Atracción

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Era un martes común, espléndido día para una fiesta del té entre familias. Los Holloway's junto a otros invitados visitaban la casa Archangel, todo para que los alfas cabecera de esas familias y el alfa cabecera de la casa Archangel hicieran convenios. Con algo de suerte podrían hacer un intercambio de ideas, presentar a sus hijos, etc.

Los más jóvenes de la familia estaban todos reunidos en un salón, mientras los alfa cabecera conversaban de negocios. Los Holloway's habían llegado la tarde anterior y desde el momento en que Metatron llamó a su nieto Aziraphale para que saludara a Crowley, Dagon y su hermana, y a los otros invitados, los cuatro jóvenes habían permanecido juntos.

Crowley no era muy parlanchín y la mitad del tiempo parecía enojado de todo, pero era una buena persona, Dagon en cambio hablaba mucho, tocaba el hombro de Aziraphale a cada rato preguntándole cosas como su edad, o si estaba comprometido (algo común en este tipo de familias) Aziraphale no gustaba mucho de las charlas, ni acostumbraba a tener largas conversaciones ni con su familia, así que a penas levantaba la vista del libro.

— ¿Por qué tú abuelo dijo a todos a penas entramos que eras un omega? —preguntó la hermana de Dagon.

— Porque soy un omega —contestó sereno, bajando el libro—. Supongo que no parezco uno, pero siguiendo la norma de vestimenta diaria si lo aparento. Ah, y él cree que deben estar advertidos, piensa que los omegas son descarados.

— Qué genial, ¿oíste Crowley? El muchacho es un omega, en casa no hay omegas —mencionó algo triste Dayana.

— Crowley es un alfa dominante, igual que sus padres —explicó Dagon—. Yo soy beta, mi madre y hermana son alfas y mi otra madre es beta como yo. No hay muchos omegas en nuestra familia.

— Soy el único omega aquí —contestó Aziraphale.

— Oh vaya, debe ser abrumador tener tantos alfas cerca de ti —dijo Dagon—. Aunque debo admitir que eres muy lindo, ¿como es que hacen los alfas para no lanzarse sobre tí?

— Estoy acostumbrado a ser el único omega, aunque me gustaría tener amigos, y los alfas no me resultan intimidantes —se encogió de hombros, poniéndose de pie—. Y respecto a tu pregunta, mi aroma es casi imperceptible, no hay muchos alfas que puedan sentirlo.

— Tiene razón, no puedo sentir su olor —contestó la hermana de Dagon, olfateando cerca de él.

Azi pidió permiso y dejó aquél salón para dirigirse a uno de los balcones, pensando en nada y en todo a la vez. La presencia de alguien ajeno le sacó de sus pensamientos, viéndose pronto junto al muchacho de la familia Holloway, quién había salido también. Crowley le sonrió, pensando que era un joven agradable, entonces intentó charlar con Aziraphale.

Si bien pasaron una buena parte de la tarde conversando, parecían conocerse de toda la vida, a Crowley le parecía súper interesante aquél muchacho. Aziraphale también pensaba que Crowley era alguien genial. Hablaban de libros, de poesía y hasta se quejaron de lo horrible que eran algunas personas respecto a los omegas y los casamientos por conveniencia.

El alfa le agarró la mano para llamar su atención haciendo al omega sobresaltarse. Sus ojos se encontraron y las pupilas de Crowley se dilataron al sentir un aroma sutil, ligero, casi imperceptible, como galletas de chocolate.

— Jovencitos, es hora del almuerzo —anunció una criada.

Ambos salieron del balcón siguiendo con una conversación amena, regresaron al interior de la casa dirigiéndose al comedor. Allí tomaron unas bandejas con sus respectivos platos de comida, Metatron les indicó que fueran al patio ya que allí estarían comiendo. En el camino hacia allá uno de los tres perros que Gabriel cuidaba escapó, enredándose entre las piernas de Crowley cayendo tras perder el equilibrio y perdiendo a su paso la bandeja.

Omega y AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora