Llegaron a la playa, se subieron al yate que rentaron y Damián empezó a dar un pequeño recorrido.
—Aquí arriba está la pequeña sala y para hacer comida, y este de aquí abajo —bajo unos escalones—, es una habitación y al lado el baño.
—Que lindo, es como una pequeña casa flotante.
—Un día de estos me voy a comprar un yate y lo bautizare con el nombre “Navarro”.
—mencionó Jorge.Silvia carcajeo y se acercó a abrazarlo por detrás, depositando un beso en su cuello.
—¿Y me vas a llevar a navegar?
—No lo dudes guapa, hasta la cama vamos a estrenar.
—¡Jorge! —Lo regaño avergonzada.
Sus amigos solo rieron con Jorge.
—Esta bien, ya. —Satisfecho, la tomo de la cintura y se sentaron juntos en un pequeño sillón de cuero café que había.
—Hey, ya casi llegamos. —advirtió el pelirrojo, Damian.
—Vamos a bucear y ver a los delfines. —dijo emocionada Jane.
—Me dijieron que nos tenemos que poner estos trajes y estás cosas en los pies—les dió los trajes el pelirrojo—, para poder bucear, y estar con los delfines, allá va estar el señor para ayudarnos.
Llegaron a dónde se encontraban otras personas en un barco, ellos los iban a ayudar a bucear y nadar con delfines.
Un señor subió con ellos para ayudarles a colocarse correctamente los trajes. Colocó una máscara de buceo a todos, junto con un pequeño tanque de oxígeno en la espalda para que pudieran respirar bajo el agua.
el señor dijo:
—Bien, ahora van a sentarse en la orilla, de espaldas, cuando yo les diga se van a tirar de dos, okay? Flotando —dijo el barbón.
—Ustedes primero. —señalo a la albina y al pelirrojo. Jane y Damian cuando dieron la señal, se aventaron.—Me da un poco de nervios Jorge —suspiro agitada—, aventarnos al mar, abierto y muy profundo.
—No te preocupes mi amor, aquí estoy yo para cuidarte —se acercó a ella para besarla—. Vamos a tirarnos juntos, va?
Silvia asintió. Jorge la miro y cuando el señor les dijo, juntos, se aventaron a la profundidad del mar.
—¡Jorge! —se desespero Silvia, tratando de no entrar en pánico al no sentir el piso.
—Aquí estoy guapa, tranquila —flotando, se agarro de un palo que colgaba del yate. Se acercó a Silvia y con un brazo la tomo de la cintura—. ¿Te da miedo el mar?
—Tengo un poco de talasfobia, unos pequeños traumas de pequeña. —confesó, recordando la vez que de pequeña fue a la playa con sus padres y una ola se la llevo a la profundidad, no sabía nadar, todos se asustaron y corrieron a salvarla.
—¡Hey! Vengan para acá, ya vamos a sumergirnos —dijo Damian.
Jorge tomo la mano de Silvia y nadaron hacía dónde se encontraban sus amigos y los que les iban a ayudar.
—Van a abrir el grifo de su bomba y empezar a respirar a través de la mascarilla. Cuando inhalen, el oxígeno pasa a través de la bomba y alcance el respirador.
—Okey.
Se colocaron las máscaras y hicieron lo que el señor les dijo para se sumergerse. Al entrarse nadando al profundo mar, observaron como varios peces los rodeaban.
Siguieron el recorrido guiado por el barbón, vieron varias especies marinas, cómo peces coloridos o enormes tortugas.
Después de un momento se aproximaban algunos delfines, en cuidado, lo que estaban esperando; Cuidadosamente se acercaron a ellos y veían como nadaban o hacían uno que otro truco que les habían enseñado.
Damian saco una cámara sumergible, especial para el agua, y empezó a tomar algunas fotos. Jorge y Silvia se acercaron con un pequeño delfín y posaron para que les tomaran una foto, luego se alejaron porque rondaba la que parecía ser la mamá del pequeño delfín.
Tiempo después, volvieron hacía arriba en la superficie, para subir al yate.
Subieron y se quitaron los trajes y el equipo. Agradecieron al señor por la increíble experiencia y manejaron de vuelta a la isla.
—Bueno chicos, Damian y yo vamos a ir al hotel a empacar unas cosas que nos faltan para volver de vuelta a los Angeles, ¿ustedes que harán?
—Ahorita nos vemos en el hotel, iré con Silvia a dar un último paseo por la playa.
—dijo Jorge.Damian y Jane se fueron, dejando solos a Silvia y a Jorge.
—¿A dónde iremos? —preguntó curiosa.
—No preguntes, solo sígueme.
Tomo la mano de ella y empezaron a caminar, varios minutos después llegaron a una zona de la playa dónde no había nadie, solo abundaban muchas plantas y árboles por doquier, a lo lejos se veía un sendero de tierra sobre la arena.
—Jorge, estamos muy lejos, no hay nadie.
—exhaló agitada.—Ese es el plan... —sonrió seductoramente.
Se adentraron hacía las plantas silvestres, y siguieron el camino de tierra. Estába cubierto de mucha vegetación, continuaron caminando, haciendo a un lado las plantas con sus manos, Silvia solo caminaba agarrada a Jorge, estaba un poco preocupada al pensar que se podían perder, no conocía el lugar, solo se escuchaba el sonido de agua.
Unos cuantos pasos mas y quitando un par de hojas, llegaron hacía un hermoso lugar.
Una enorme cascada cristalina se asomaba, el paisaje era realmente hermoso, estaba rodeada por unas grandes rocas planas, y muchas lindas flores.—Dios, ¿cómo sabes de este lugar?
—preguntó, totalmente perpleja y asombrada.—Lo encontré en un mapa, es parte de tu sopresa. Una hermosa cascada.
—Me encanta, es hermoso aquí.
—Mas hermoso lo que haremos. —rió con picardía.
—¿Que planeas eh, Salinas? —sonrió mirándolo traviesa.
—No lo sé... —dijo con deseo en su mirada—. Solo imagínate, mi cuerpo chocando con el tuyo mientras nos cubre está hermosa y helada agua cristalina, ¿Que te parece?...
Silvia tomo el mentón de Jorge y hizo que la mirara fijamente. —Me encanta la idea.
—dijo provocativa.
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El deseo en tu mirada
Romansa¿Se puede el rencor convertir en deseo? La única manera de comprobarlo es fácil, con tan solo verte a los ojos puedo notar el deseo en tú mirada. Quien iba pensar que su vida iba cambiar tan repentinamente, por la persona que menos quería ver en el...