3⛥The Attittude

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⛥Capítulo dedicado a todos los que han sabido ser pacientes

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Capítulo dedicado a todos los que han sabido ser pacientes. A veces hay etapas del alma que son demasiado oscuras y para volver al equilibrio es necesario andar sobre ciertas rocas llameantes hasta volver a la armonización. Gracias de nuevo.

Lealtad eterna, Geneva Morte.











Mi pecho se alzaba en agitadas respiraciones.

El sudor en mis brazos, cuello y frente fue abanicado por una leve brisa producida por la puerta de la habitación vacía al abrirse.

No me hizo falta mirar al individuo que se aseguró de respetar mi elección a la hora de no encender la luz, obteniendo así la energía de la luna como única fuente de iluminación. Mis ojos viajaron al suelo donde estaban tumbados todos los cuerpos que no habían podido vencer a esta lilim.

Sujetaba con fuerza mi daga en la mano derecha y no sintiéndome satisfecha con la hora y media de intenso entrenamiento moví con maestría el dedo índice y corazón de la mano izquierda para ordenarle a la magia níritri el volver a diseñar más sombrías siluetas con forma humana, todas con el objetivo de separar la cabeza de mi cuerpo.

De reojo me percaté cómo la silueta a mis espaldas se apoyó contra la puerta cerrada con sus musculosos brazos cruzados. Podía sentir su mirada intrigada con una ceja alzada. Le di varias vueltas a la daga en mi mano al volver a estar rodeada de más de diez cuerpos y flexionando un poco mis rodillas coloqué el arma a la altura de mis senos, formando así una posición de ataque que fue seguida de un silencio en el que ni siquiera mi respiración se hizo presente.

Continué sosteniendo el aire en mis pulmones unos segundos más y cuando mi mente logró tener una imagen perfecta del entorno a pesar de tener los ojos cerrados tuve eso como la señal para comenzar.

Y de golpe exhalé con fuerza al tiempo que el enemigo de la izquierda se abalanzaba sobre mí.

La daga rozó su cuello y desintegrándolo arrugué el entrecejo cuando parte de su energía oscura quedó flotando unos segundos en el aire, nublándome la vista cuando otro aprovechó esa ventaja para impactar su puño contra mi bajo vientre.

Me doblé sobre mí misma y antes de que golpeara mi rostro con su rodilla sujeté con fuerza esta para después ponerme en pie y y torcerla de ángulo de modo que perdiera el equilibrio. Antes de que su espalda chocara contra el suelo dirigí mi daga a su pecho. Esta quedó enterrada en la alfombra por la fuerza empleada y sin tiempo que dedicarle para sacarla me puse en pie para esquivar otro ataque por mi espalda. Sujeté sus brazos cuando me rodearon e impulsándome hacia delante logré arrojarlo lejos de mí. Cada enemigo que desaparecía volvía multiplicado por dos por lo que inevitablemente mi propia magia comenzó a ponerme las cosas difíciles.

Jadeando y con el cabello sobre mi rostro me apoyé contra la pared cuando uno asentó un puñetazo en mi mandíbula. Escupí sangre negra antes de volver al ataque pero los enemigos parecieron sufrir un escalofrío cuando sintieron una energía totalmente diferente entrar en escena.

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