.Ilaria.
Al abrir los ojos, su cuerpo comenzó a reaccionar de manera gradual. El brillo del sol se filtraba a través de la ventana cerca de ella y se aferraba a sus párpados, obligándola a despertar. A medida que se despabilaba, notó que su cuerpo se sentía sorprendentemente descansado, a pesar de experimentar cierto dolor corporal persistente.
Cada músculo parecía estirarse y despertar lentamente, recordándole las actividades del día anterior conforme se sentía a si misma enderezandose en una mullida superficie.
Cuando finalmente logró aclarar su vista por completo, se encontró a sí misma arropada por finas sábanas en una habitación elegantemente decorada. La belleza de su entorno la dejó sorprendida. La atmósfera de la habitación parecía estar imbuida de lujo y sofisticación, y se sentía como si hubiera entrado en un lugar completamente diferente.
El interior de la habitación era un deleite para los sentidos. Las paredes estaban adornadas en sutiles tonos suaves, y las cortinas de encaje dejaban entrar la luz del sol de manera suave y delicada. Un amplio tocador de madera finamente tallada y un espejo adornado ocupaban una de las esquinas, mientras que un hermoso cuadro colgaba en la pared opuesta. Un jarrón con flores frescas en la mesita de noche añadía un toque de fragancia y color.
A pesar de la belleza que la rodeaba, su corazón latía con una sensación de temor. Lentamente, pasó su vista asustada hacia sus manos y se dio cuenta de que no había ni rastro de cadenas ni amarres que la retuvieran. La ausencia de restricciones físicas la dejó perpleja y desconcertada, sin entender cómo había llegado a este lugar tan lujoso y aparentemente seguro.
Mientras examinaba sus manos en busca de pistas, su mirada se desvió hacia sus brazos. Fue entonces cuando notó un cambio sorprendente: La venda que solía llevar en su muñeca, antes sucia y desgastada, había sido reemplazada y limpiada con cuidado. La herida que se ocultaba debajo de la venda también había recibido atención, y la piel alrededor de la muñeca parecía sanar poco a poco, pese a las agravadas marcas alrededor de su muñeca provocada por los amarres de sus días anteriores. Esta inesperada mejora en su cuidado la dejó perpleja y se preguntó quién podía haberla atendido y por qué.
Con cuidado, curiosidad, cautela y un atisbo de temor, se deshizo lentamente de las sábanas que la envolvían, revelando su cuerpo. Se incorporó con precaución y sintió cómo su cuerpo respondía con menos dolor que antes. Cada movimiento era más fluido, y la sorpresa se mezclaba con la incredulidad. Finalmente, se atrevió a poner un pie en el suelo y, con esfuerzo, se puso de pie. Sus pies rozaron una alfombra mullida que contrastaba con el suelo duro y frío que había imaginado. La habitación seguía siendo un enigma, pero su cuerpo parecía haber encontrado un grado de alivio.
Vistiendo un suave camisón de seda gris que claramente no le pertenecía, caminó con paso inseguro por la elegante habitación, explorando con cautela lo que parecía ser un mundo nuevo y desconocido para ella.
Mientras exploraba la habitación, su camino la llevó frente a un espejo que reflejaba su figura. Al ver su reflejo, quedó sin habla. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que se había visto, y la imagen que veía ante ella la dejó atónita. Su reflejo mostraba una figura delgada y demacrada. Su rostro parecía agotado, con ojeras profundas bajo los ojos. A pesar de las heridas que habían sanado, su rostro todavía llevaba las huellas de las luchas y las penurias que había enfrentado. Era una visión impactante, y el contraste con la imagen que tenía de sí misma antes de todo lo que había ocurrido le provocó un dolor profundo y desconcertante. Se sintió como si estuviera viendo a una versión completamente diferente de sí misma.
Ya no era la princesa que había salido sana y salva de su hogar en busca de seguridad. En ese reflejo, veía a una mujer cuyo cuerpo y alma habían sido torturados y destrozados por las experiencias que había atravesado. No se reconocía a sí misma, y la imagen en el espejo era una dolorosa prueba de cuánto había cambiado. La sensación de pérdida de identidad y la transformación forzada de lo que solía ser la llenaban de una profunda melancolía. Ya no se sentía como ella misma, y el reflejo en el espejo era un recordatorio constante de las cicatrices que llevaba consigo.
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CORONA DE SANGRE {Los cuatro reinos #2}
FantasyReinar no es solo llevar una corona, es soportar el peso de un reino sobre los hombros, donde cada decisión puede forjar o destruir. Es caminar la delgada línea entre la justicia y la compasión, enfrentando tormentas que pocos comprenden, con una fo...