17. De compras.

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Por la tarde me descubrí mirando el techo del living, había pasado casi una hora en esa misma posición, observando la superficie lisa y clara que se erguía sobre mi cabeza. No podía dejar que el tiempo siguiera transcurriendo sin hacer algo o me convertiría en una roca que solo existe con un fin pero sin moverse del sofá.

Estaba aburrido, no tenía ideas, ni ánimo para seguir pensando.

Subí a mi recamara para alejarme del sofá y observé el closet lleno de prendas apagadas. Tres colores se repetían: gris, blanco y negro. Giré hacia el otro extremo y vi la hilera de zapatos que ocupaban el lugar, todos negros y marrones. No había nada en ese gran closet que me apeteciera vestir y con esa idea en la cabeza, me decidí a salir, ignorando que la compra de ropa por internet, era la opción más segura para alguien en mi situación.

Armé un plan infalible: visitaría una sola tienda y regresaría con algunas prendas un poco más coloridas. Seleccioné una tienda apartada, lejos del centro de la ciudad con artículos actuales y una clientela selecta, algo que limitaría mi encuentro con multitudes.

Salí de la casa y automáticamente se formó a mí alrededor un séquito de personas trajeadas.

- Voy a comprar – dije, pero nadie me respondió.

Una de las mujeres se adelantó hacia la salida y luego de un minuto volvió a aparecer por el umbral de la puerta haciendo señas para que podamos avanzar.

El proceso resultó realmente aparatoso, recordaba bien a mis primeros guardaespaldas y ellos jamás habían realizado este tipo de pausas para avanzar, todo había sido orgánico y fluido. Pero también entendía el accionar de mis nuevos protectores, todos eran omegas y betas, y sabían sobre su desventaja frente a alfas, por lo que comprendía que fueran más precavidos y cautelosos.

Tomé aire y traté de acostumbrarme a este nuevo ritual.

- El auto lo espera en la salida trasera, señor Perdpiriyawong. – dijo otro de los hombres.

- ¿La salida trasera? ¿Cuál salida trasera?

- Señor, sugerimos la construcción de una salida trasera comunicada con el jardín secundario y el señor Rally aprobó la idea. Esperamos que eso no le moleste.

- No me molesta, creo que es una muy buena idea. Si ocurriera algo, tendría una segunda opción de escape.

- Así es, señor Perdpiriyawong... es lo más adecuado...

- ¿Pueden llamarme...? – intenté pedir.

- No, señor Perdpiriyawong. – interrumpió el hombre alto y fornido.

Tragué saliva y me dirigí a la salida trasera, luego de atravesar la casa secundaria, donde me esperaba el auto. Aún no estaba completamente terminada, pero lucía bien.



Los tres autos se detuvieron frente a la tienda de ropa. Creí que podía bajar sin problemas pero me detuvieron. Uno de los guardaespaldas salió del vehículo, se adentró en la tienda y solo cuando terminó de registrarla pude descender. Intenté esconder mi incomodidad cuando cuatro de ellos me escoltaron hasta la puerta, pero no sé si lo logré.

La vendedora se asustó ante el grupo de sujetos que se apostaron fuera de su tienda y que obviamente vio a través de los enormes ventanales del local, sin embargo se aproximó a mi lado cuando ingresé al lugar y con una sonrisa me dijo:

- Buenas tardes, señor Perdpiriyawong. Es un placer recibirlo en mi humilde tienda.

- Buenas tardes. Tiene un lugar muy...

CORONA DE SANGRE (Parte 1: "Sin Omega")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora