16 - Apuñaladas discretas

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Ver una película varias veces puede ser tedioso y poco emocionante, pero cuando estás en una crisis existencial, cualquier película puede ser repetida tantas veces como quiera.

En este caso, octava vez.

- Ya deja de llorar Enid - se recostó a un lado de la rubia con un peluche que rápidamente fue arrebatado de sus manos.

- A-ahora m-me odia - lloroqueaba - Me o-dia - susurraba entre hipidos abrazando con fuerza el peluche de un gatito negro que anteriormente estaba en los brazos de la vampira.

- No te odia Enid, Merlina es as-

- ¡Ya n-no me habla, ni me mira, ni nada! - explotó en sollozos en los brazos de su mejor amiga.

- Que haré contigo, lobita - palmeaba varias veces su espalda.

Días atrás..

Caminando de un lado a otro con las manos cruzadas detrás de ella sin saber por qué lo hacía pero lo estaba haciendo, era como una forma de aliviarse a sí misma.

- *.. ¿Entonces tú qué opinas? - se detuvo en seco esperando impacientemente una respuesta de la pelinegra que estaba en su máquina de escribir tecleando como si no fuese un mañana.

- No lo sé - fue lo único que respondió Merlina pero con un tono de voz que la licántropa nunca había escuchado, un tono de voz que no podía descifrar qué emoción estaba transmitiendo.

- ¿Estás bien? - preguntó con preocupación mirando fijamente la espalda de la pelinegra, la rubia siempre estuvo acostumbrada a las las reacciones que tenía Merlina a sus preguntas, estaba acostumbrada a sus respuestas y a su tono de voz, Pero últimamente había estado bastante diferente y eso le causaba bastante intriga y preocupación a su roomie.

- Si - respondió cortante y fría.

Más de lo que debería.

En realidad no le estaba prestando atención a la rubia, extrañamente no lo estaba haciendo, simplemente estaba pensando muchas cosas, había llegado a la conclusión de que alejarse de la rubia significaba alejarse de los sentimientos que poco a poco lo estaban consumiendo.

Era una conclusión bastante extraña pero en estos casos la pelinegra ya no sabía qué hacer, ya no sabía cómo lidiar con el tornado que se hacía en su estómago cada vez que la rubia la miraba.

Además, un descanso de enid no le vendría mal.

Enid tenía novio, era un chico y no una chica, y se amaban.

No tenía por qué haber un tercero.

Y así empezó todo..

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- Ya enid, tienes como dos horas llorando, te vas a secar - rio nasalmente su amiga intentando que la diversión se le transmita a su deprimida amiga, pero ni siquiera sus chistes horribles servían.

- No se que hice Yoko, intenté disculparme de todas las formas posibles con ella y simplemente me dijo que no había ningún problema entre nosotras dos - sollozo - ¡Pero yo sé que si! - se abrazo aún más a el peluche que ahora estaba húmedo.

- Sinceramente yo no sé cómo consolar personas, perdón - susurro lo último abrazándola con protección y recibiendo abiertamente el mar de lágrimas que humedecida su hombro.

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Tal vez el alejamiento de la rubia había ayudado considerablemente el caos que tenía su oscuro y casi inexistente corazón, pero había ayudado.

Opposite Poles | wenclair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora