🏆

72 8 1
                                    

Dorado.
Dorado es uno de mis colores preferidos, especialmente porque le veo el significado del éxito personal. De vez en cuando lo uso para motivarme, aunque siempre lo estoy.

Aquel ron tenía ese color dorado, aunque no lo fuera tanto, yo lo veía, y lo asocio con el éxito. Juani se quería mantener sobrio debido al rodaje y especialmente porque tenía que manejar. No me preocupo, además solo manejo una bicicleta. Mi bicicleta es dorada.

Linda de Tokischa y Rosalía sonaba en el lugar. Yo mantuve mis ojos cerrados mientras aquel Ron ardiente corría la maratón por mi garganta. Estaba en un estado de ebriedad total, pero al estar borracha lo mismo sigo con esa intensa sensación de compañía que me relajaba y en mayor parte me encantaba. Hace años que no salgo a hacer ésto.

Abrí los ojos dejando que las molestas luces de colores invadieran mi mirada, mi cabeza por un impulso solo quiso viajar a mi derecha, dejándome ver una intensa mirada azul sobre mí.
Sonreí. —¿Tengo algo en la cara? — le cuestioné con torpeza en mi tono de voz y palabras.

—Sí, belleza. — mi corazón se dió vuelta en aquel momento. Sentía mis pulmones largando aire y sacándolo pero seguidas veces.

Mis cachetes ardían y molestaban, sentía una capa de calor caerse sobre mi cuerpo de pies a cabeza, haciéndome sacar mis abrigos.

—No bromees así, seguro ya tienes una gran cantidad de alcohol en tu sangre. —

—Tengo que manejar tarada, vos sos la que no debería estar chupando, dale, dejá eso. — me arrebata de mis manos aquel líquido.

—Dame eso, Juani. —

—No. Es más, vení. Bailemos. —

Me agarró de la mano y me llevó a la pista de baile, que estaba invadida por un montón de adolescentes.
—Yo no sé bailar. — mentí. Solo estoy borracha, a veces no pienso antes de hablar.

—Da, no te hagas la boluda. — me sonríe mordiendo su labio inferior.

Me hizo sobresaltar y tener un escalofrío en la desnuda piel de mi cintura, poniendo sus frías manos ahí. El efecto del alcohol provocó que me diera vuelta y pegara mi espalda en su pecho y torso, moviendo mi cuerpo de una manera lenta, pero el nunca sacó sus manos de mi cinturas. El contacto frío y caliente de nuestros cuerpos provocaron una chispa, como si de fuegos artificiales se tratase. Yo estaba pegada a su cuerpo bailando al ritmo de aquella música. Si estuviera en un estado de conciencia no estaría haciendo esto, pero, me siento tan jodidamente bien haciéndolo, y más con él.
Bajó sus manos hasta mis caderas pegandome más a él, a este paso ya estaba sintiendo la intensa calidez de su cuerpo, sus manos ya se encontraban calientes y mi cuerpo estaba peor. Me dí vuelta, seguíamos muy pegados, él no sacaba sus manos de mis caderas, coloqué mis brazos al rededor de su cuello y mordí mi labio inferior, acercándome lentamente a él.
No sabía lo que hacía, o en realidad no sabía que este era el momento de hacer lo que hace tiempo quería hacer. Besarlo.
Él amplió su sonrisa mirando mis labios, fue el primero en cortar la distancia entre ambos, pegandome mucho más a él. Ya me encuentro ahora dando mi primer beso, y con un chico demasiado lindo. Por mi parte el beso fue torpe, pero él se veía que sabía mucho de lo que hacía, e intenté hacer lo mismo hasta lograr el beso perfecto. Por culpa de la falta de aire nos separamos, agitados, mirándonos a los ojos, hasta ser el momento, volvernos a unir. Esta vez se intensificó, pero, está bien que esté ebria, pero no busco hacer nada más. Estoy consciente de mi ebriedad, además, no quiero que se culpe a sí mismo por aprovecharse de mi estado.
Sus manos apretaron más fuerte mis caderas, y yo tenía mis brazos al rededor de su cuello. Sentí sus labios ampliarse en medio del beso y soltando una suave risa.
Otra vez, nos volvimos a separar, sus ojos azules brillaban y podría jurar que los míos también.
Fue en ese momento en el que revisó su muñeca.

—Gio, ya nos tenemos que ir. — se encontraba serio, pero no le encontré tanta importancia digamos.

Caminaba con torpeza, mareo, vista un poco ralentizada y borrosa. Abrió la puerta de su auto ayudándome a entrar.
Luego, entró el también al asiento del piloto.
—Tomá Gior, un poco de agua. — abrió la tapa y me la extendió con una sonrisa en su cara. Es tan hermoso...

Me quedé embobada mirándolo, dándome cuenta de que todavía sostenía la botella transparente en sus manos, negué con mi cabeza y la tomé.
Mi boca estaba seca y además tenía un poco de náuseas. Seguro el agua me ayude a liberar la cantidad de alcohol.

Emprendió viaje a mi edificio, el cuál estaba cerca por suerte.
El agua ya se estaba por terminar, la tomaba a tragos tan rápidos que podría jurar que en cualquier momento me ahogo.

Habíamos llegado a nuestro destino, era de esperarse que Juani saliera primero corriendo, no me permitió abrir la puerta, fue entonces que él lo hizo por mi, me encontraba sentada, rápidamente me cargó como si de una princesa me tratara, a pesar de los efectos del alcohol sentí tanto amor, cariño y ternura que seguro me explotaría en cualquier momento el corazón.

Cómo pudo tocó los botones del ascensor, yo lo miraba desde sus brazos, era... perfecto. Lo comía con la mirada. Fuck, creo que me enamoré.

El ascensor subió hasta el último piso, llegando y sacando las llaves de mi abrigo, abriendo la puerta, cómo pudo. Es genial.

Con cuidado me recostó en el sillón poniendo una almohada en mi nuca y trayendo agua en un vaso.

—Juaniiiiii~~~ — llamé.

—¿Que pasa Gio? —

—¿Te gusta la alcachofa? —

—Me mataste, ni idea qué es eso loca. — sentí como se acostaba en el suelo al lado del sillón, apoyando su cabeza con la mía.

—Mami, mami, me gusta la alcachofa...— canturreo una canción.

—¿De dónde concha sacaste eso vos? —

—Es una canción que mi madre odia, y con mi hermana siempre la molestabamos con eso. — sonreí y reí de forma boba.

—¿Que onda al final con tu hermana? — me cuestionó.

—No sé Juani. La verdad es que no estoy lista para perderla. Pero, si tengo la oportunidad de salvarla, sin dudarlo lo haría, incluso si eso implica morirme. — lágrimas brotaron de mis ojos. — La verdad es que... solo quiero verla renovada, viva. Desde que recayó la noté... muerta en vida. Pero jamás quito esa sonrisa de su cara. Juan, mi hermana es una persona maravillosa. — continué, sonriendo.

Mi estómago comenzó a revolverse aún más.

—Una banda Gio, re difícil debe ser. Pero tranquila vos, va a estar bien. Hay que tener fe nomás. —

Me levanté tapando mi boca, corriendo hasta el baño y sintiendo los pasos de Juani detrás mío.

—Apa la papa, que te cayó mal el Ronsito. Se ve que no era el de Harry Potter. —

Tomó todo mi largo cabello hasta aquellos mechones rebeldes que se interponían, era vergonzoso vomitar frente a la persona de la que te estabas enamorando, pero bueno, me la busque con esa dosis de alcohol.

Fuck, creo que me enamoré...

DIE BAR - Juan Caruso. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora