36. Mucha acción.

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"Ven a mi casa".

"Ven a mi casa".

"Ven a mi casa".

"Ven a mi casa... Por favor".

Leí en el teléfono. Era el mensaje que Zee había repetido una y otra vez después de que abandonara la empresa.

"¿Por qué no vienes tú a mi casa?" Mandé como respuesta.

"En tu casa, no".

Sonreí ante la respuesta, Zee realmente mostraba una aversión hacia la residencia Perdpiriyawong.

De acuerdo, envié.

Eran las ocho de la noche cuando toqué el timbre del departamento de Zee.

El alfa abrió instantáneamente y me recibió con un apasionado beso.

- ¿Quieres beber algo? - preguntó.

- Sí - respondí temeroso, esperando que no soltara nuevamente un discurso de los peligros del alcohol.

Zee se dirigió al living donde en la mesa tenía lista una botella.

- ¿Puedo hacer una pregunta? - dijo llenando una copa.

- Puedes.

- Como médico; ¿Le recomendarías a alguien que se encuentra en gestación, beber alcohol?

Era una pregunta fuera de lugar, sobre todo porque me estaba conteniendo para no saltar sobre él.

- ¿Embarazo? Jamás recomendaría a una persona, en estado de embarazo, beber alcohol.

- ¿Qué tan malo es el alcohol? - insistió.

- Muy malo, sobre todo para alguien en ese estado. - le aseguré.

- ¿Si estuvieras en esa posición, beberías alcohol? - dijo extendiendo lentamente la copa hacia mí.

- ¿Yo? ¿En cinta?

- Es solo una suposición...- Me detuvo.

- Si estuviera en esa condición... jamás bebería alcohol.

Zee acercó la copa a mi mano y con su rostro expectante, me contempló.

Bebí el contenido, intranquilo, sintiendo que no debía hacerlo.

- ¿No bebes? - le pregunté.

El alfa llenó una segunda copa y la apoyó sobre sus labios pero se detuvo para besarme.

- Beberé todo. - susurró y de pronto, alzó la copa frente mi y vertió el burbujeante líquido sobre mi pecho.

- ¡Zee! - Me quejé ante la gelidez de la bebida.

Zee sonrió maliciosamente y comenzó a frotar la tela mojada. Todos mis sentidos se agudizaron y al instante, sentí mis pezones rígidos. El alfa también lo notó y pellizcó uno de ellos, mientras yo me ruborizaba y él disfrutaba de mi reacción.

Intenté cubrirme pero Zee apartó mi mano y acercó su boca a la playera mojada y comenzó a lamer la zona.

- ¡Dios! - grité, se sentía tan bien.

Zee murmuró un par de cosas que no entendí y me sujetó por la espalda cuando intenté alejarme de su boca.

Al segundo, me quitó la prenda mojada y continuó lamiendo todo mi pecho.

CORONA DE SANGRE (Parte 1: "Sin Omega")Donde viven las historias. Descúbrelo ahora