La madrugada fue difícil. Normalmente, su chispa mágica le ayudaba con las heridas, pero esta vez fue diferente. No obtuvo una oleada reconfortante de hormigueo y la sensación calmante de su piel curada, en su lugar sintió un escalofrío y un picor que llenaron sus ojos de lágrimas.
—¿Chispa? —preguntó, tratando de tocar su espalda. Nunca antes había sentido algo así, luego de un castigo sus heridas se curaban solas—. No te preocupes, chispita mágica, vamos a salir de este lugar pronto—
Tomó su desgastada manta y colocó en ella sus pertenencias más preciadas: su nuevo libro, el soldado de juguete y, por supuesto, sus crayolas. Estaban un poco rotas, pero sus colores aún eran bonitos y funcionaban.
Aunque era pequeño, no era tonto. Sabía que la nieve era fría, así que se puso varias de sus camisas, agradeciendo por primera vez que fueran tan grandes como su primo.
Respiró despacio, intentando escuchar afuera. En poco tiempo, Dudley pediría leche caliente y tía Petunia estaría con él hasta que se durmiera. Tío Vernon ya debería estar en la cama... eso le daría el tiempo suficiente para empujar suavemente la puerta del armario y deslizarse hacia afuera.
Si esperaba demasiado, su tía recordaría que no había puesto el pestillo luego de su castigo y perdería la oportunidad de escapar.
Cuando escuchó a su primo llorar su plan se puso en marcha. Escuchó los pasos y, cuando estuvo seguro de que no se encontraría con nadie, empujó suavemente la puerta de su armario. A su corta edad, había aprendido a ser silencioso y a deslizarse sin ser notado. Esta sería su mayor ventaja.
Caminó despacio y esperó frente a la puerta el momento perfecto para salir. No tuvo que esperar mucho, ya que Dudley lanzó uno de sus habituales gritos. Esa fue su señal.
Abrió la puerta y corrió. No miró atrás, simplemente se concentró en poner un pie delante del otro. Habría deseado tener un par de zapatos cómodos, pero los monstruos como él no podían usarlos. Habrían sido muy útiles.
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¿Era posible odiar más a Tom Riddle? Para algunas personas, probablemente sí. Había sido un loco asesino a sangre fría, con un odio irracional inclinado hacia el racismo por la pureza de sangre... eso cuando su alma estaba fragmentada y su cordura consumida, de alguna forma sabia que eso no era todo pero era mas de lo que el mundo mágico sabia.
De cualquier modo, Severus no podía odiarlo, al menos no demasiado, ahora que volvía a ser el hombre coherente, sin ideas cuestionables y la única figura paterna que tuvo en su vida, aunque odiara admitirlo.
—¿Por qué no estás en Privet Drive, Severus? —preguntó la personificación de sus pensamientos mientras entraba por la red Flu y se dirigía a la cocina como si estuviera en su propia casa.
—El niño Potter no salió ayer, supongo que no lo hará tan temprano en la mañana —respondió Severus cortante
Tom sirvió dos tazas de té y le ofreció una mientras lanzaba un hechizo tempus tras de él.
—Son las diez de la mañana, no es temprano para un niño de su edad, tiene cinco años, ¿verdad? —preguntó, mirando con una ceja alzada al hombre frente a él.
—Debe haber cumplido seis hace poco. Es un malcriado, en caso de que esté despierto, probablemente se encuentre en su cama mientras le preparan el desayuno —respondió Severus, revolviendo su té.
—Al parecer conoces muy bien al chico— dijo el contrario con su siempre tranquila voz
—No tengo que hacerlo— respondió alzando los hombros y dándole un largo trago a su taza —Debe ser igual a su padre, un mocoso malcriado—
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𝐏𝐨𝐭𝐢𝐨𝐧𝐬, 𝐛𝐫𝐞𝐞𝐝𝐢𝐧𝐠 𝐚𝐧𝐝 𝐬𝐮𝐫𝐯𝐢𝐯𝐢𝐧𝐠
أدب الهواةCuando Severus Snape es obligado a visitar al niño que sobrevivió no esperaba que todo fuera de esa manera. Obviamente los personajes y el mundo de Harry Potter no me pertenecen, eso es obra y gracia de la perra homofóbica de J.k Rowling, de resto t...