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Guillermo le pidió que comprará café y algo para comer, pues no desayunaron nada al salir de casa. Estuvieron tan ocupados alistando a los chicos qué se olvidaron de ellos mismos. Era difícil esa edad para Mateo, pues comenzaba una etapa de rebeldía, gritos y desborde de emociones. Habían pasado por lo mismo con Thiago, así que esperaba que esa etapa no durara tanto. Trataba de distraerse saliendo un momento, comprando algo con toda la tranquilidad, porque... eran los únicos momentos de paz que podía tener.

Al volver a esa oficina, dejo esos cafés sobre la mesa y unas bolsas de papel donde estarían algunas cosas para comer. Espero ver a su esposo sentado en su lugar de siempre, pero su asiento estaba vacío. Trato de mirar a todos lados para buscarlo con la mirada, pero no parecía estar cerca.

—Hola mi amor.

Recibió un beso en su mejilla de imprevisto. No lo había visto venir— Hola. —Contesto aún sorprendido— Te traje café y algo de comer.

—Gracias, Lio. Tendré que llevármelo. Debo ir a recoger algunos documentos. No tardaré, mi vida. Espérame aquí y avanza algo de los permisos.

—¿No puedo ir con vos?

—No es necesario. Tranquilo. Lo tengo bajo control.

Acepto quedarse porque sabia que alguien debía estar en el centro, esperando alguna llamada importante o algún documento que necesitará su firma como autorización. Además, según lo que escucho por su esposo, era muy común recibir a agentes de policía con algunos rastros sospechosos. Estaba bien... De todos modos se sentía útil ahí, aún que habían cosas cuales su esposo aún le ocultaba.

No sabia cuantos minutos habían pasado hasta que decidió chequear la hora desde su reloj. Pues, habían pasado más que unos minutos. La espalda le dolía y ya no aguantaba tener los ojos frente a una pantalla. Le quedaba muy poco tiempo para excusarse en ir a buscar a sus hijos. Quizá comería algo con ellos y pasarían la tarde juntos.

—Messi, necesito que me firme esto, por favor.

Ese alfa, quién siempre asistía muy formal, le extendió una carpeta muy delgada con unos papeles. Exactamente frente a su vista tenía un permiso, donde solo le faltaba su firma para conceder su autorización. Sin dudar tomo el bolígrafo que tenía a su lado para firmar el papel, pero... leyó algo que le parecía muy extraño.

—Espera ¿Podés darmelo y te lo regreso? Será rapidísimo.

Tenía tanta suerte de ser la una figura de autoridad en el piso, porque ese alfa había aceptado sin dudarlo mucho. Se lo entregó y fue hasta su lugar, dejando al omega con esa carpeta abierta. Gozaba con todo el tiempo para leer oración por oración y decidió ir hasta la primera pagina, aún que esta solo fuera de formalismo. Pero no perdió el tiempo, pues había leído el nombre de Sergio Ramos.

¿Qué tenía que ver él aquí?

Siguió leyendo hasta que leyó las especificaciones de ese permiso. Simplemente era atemorizante. Era un maldito permiso para volver a abrir la investigación en su contra para buscar más pruebas. ¿Pruebas para qué? Lo más importante ¡¿Qué investigación?! Si pedian volver a abrir una investigación es porque en un momento ya hubo una investigación inicial. No podía creerlo. Habían tomado a Sergio como un sospechoso en todo este tiempo. ¿Pero por que? Sergio estuvo con sus cachorros, él los cuido ¡Lionel había confiado a lo más importante que tenía en su vida!

¿Pero cuando iba a saber esto? ¿Por cuanto tiempo más Guillermo le estaría ocultando información tan importante como esta? Se sentía engañado, y es más, se sentía humillado. Solo podía recordar esa vez que llamo a Sergio para que viniera a casa para entrenar juntos, y lo hizo frente a su esposo. ¿Por qué nadie pudo decirle la verdad?

¿Qué hora son, mi corazón? - T2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora