en el pecho ajeno, sintiendo los latidos de su amigo. una mano suave acaricia su espalda, buscando calmarlo y relajarlo. eliminar cualquier malestar en él.

agradece el gesto, pero este malestar en él no es tan fácil de eliminar.

y permanece aferrado al otro por lo que parecen horas, hasta que finalmente es llamado por alguien del equipo para comenzar a filmar nuevamente.

no nota los ojos oscuros posados sobre él en todo momento.

[...]

cuando finalmente llegan al hotel, puede oír que algunos de sus amigos planean juntarse a beber y conversar en una de las habitaciones.

logra ver a esteban y blas con ellos, por lo que asume que esta noche también tendrá la habitación solo para él hasta altas horas de la madrugada.

debería estar feliz, pero no lo está.

se despide de felipe y francisco antes de comenzar a caminar hacia el ascensor más cercano. está desesperado por llegar a su habitación en este punto.

lo primero que hace cuando cierra la puerta detrás de él, es tirar su celular y tarjeta de acceso sobre su cama.

y camina hacia el baño, deseando ducharse para finalmente poder dormir. su cuerpo y cabeza exigen un largo descanso.

y mientras el agua artificial moja su cuerpo tenso, no puede evitar fijar su mirada en las marcas que aún adornan su cintura y muslos. apenas son visibles, pero todavía están ahí.

es casi una burla.

siente sus ojos arder, conteniendo aquello que sabe debería dejar salir.

tensión ; juan x blas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora