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—"¡Expecto Patronum!"— Gritó Tom enfadado, frustrándose consigo mismo por seguir siendo incapaz de lanzar su patronus después de intentarlo tantas veces. —"¡Mierda!"
—"Relájate", —afirmó Alexandra, poniendo tranquilizadoramente las manos sobre sus hombros. —"No lo vas a conseguir enseguida".
—"¿Cómo aprendiste a hacerlo?". —Preguntó, pasándose la mano por el pelo. Alexandra suspiró. —"Se trata de un encantamiento muy avanzado, y el hecho de que fueras capaz de producirlo tan fácilmente durante tu quinto año-".
—"No lo sé",— admitió, añadiendo el aprendizaje del encantamiento patronus a la creciente lista de cosas que no recuerda. — "Mira, hay más de una forma de lanzar un patronus. Si no se te ocurre ningún recuerdo feliz de verdad, puedes intentar imaginarte una situación en la que puedas tener uno. Tal vez tu primer día como profesor, o..."
—"¡No tengo ni puta idea de lo que se siente al ser feliz!" — subrayó Tom, suspirando al darse cuenta de que había alzado la voz. —"Estoy imaginando todos los momentos posibles que me han hecho sentir la más mínima emoción positiva, y nada funciona".
—"Ahonda en tus mayores deseos", —le animó Alexandra, haciéndole recordar sus momentos ante el Espejo de Oesed. —"Cierra los ojos y da rienda suelta a tu mente. Sólo por un momento. Concéntrate en lo primero que se te ocurra".
Tom hizo lo que ella le decía, cerró los ojos y respiró hondo mientras intentaba pensar en un escenario que le produjera algún tipo de alegría. Empezó con la imagen que veía en el espejo: una versión más vieja de sí mismo y Alexandra de pie uno al lado del otro. Sólo que ahora había alguien que parecía una versión mucho más joven de Tom entre ellos: un niño. Un niño que crecería con una familia que lo amaría, le enseñaría y estaría a su lado. Un niño que viviría la vida que Tom siempre deseó tener.
—"Es imposible",— se susurró Tom. Sintió que los dedos de Alexandra se enredaban entre los suyos y se relajó por un momento.
—"Nada es imposible",— sonrió Alexandra. —"Tú más que nadie deberías saberlo".
—"He asesinado a varias personas y, como resultado, he dañado mi alma hasta el punto de hacerla irreparable. No deberías actuar como si fuera normal, no hay nada romántico en lo que he hecho ni en la persona que he sido", — continuó Tom, abriendo los ojos.
—"No estoy disculpando en absoluto lo que has hecho",— afirmó Alexandra, dándose una patada en el trasero tras darse cuenta de cuántas de sus acciones parecía tolerar cuando debería haberlas detestado abiertamente. Su moral se veía ensombrecida por la creencia de que las personas, especialmente los jóvenes, son capaces de cambiar a mejor. Siempre lo han sido, y esa cualidad de ella nunca cambiará en ninguna línea temporal. — "He decidido centrarme en lo que has llegado a ser y no en lo que fuiste. Realmente creo que tienes el potencial para convertirte en un gran hombre. Un hombre merecedor de felicidad y amor".
Tom miró a Alexandra, una chica con el alma más hermosa y el corazón más puro, y se preguntó por qué le había elegido a él entre todas las personas a las que cuidar. Le llenó el pecho de una calidez que no reconocía, pero la disfrutó. Se aferró a esa sensación y apartó las manos de Alexandra para sacar la varita. Volvió a respirar hondo, mezclando la sensación de su pecho con la imagen de su futuro con la esperanza de que tal vez fuera suficiente para producir un patronus.
—"Expecto Patronum".
Los ojos de Tom se abrieron de par en par, incrédulo, cuando un pequeño estallido de plata salió de la punta de su varita. No era mucho, pero era algo.
—"Maldita sea, Tom", — sonrió Alexandra, también incrédula. No dudaba de él, pero no esperaba tantos progresos tan pronto. —"Lo has conseguido".
—"¡Expecto Patronum!" — Volvió a gritar, sonriendo como un niño cuando el estallido se hizo más grande. Alexandra se echó a reír, llena de alegría al ver lo emocionado que parecía Tom cuando hacía sólo unos momentos se cuestionaba si era siquiera posible que sintiera tal emoción.
Tom miró a Alexandra con una esperanza recién descubierta llenándole los ojos que nunca habría estado allí si ella no le hubiera dado una oportunidad. Dejó caer la varita y le cogió la cara con las manos mientras la acercaba a él y la besaba con toda la emoción que llevaba dentro.
—"Vaya",— dijo Alexandra sin aliento cuando él se separó. Ambos rieron entre dientes, sin moverse de la posición en la que estaban.
—"Creo que deberías intentarlo",— la animó Tom, cogiendo su varita y dando un paso atrás para dejarle espacio. —"Adelante".
—"De acuerdo", — vaciló Alexandra, fijando su postura y concentrándose en la sensación que aún bullía en su interior por el beso. —"¡Expecto Patronum!"
Al igual que Tom, Alexandra vio cómo el pequeño estallido plateado salía de su varita antes de desaparecer por completo en cuestión de segundos. Ajustó su posición, agarrando la varita con más fuerza mientras seguía su propio consejo y profundizaba en sus deseos. Imaginó los escenarios genéricos, casarse y tener hijos, pero ninguno de ellos reunía el sentimiento que necesitaba para producir el encantamiento correctamente.
Lo único que Alexandra deseaba de verdad era una sensación de claridad, sin la cual no creía poder sentir nunca la felicidad pura. El sentimiento de incertidumbre siempre permanecerá en el fondo de su mente, actuando como un muro entre ella y sus emociones.
—"¡Expecto Patronum!" —Lo intentó una vez más, pero sin resultado.— "No puedo.
—"No te preocupes. Los dos tenemos trabajo que hacer", — Tom sonrió tranquilizadoramente. —"Te agradezco tu ayuda".
—"Por supuesto", —afirmó Alexandra, emocionalmente desinflada por su fracaso, pero negándose a demostrarlo. En lugar de enfurruñarse, centró su atención en algo que la hizo sonreír.— "Tienes una sonrisa maravillosa. Ojalá la mostraras más a menudo en lugar de esa media sonrisa que haces".
—"No puedes forzarla", — bromeó Tom, dando un paso hacia ella. — "Saldrá cuando quiera".
Alexandra se rió, con el corazón latiéndole más deprisa a medida que Tom se acercaba a ella. Ambos respiraron hondo y volvieron a besarse, fundiéndose el uno con el otro. En contraste con la forma habitual e intensa en que llevaban a cabo la acción, esta vez se sintieron tranquilos, ya que el beso fue lento, suave y dulce. Se tomaron su tiempo, disfrutaron del momento en lugar de apresurarse, se apartaron del mundo que les rodeaba y se concentraron únicamente el uno en el otro.
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4. Holding on
Acak¿Qué habría sido de Alexandra River si Tom Riddle no la hubiera enviado de vuelta a 1996? Secuela de la serie 'touch' Traducción Autorizada por : @modern-july