35. Detrás de lo que quiero.

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"Yo te amo"

¿Cómo podía decirlo con tanta libertad? ¿Cómo podía soltar tal afirmación, sin antes prepararme para recibirla?

Quise preguntar si era cierto pero los ojos de Zee, me lo impidieron.

Salté a sus brazos y lo rodeé con los míos. Zee tomó mi rostro con sus manos y besó mi frente sin dejar de sonreír, como un niño.

Un pensamiento de nosotros en la cama, me hizo estremecer pícaramente. Zee recién había salido del hospital y no estaba en condiciones de esforzarse tanto.

- Recuéstate. Tienes que descansar. - le dije.

Zee no dejaba de sonreír y depositando un dulce beso en mis labios, me soltó y caminó hacia la cama.

Busqué un pijama en uno de los cajones y lo dejé cerca de él.

Zee me miró un poco sorprendido, pero al instante comenzó a desvestirse. Automáticamente desvié la mirada, pero él dijo:

- ¿En qué habitación dormirás?

¡¿Qué?! Yo creía que estaba invitado a dormir junto a él, en la misma habitación y por supuesto en la misma cama.

- Yo... - tartamudeé anonadado.

- Te sugiero la habitación contigua, es muy cómoda.

Lo miré lleno de preguntas. ¿Estaba enojado conmigo? ¿Pensaba que no quería estar junto a él? ¿Él no quería estar conmigo? ¿No me deseaba? ¿Está cansado? ¿Duelen sus heridas?

Alcé la vista y Zee me miraba expectante esperando por una respuesta:

- Pensé... - dije muriéndome de vergüenza - que podría dormir contigo.

El alfa se sorprendió y al segundo, agregó:

- Es mejor que duermas en otra habitación, estarás más cómodo.

- ¿Sientes algún dolor? - pregunté preocupado.

- Un poco - mencionó acomodándose entre las sábanas de seda.

- Puedo traer un calmante para el dolor.

- No es necesario, con un poco de descanso... pasará. - me aseguró.

Asentí y me dirigí a la salida.

- Espera... - dijo de pronto haciendo que me ilusione. - Ven.

Me acerqué a la cama y la reacción de Zee, me sorprendió. El alfa comenzó a olfatearme deliberadamente.

- ¿Qué haces? - pregunté curioso.

- Solo quería verificar algo.

- ¿Qué cosa?

- No es importante. Ve a dormir. - dijo besando mi mano.



La noche siguiente se repitió la misma rutina, luego de cambiar su vendaje, Zee me sacó de su habitación alegando que debía descansar.

Imploré porque me dijera su estado real, quería saber si verdaderamente se sentía bien, pero siempre que preguntaba, obtenía la misma respuesta: Estoy bien.

Al tercer día, mantuve la calma: Zee poco a poco comenzó a retomar sus actividades y el trabajo fue la primera de ellas. Se dirigía a la oficina por un par de horas, a pesar de mis múltiples protestas. Su salud parecía recompuesta, pero querer retomar su vida con tanta prontitud, me asustaba un poco.

CORONA DE SANGRE (Parte 1: "Sin Omega")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora