Omega y Alfa

La familia Holloway

3

Temprano en la mañana tomaron un carruaje que les llevó hasta la ciudad, donde Crowley le mostró a Zira el pueblo, como había prometido le llevó a diferentes lugares para mantenerlo familiarizado. Su madre le había hablado sobre lo importante que era hacer sentir al joven en casa, ya que así querría volver, la alfa experta le explicó a su hijo que un cortejo no era sólo prometer cosas, sino también saber mantener el equilibrio entre amor, economía, y acciones que demostraran que sus promesas eran firmes.

Así que allí estaba, paseando por las calles de su pueblo mostrándole al omega todas las cosas que conocía, explicándole como funcionaban otras tantas, etc.

La madre de Crowley, alfa cabecera de la familia Holloway desde que el padre del mismo había muerto, estaba feliz de que Aziraphale fuese cortejado por su hijo. El muchacho había demostrado ser gentil y agradable, su nobleza hacía que todos le tuviesen cariño, su hermana Shax y su esposa Esther le habían dicho que normalmente los omegas eran algo inútiles, pero Azi demostraba todo lo contrario.

Crowley fue detenido por una vieja amiga de su madre, quien al verlo aquél domingo con un omega del brazo no tuvo más que hacer que acercarse a chismorrear. Aziraphale le pidió un momento a su acompañante para ver unos objetos en uno de los puestos, la mujer jaló a Crowley hacia una acera, asombrada de ver al nieto del señor Metatron por aquél lugar.

— ¿Qué relación tienes con ese omega? —preguntó sin filtros.

— Hola señora Pickleen, pues Aziraphale y yo somos amigos —dirigió su mirada al muchacho—. ¿Por qué, a caso es de su incumbencia?

— Sólo he escuchado que en su familia, bueno usted sabe, los omegas son bastante impuros —hizo un ademán, riendo luego—. Pero es sólo su amigo, así que no debe ser tan importante.

— Con total respeto, que no merece, le pediré no hable así de los omegas —alzó una ceja mirándole con desdén—. Y si ve a mi madre, hágame el favor de repetirle lo que me dijo, estoy seguro de que ella sabrá como contestarle.

Dio media vuelta alejándose de ella para ir con Aziraphale quien acababa de tomar un anillo del montón, se lo probó pensando en lo bien que aquello le quedaría. Justo cuando iba a pagar Crowley colocó la mano en su hombro extendiendo el dinero al mercader. Azi le miró y él sólo sonrió dejando un besito en su mejilla.

— No tenías que comprarlo por mi, pero gracias.

— Esta será la primera de muchas cosas que te compre, debes acostumbrarte, cuando nos casemos te haré muchos regalos también —le extendió el brazo para seguir caminando—. Ahora es un accesorio, pero pronto será un anillo de compromiso.

Aziraphale se sonrojó bajando la mirada sin poder disimular la sonrisa de satisfacción en su rostro, ¿no estaba teniendo a caso la mejor cita de su vida? Recordaba cuando su abuelo lo había castigado por aceptar presentes de otras personas, teniendo así que devolverlos y rechazar cualquier regalo. Ahora podía aceptar con total confianza los presentes de Crowley, ya que su hermano había permitido el cortejo, era un adulto ahora y su abuelo no podría interponerse.

Volvieron a la casa luego del mediodía, deteniéndose a almorzar en un pequeño y acogedor restaurante. Aziraphale no paraba de tocar el anillo en su dedo meñique, emocionado por ello aún horas después de que Crowley se lo hubiese regalado. En la sala de descanso había un piano de cola siendo tocado por Dagon, la madre de Crowley, su tía Esther y María, otra invitada, disfrutaban de la melodía en tanto charlaban.

Los muchachos entraron al salón mientras saludaban a las mujeres, la madre de Crowley de inmediato tomó del brazo al omega arrastrando el muchacho al sofá. Este lucía un bonito conjunto color crema, según estaba establecido; los omegas solteros de clase alta debían vestir de negro sólo en los eventos especiales o funerales, de blanco, celeste o beige el resto del tiempo. Para los casados era diferente, usarían la ropa del color que su esposo la comprara, y en algunos casos, ropa del color que representara el escudo familiar de su esposo.