Embarazo

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Tanto Crowley como su madre se habían encargado de mimar y cuidar de Aziraphale ahora que sabían estaba esperando un bebé. Al omega no le faltaban los cuidados ni las citas del doctor, Crowley se la pasaba a su lado como si la más ligera brisa fuese a romperlo, cuidando todo el tiempo de su esposo. Las primas de Crowley se encargaban de entretener a Zira cada vez que el alfa tenía que salir, Shax y Esther velaban porque este no hiciera esfuerzos físicos.

Sabían que Aziraphale no podía mantenerse quieto cuando su esposo estaba lejos, aveces Crowley iba a la ciudad con su madre para resolver ciertos asuntos, así que el omega debía esperarlo. Los vómitos matutinos, los mareos y decaimientos típicos en los embarazos comenzaron, lo cual al inicio fue bastante aterrador para el muchacho, pero de a poco fue superando el miedo.

Una mañana amaneció muy decaído, al parecer por los cambios hormonales, así que Crowley tuvo que quedarse con él en la habitación y esparcir sus feromonas. Cuando él no estaba podían encontrar al otro en un nido, ropa del alfa llena de sus feromonas, dormía ahí y cuando alguien que no fuese Crowley entraba tendía a gruñir.

Pero esto era en ciertas ocasiones y cuando su marido no estaba, ya que él se la pasaba sentado en el salón escuchando el tocadiscos, o paseando de aquí a allá con un libro en sus manos. A penas le había crecido la pancita por el embarazo, era un bulto pequeño y aveces duro, pero tenía tres meses nomás así que, aunque aveces le asustaba, cuando la madre de Crowley o el doctor le explicaban que era normal, entonces se le pasaba.

Aquél día Crowley había ido a comprar unas cosas para su amante, al armario y joyero del mismo parecían no entrar una cosa más. Desde antes del matrimonio le había estado regalando colgantes, gargantillas, anillos, pulseras, ropas, accesorios para la ropa, entre otros. Ahora compraba prendas para que vistiera durante el embarazo y fuese más cómodo, aunque a penas y se le notaba, Crowley tenía esperanza de ver a su pareja todo redondito por el embarazo, le causaba mucha ternura.

Tocaron la puerta de la habitación donde Aziraphale descansaba, este pidió que entraran aún leyendo su libro.

— Acabo de preparar la merienda, ven a tomarla Aziraphale.

Dagon entró a la habitación donde el omega descansaba, este bajó el libro sonriendo a la chica y asintió, caminando hacia ella. Juntos caminaron por el pasillo bajando las escaleras, dirigiéndose hacia el comedor. Allí tomaron asiento y Dagon sirvió para ambos las tazas de té y galletas.

— Ahora que estás embarazado debes comer bien, no dejes de merendar —emocionada tomó un sorbo de té meneando los pies—. Como soy beta me es imposible decir si hueles diferente, pero dicen que los omegas embarazados huelen muy rico, ¿sientes algo diferente?

— Gracias por preocuparte Dagon, te lo agradezco —sonrió tomando una galleta—. Pues, mi aroma de omega es algo como galletas de chocolate, pero dicen Crowley y la tía Shax que ahora también huelo a malvaviscos.

— Debes oler delicioso —le dio una palmadita en el hombro, viendo el vientre del omega—. ¿Cuantos bebés crees que tengas ahí?

— Pues, uno solo, creo —se encogió de hombros—. Se que tengo tres meses, pero no se ve como en otras personas, me preocupa que el bebé sea de bajo peso.

— Aziraphale ningún embarazo es igual, cuando mamá estaba en estado de Dayana su panza era muy pequeña, nos asustamos creyendo que podría estar enferma, pero resultó que al ser una beta y cargar con un feto alfa en su vientre simplemente no podía contenerlo —manoseó la taza, mirándole—. Así que Dayana nació con bajo peso, ¡pero tú eres un omega fuerte! Significa que podrás con ello, ánimos.

Omega y AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora