Capitulo 4

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.Ilaria.

Era por su protección, una decisión importante, una que recibió el apoyo de todos. Pero no el agrado de Ilaria.

Trato de evitarlo, quiso oponerse, pero no logró detenerlos al arrastrarla al interior de aquel carruaje en el que se encontraba. Oía los relinchos de los caballos y las pisadas de los soldados que la acompañarían. El clima exterior había abandonado su habitual aire refrescante, a pesar de estar en primavera, aquel día se sentía lleno de humedad, como si en algún momento un diluvio cayera sobre el reino; o así lo sentía ella.

Sus brazos cruzados sobre su pecho se apretaban cada vez más. Recordaba la muerte de Pearcy con presión, y también su advertencia. Aquello rondaba por la mente de la princesa con el deseo de que aquella persistente corazonada abandonara su interior, deseaba que aquel presentimiento tan maligno que sentía se esfumara y se desvaneciera luego de ver a Pearcy caer, pero no fue así. Al contrario de todo lo que queria, el presentimiento se encendía en ella como las llamas de la hoguera más ardiente, sin alguna opción para apagarla. Un presentimiento que no tenía explicación, uno al que no le encontraba respuesta.

Largos minutos pasó estando sola en aquel carruaje. Había decidido subir sin decir alguna palabra de despedida, ni siquiera a su tío. El rencor y resentimiento que sentía al ver como la alejaban de su hogar nuevamente cuando más lo necesitaba eran más grandes. Tanto que no le importó levantar la cabeza cuando dicha persona entró al carruaje para sentarse frente a ella.

La determinación de un líder eficaz no había abandonado sus ojos, pero la preocupación de un padre estaba floreciendo.

—Espero que entiendas que esto por tu seguridad—murmuró él rey inclinandose hacia adelante, pese a que la princesa no le prestaba la más mínima atención—No puedo arriesgarme a ponerte en peligro, jamás lo hice y jamás lo haré—continuo, pero la respuesta a sus declaraciones no llegó, ella no tenía nada para decir, él sabía perfectamente su opinión—Los mensajeros de Kemp trajeron las respuestas del rey Dhoss lo más pronto posible. Habrá un barco esperando por ustedes en puerto principal, en la frontera. Las llevará a la isla de Kemp, Dhoss accedió plácidamente a brindarles la completa seguridad de su palacio, mientras la guerra sucede.

—Y eso te parece perfecto, ¿No es así?

La voz amarga y expresión acongojada de la princesa jamás cambio. El rey conocía perfectamente su desacuerdo ante aquella desición, por muy agradecida que estuviera con el rey Dhoss. Pero la decisión del rey había sido tomada y se encontraba en proceso.

—Mientras te mantenga a salvo, haré lo que tenga que hacer.

—Alejandome de mi hogar—dijo la princesa amargamente—Sin dejar que logre luchar por él, sin que pueda defender nuestro palacio.

—Proteges el reino estando lejos, estando segura. Armar quedaría perdido si tú mueres, y no lo permitiré—sanjó el rey, y no dijo nada más, aceptó el silencio que la princesa le brindaba. Pero él no dejaba de parecer preocupado internamente cuando inclinó más su cuerpo y beso suavemente la frente de la princesa, dejandola sentir lo rasposo de sus barba sobre su piel—Todo va a estar bien, mi niña.

Fue entonces que el rey bajó del carruaje. Y por un segundo ella pensó que estaría nuevamente sola, pero no fue así. No cuando, después del rey, otra persona apareciera por la puerta. Hizzan habia asomado la mitad de su torso hacia el interior, dejando que el brillo del amanecer golpeara vorazmente el rojo de su cabellera. No subió, simplemente permaneció allí observandola con la misma mirada que el rey mostraba.

—Sé que esto no es de tu agrado, pero es lo mejor—dijo.

Las palabras salían tranquilamente de él, sin dejar mostrar nada más que una determinada aprobación por lo que ocurría. Pero con él, ella no pudo ignorarlo.

CORONA DE SANGRE {Los cuatro reinos #2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora