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Todos en el infierno siempre tienen al menos un enemigo o dos. Charlotte Morningstar no es la excepción, aunque no son enemigos como tal; a nadie le agrada la idea de poder redimirse, por eso, algunos pecadores no simpatizan con el objetivo del Hotel de la hija de Lucifer. ¿Qué pasa con los enemigos? Nadie es libre de ellos, como los pecados que los llevaron ahí, hay muchos por doquier. Pero, los que ven a la princesita Morningstar no la odian, tampoco sienten algún rencor hacia su persona.

Pero, puede que las personas que la rodean si los tengan y por consecuencia apunten hacia ella como a su hotel.

Cómo Alastor y Lucifer.

¿Quién no desearía acabar con el soberano? ¿Quién no quisiera desaparecer al Overlord de la radio? Vamos, todos suelen tener esa fantasía de derribarlos de sus pedestales y verlos en el suelo; con la basura, dónde deberían estar desde el inicio.

— ¿Esto es enserio, Ángel?

Pero, volviendo con los que no apoyan el ideal de la rubia.

Estamos frente a Valentino, un Overlord director que hace películas pornográficas para los pecadores enfermos y asquerosos que abundan en esa región. ¡Es el maldito ojete de la fornicación audiovisual! Y gana mucho dinero explotando a sus actores y actrices, como lo es Ángel Dust, el querido amigo de la princesa Morningstar.

El pobre chico araña tiembla bajo la mirada violeta del qué parece una mariposa, y por el miedo que siente por el de más grande estatura no es capaz de decir una sola palabra.

A vista del hombre mariposa, Ángel se ve ridículo.

— Pregunté ¿Esto es enserio, Ángel? — lo que pareciese es una capa de un rey, se alzaba a sus espaldas simulando ser un par de alas.

Ángel tembló y negó, encogiéndose en su lugar.

— N-no, l-la carta la e-envió Charlie, ella... Ella...

¡Plaf, plaf!

Un hilo de saliva y sangre bajo por la comisura de sus labios dejando su cabeza en un ángulo doloroso, el mariposa jaló su cabello hacia atrás y un gemido de dolor se escapó de su boca.

— ¿Sabes que esa maldita perra me tiene hasta los huevos de harto como para que tú vengas y traigas una carta como si fueras su perro? ¡Eres mi perra, Anthony! — lo soltó a la vez que lo empujó contra un mueble — ¡Ni se te ocurra volver a traer algo como eso a este lugar! Dile a la perrita de Lucifer que venga a dar la cara en lugar de su princesita.

Ángel miraba un punto fijo en la nada.

... ¿Por qué Valentino se endureció solo por una carta? ¿Qué es lo que decía para que el humor de ese idiota se arruinará de esa forma? Soltó un suspiro agotado, después de esto tendrá que buscar un lugar para dormír... No quiere que Charlie lo vea de esa forma.

¿Puede ocultarle algo a la princesa?

— Oh, Val... ¿Qué es lo que te tiene tan mal amor mío?

Ah, otro ser repugnante entró en el camerino del chico araña que sigue en el suelo.

— La perra de Lucifer, la princesita Morningstar quiere que rompa el trato con Ángel. ¿Puedes creerlo? ¡Esto es indignante! — veía de vez en cuando a Ángel y solo era para darle patadas o escupirle.

Vox sonreía, ignorando al pobre chico tendido en el suelo.

— ¿Sabés? Mis cámaras captaron algo interesante hace un par de días en el palacio. — le susurró al oído al mariposón.

— ¿Qué es? — dijo más calmado y con interés, miró a su estrella antes de continuar hablando — Salgamos primero, no quiero que haya una lengua larga por aquí.

Conquistaré a Lucifer. [Radioapple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora