Cristopher

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El tiempo pasó y a su vez el pequeño Cristopher creció, haciendo disfrutar a sus papás de las pequeñas grandes cosas que hacía; las primeras palabras, sus primeros pasos, cuando aprendió a comer solo, y la vez que se cambió de ropa solo. Su abuela estaba muy orgullosa de lo rápido que aprendía, y las tías de Crowley siempre decían que era un niño muy inteligente.

En el transcurso de ese tiempo Beelzebub y Gabriel se casaron, en unos años el príncipe ascendería al trono volviéndose rey, así que Gabriel pronto pertenecería a la realeza. Aún así con todo y sus ocupaciones no dejaban de ir a ver al pequeño Cris, llevándole presentes o simplemente ayudando con cosas como su educación.

Aziraphale le había comentado a Beelz que al último tutor de Cristopher lo habían despedido por tratar al niño diferente. Ellos conocían que Cristopher era un omega dominante por la forma en que desde pequeño usaba sus feromonas, pero no todos conocían a personas de ese subgénero, así que los trataban diferente. Beelz contrató a un nuevo tutor, uno especializado en todas las ramas de los subgéneros, que estaba capacitado para educar a un niño como Cristopher.

Esa noche estaban Azi y Crowley en la habitación del pequeño, arreglaban su cama y pasaban tiempo juntos antes de llevarlo a dormir, como cada noche, leyendo un cuento o simplemente escuchando como había ido su día. Al ser aún muy joven no lo hacían tener demasiadas clases, leer y escribir, y matemáticas básicas, era lo que él estudiaba. Esperarían el próximo año para agregar otras asignaturas, no querían llenar de deberes al nene para que disfrutara de su infancia.

— Papi, mami, hoy aprendí muchas cosas con el tutor que el tío Beelz contrató.

Cristopher, de ahora siete años, hablaba emocionado mientras su padre Crowley arreglaba la cama y su mami Aziraphale recogía los juguetes colocándolos en las estanterías altas donde el niño aún no llegaba. Habían pasado lentamente los años, se podía decir que disfrutaban mucho crecer junto a su pequeño hijo. Azi dejó un besito en la mejilla del niño, tomando asiento a orillas del colchón.

— ¿Te gusta dar clases con ese tutor? —revolvió Crowley sus cabellos—. Entonces podemos decirle a tu tío Beelz que estás feliz con su elección.

— ¿Cuando volverán el tío Gabriel y el tío Beelzebub? Ya quiero jugar con el tío Gabe a las escondidas.

— Pronto volverán de París, ya sabes que fueron a buscar a tu futura prima -le explicó Aziraphale.

— ¡Genial, una niña para jugar! ¿Cuando esté aquí podemos enseñarle mi cuarto de muñecas?

— Claro Cris, seguro se llevarán muy bien.

Sus padres sonrieron quedándose allí un rato más, la abuela entró a la habitación llevando la bandeja con la cena de Cristopher. Saludó a los tres presentes sirviendo la leche con galletas a su nieto, el niño se apresuró a tomarlo bebiendo la leche.

— Buenas noches angelito, que duermas bien —dijo su abuela, dando un amoroso beso en la cabeza al nene.

— Buenas noches abuelita, tenga dulces sueños.

Respondió Cristopher agarrando la galleta para finalmente terminar su cena. Aziraphale y Crowley dejaron un beso cada uno en la mejilla del niño, lo arroparon dejando una pequeña luz de noche prendida, desearon buenas noches y cerraron la puerta dejándole dormir. Ambos padres se apoyaron a la pared suspirando, aveces era difícil ser padres, otras veces era muy divertido, pero el amor por su hijo era único.

— ¿Crees que lo hemos hecho bien? -Azi miró a su esposo.

— Lo hemos hecho de maravilla, y aún nos quedan muchos años más —Crowley abrazó al omega dejando un beso en sus labios—. Lo haremos mejor cada vez.

— Oh querido, te amo, ¿lo sabes?

— Lo sé, te aseguro que yo también te amo.

Sonrió abrazándole mientras caminaban por el pasillo hacia su habitación, lugar donde pasaron el resto de la noche durmiendo. En la madrugada recibieron a su pequeño Cristopher, que al ser sonámbulo se pasaba a la cama de sus papis en las madrugadas. Acurrucaron al cachorro entre ellos y siguieron felizmente durmiendo.

Beelzebub y Gabriel habían contraído matrimonio, luego de presentar las pruebas a favor y ganar el caso nadie pudo negarse a que se casaran. Estaban planeando adoptar, Beelz no quería usar a un omega para luego arrebatarle el bebé como muchos alfas de la realeza hacían, y tras tener muchas veces esa conversación llegaron a la decisión de adoptar.

— Te digo, hay muchos niños desamparados a los que podemos darle una familia —le explicaba Gabriel—. Aunque tal vez no quieras un niño que no tenga tú sangre.

Gabriel no era una persona fácil de reemplazar, y sabía perfectamente que Beelzebub estaba enamorado de él, pero aveces sentía algo de tristeza por no poder darle un hijo a su pareja. Beelz era consciente de eso, también quería hacer feliz a su esposo e intentaba que las cosas respecto a este tema no fuesen mal. Por deber tenía que dejar un descendiente para la corona, y sabiendo que Gabriel quería un hijo decidió darle una sorpresa.

Una mañana tomó las maletas y le informó a Gabriel que irían de viaje a París, esto contentó al otro alfa ya que gustaba mucho de la música y el paisaje parisino.  Tomaron un tren hasta allá y se alojaron en una de las casas vacacionales de la familia de Beelz, los primeros días estuvieron visitando algunos restaurantes, zonas turísticas y disfrutando del arte de la ciudad. Pero un día Beelzebub se despertó más temprano de lo habitual y llamó a Gabriel, pidiéndole que se alistara, irían a un lugar.

— Tengo una sorpresa para tí —dijo mientras iban en el carruaje—. ¿Recuerdas cuando hablamos sobre tener algún hijo?

— Beelz pensé que habíamos dejado eso a un lado, te dije que me haría feliz tu decisión final, con niños o sin ellos yo seguiré siendo tú esposo y seguiré amándote.

— Entonces, ¿qué haré con los trámites de adopción? —sonrió mostrándole los papeles—. Hoy te he traído para que veamos juntos a los niños, ya que soy heredero de la corona las cosas fueron más fáciles.

— ¡Oh Dios! ¿Es cierto esto?

Se emocionó con la idea, pensando en qué tipo de niño deberían adoptar, no muy pequeño ya que estos necesitaban feromonas omega para sentirse cómodos, tampoco muy grandes porque era más difícil adaptarse. Pensando en ello entraron al horfanato siendo recibidos por una de las mujeres, ella les explicaba cómo sería el proceso final, mientras Gabriel caminaba junto a Beelz subiendo las escaleras un par de niños bajaban, la maestra les regañó haciendo que frenaran de golpe, una de las niñas que iba bajando dio un traspié siendo agarrada por Gabriel.

— Ups~ ¿todo bien?

— ¡Lo siento mucho! Iba corriendo, pero ahora iré caminando —sonrió, apartándose de Gabriel—. ¿Vienen a buscar un niño? Siempre escogen a los más chicos.

— Ten más cuidado la próxima —sonrió escuchando a la pequeña—. Si, venimos a ... ¿cuantos años tienes?

— ¿Yo? Ya soy muy grande, tengo ocho años —puso ambas manos a los lados de sus caderas, sonriendo—. Ah, me voy ahora, ¡hasta luego, buena suerte!

La niña se fue corriendo otra vez y Gabriel volvió junto a Beelz y la maestra, quién le mostró a los más pequeños y a los que aún estaban en edad de ser acogidos. Gabe le comentó a su pareja sobre la niña de las escaleras, Beelz supuso que tal vez deberían darle una oportunidad, hablaron con la maestra y ella mandó a llamar a la pequeña. Pasaron varios días y ellos iban al horfanato para visitar a la niña, hasta que finalmente firmaron los papeles de adopción y se la llevaron.

Días después de volver a Londres visitaron a los Holloway's presentando a los niños, Cristopher estaba muy feliz con su nueva prima y pronto se la llevó a jugar. Aziraphale y Crowley felicitaron a los nuevos padres, ahora todos tenían sus propias familias, felices por ello decidieron hacer una pequeña fiesta el próximo fin de semana para celebrar juntos.

Omega y AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora