.Ilaria.
El corazón latía fuertemente bajo su pecho, acelerado con cada paso que daba en aquel campamento. La emoción en su interior por ver nuevamente a su tío se mezclaba con la duda y confusión que provocaba en ella la reacción de Hizzan y los demás, y era algo que no le agradaba.
Luego de dejar a Rhadamanthus con el rey para recibir instrucciones, ella siguió de la mano a su esposo cruzando algunas tiendas del lugar. Sentía la tensión correr por los dedos entrelazados en su mano, y podía notar cómo el rostro de Hizzan, aún embargado en lágrimas secas, era obligado a mostrar algo de tranquilidad y serenidad, pero en sus ojos ella podía notar algo más, preocupación y pena.
En silencio se detuvo a su lago cuando él lo hizo. Frente a la tienda más grande que habia desplegada por todo el claro, se imaginaba claramente que seria la del rey.
Por un momento se esperó que Hizzan le indicara que entrara o le diera el paso, pero simplemente se mantuvo de pie frente a la entrada, antes de apretar suano y girarse ante ella. A pesar de que sostenía con fuerza su mano, su rostro demostraba algo diferente.
—Hay algo que debes saber antes de entrar—murmuró en voz baja.
La preocupación creció en su interior al momento de dar un paso más cerca de Hizzan.
—¿Que está pasando?—susurró ella.
Él suspiró.
—El rey no se encuentra bien, Ilaria.
—¿A qué te refieres?—susurró nuevamente notando un temblor involuntario en su voz.
El mismo temblor se hizo presente en su interior en el momento en el que escuchaba todo lo que su marido le explicaba. Cómo él mismo había sido herido en la batalla, cómo el propio rey había lo había salvado, y cómo al hacerlo se vió herido de gravedad. Al oír como una flecha había atrabesado limpiamente el pecho de su tío sintió como su sangre se helaba. La preocupación en ella se expandió sin evitarlo, la herida en su estómago de hacia semanas aún seguía afectando al rey, según explicó Hizzan. Y sumandole el flechazo, Ilaria no soportaba imaginarse nada.
—Los doctores no han sido optimistas, y el rey ha empeorado desde entonces—terminó de decir.
En los ojos de ella dos lágrimas gruesas había vuelto a salir.
—¿Que tratas de decir?—preguntó temiendo por la respuesta.
Hizzan tomó ambas de sus manos, sin apartar la mirada de ellas.
—Debes ser fuerte, mi amor—murmuró él provocando en ella más ansiedad, hasta que volvió a hablar—El rey está agonizando.
—No.
—Lleva días mal, pero desde ayer empeoró y hoy...los médicos no dan muchas probabilidades, casi ninguna.
Ella comenzó a negar.
—No, Hizzan, no por favor...
—Lo siento—murmuró él atrayendola hacia su pecho, dándole fuerzas con su abrazo—Lo lamento, Ilaria.
—No, no. No podemos rendirnos tan fácilmente—murmuró ella aferrada a sus hombros—Debe haber alguna forma.
Hizzan se separó escasos centímetros de ella, tomando su rostro y apartando las cantidades de lágrimas que brotaban de sus ojos.
—Los doctores han intentado de todo, pero no hay más opciones—explicó afectado—Tu tío se encuentra más en el camino de los dioses que en el nuestro.
—Pero...no...
—Y ahora creo saber qué es lo que aún mantiene con nosotros.
—¿De qué hablas?—preguntó ella en un sollozo confundido.
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CORONA DE SANGRE {Los cuatro reinos #2}
FantasyReinar no es solo llevar una corona, es soportar el peso de un reino sobre los hombros, donde cada decisión puede forjar o destruir. Es caminar la delgada línea entre la justicia y la compasión, enfrentando tormentas que pocos comprenden, con una fo...