Después, mi tía me recogió y fuimos a casa. Hubo silencio en el carro mientras llegábamos; la distancia entre la casa y la high school es de 15 minutos en auto. Entré a casa, saludé a mi mamá y a mi abuela, y seguí por las escaleras. Fui a mi habitación y me quedé dormido, agotado por el día. Mi tía me despertó porque teníamos visita y íbamos a cenar. Me levanté de la cama, me lavé la cara en el baño y bajé las escaleras. Al llegar a la planta baja, vi a un hombre alto, de piel clara, con una elegante barba y calvo, acompañado de una dama de estatura baja, de piel clara, con ojos verdes y cabello negro. Adam estaba sentado en la mesa junto a mi tía.
—Hola —dije al entrar en la sala, con dudas y nervios, preguntándome qué hacía Adam en la casa de mi tía.
—Hola, ¿cómo estás, querido? —dijo el hombre con una sonrisa cordial.
La señora me miró con una expresión amistosa mientras Adam levantaba la mano en un saludo.
—Disculpa, mi nombre es Leonardo. Soy de México, y esta es mi esposa, Emily. Este es nuestro hijo, Adam. Tu tía nos invitó a cenar esta noche —dijo Leonardo.
—Mi nombre es Harry y soy de Hawái —respondí con una sonrisa.
—Es un placer conocerte, Harry —dijo Emily, acercándose para darme una cálida bienvenida.
—Igualmente —respondí, sintiéndome un poco más relajado.
Nos dirigimos a la mesa, donde la conversación fluía de manera amena. Leonardo y Emily eran muy amables y me hicieron sentir bienvenido. Mientras cenábamos, la conversación giró en torno a nuestras culturas y experiencias. Emily y Leonardo estaban encantados de escuchar sobre Hawái y la vida allí, mientras yo estaba interesado en conocer más sobre México y su cultura.
Me quedé pensando por qué siempre repetía la misma frase. Sonaba como una grabación: "Hola, soy Harry, soy de Hawái". ¿Por qué todos deberían saber de dónde soy?
Me senté a la mesa y observé los dos tipos de comida que había: hawaiana y americana. Había aros de cebolla, ternera y pollo, además de poi, saimin y lau lau. Mi familia se sirvió de ambos lados, mientras yo me concentraba en toda la comida hawaiana que había en la mesa, junto con algunos aros de cebolla. Noté que la familia Williams no probó la comida hawaiana, lo que me hizo sentir un poco fuera de lugar.
Cuando terminamos de cenar, nos levantamos de la mesa y salí de la casa para disfrutar de la noche. El aire fresco me hizo sentir un poco más en calma. Mi madre pronto se unió a mí en el jardín, y nos quedamos en silencio por un momento antes de que ella hablara.
—Sé que no es fácil, pero tienes que hacer que este país sea tu hogar. Daría cualquier cosa por estar en Hawái, pero no es posible en este momento. Voy a intentar que vayamos en verano, te lo prometo —dijo mi madre con un tono reconfortante.
—Está bien —respondí, tratando de sonar más optimista de lo que me sentía en realidad.
—Quiero que sepas que esto es solo un nuevo capítulo. A veces es difícil al principio, pero estoy segura de que te acostumbrarás —continuó mi madre, dándome un abrazo.
Subí a mi habitación a llorar y, al rato, bajé a buscar algo de beber. La familia Williams se había ido y mi mamá estaba hablando con mi tía. Me vio, me abrazó y me dio un beso. Me dijo que fuera a la cama porque al día siguiente tenía clase.
Al día siguiente, volví a mi habitación y comencé a escuchar "Hawaii Roller Coaster Ride". La canción me recordó al mar y a mi padre. Mi mamá llegó un par de minutos después. Abrí la puerta y sonreí. Ella comenzó a bailar conmigo y luego nos quedamos dormidos.
A las 6 de la mañana, me levanté, me organicé y bajé a desayunar unos gofres.
—Harry, hoy Leonardo, nuestro vecino, te llevará a la high school —dijo mi tía.
—¿Por qué no puedes llevarme? —pregunté.
—Tengo una cita con el dentista —respondió ella.
Tocaron la puerta y la abrí.
—Hola, Don Harry —dije con una sonrisa.
—Hola, Sr. Harry, ¿estás listo? —preguntó Leonardo.
Entré al auto y Adam me saludó con la mano. Llevaba sus auriculares puestos.
—Camino a la high school —dijo Leonardo, entusiasmado.
Durante todo el trayecto, Leonardo me habló de su amor por los planetas y el universo. También mencionó cuánto amaba a su esposa y su deseo de tener más hijos. Adam, en cambio, estaba en silencio, escuchando música. Cuando llegamos a la high school y nos bajamos del auto, Adam me hizo una pregunta inesperada:
—¿Qué piensas de mi papá? Habla mucho.
—Es increíble, tu papá —respondí, tratando de ser amable. Adam sonrió y se despidió, y se fue hacia el otro lado del pasillo.
Una niña corrió y se estrelló, haciendo que todos los papeles se cayeran de su carpeta. Me acerqué para ayudar a recoger los papeles.
—¡Muchas gracias! Mi nombre es Luz —dijo ella.
—Soy Harry. También conocido como un hawaiano increíble —respondí con una sonrisa. Ella rió y dijo:
—Harry, me alegraste el día. ¡Hasta luego!
Fui a todas mis clases y entendí mejor el material que el día anterior. Durante el almuerzo, comí espaguetis con brócoli.
—Siempre quise ir a Hawái, pero es caro, o eso dicen mis padres. Soy de Colombia, pero crecí aquí. Mi segundo nombre es María, pero no me gusta mucho. Me encanta el café, ¿y a ti? —dijo Luz.
—A mí también me encanta el café. Mis padres tenían grandes cultivos de café —respondí. Ella dijo:
—Es increíble.
Hablamos de dinosaurios, comida y nuestro apego a diferentes lugares. Cuando sonó el timbre anunciando el fin del almuerzo, me dirigí a mi siguiente clase.
En la clase de música, toqué el violín. Luego vi algunos videos. Adam no estaba allí; no asistió a la clase. El maestro me dijo que algún día podría componer una canción.
Mi tía me dijo que tenía su primera clase de hockey ese día y me quedé impactado. Cuando llegué a casa, me puse el uniforme de hockey; estaba muy emocionado. Todos me recibieron muy bien. La clase fue genial y esas dos horas pasaron rápido. Mi mamá tomó fotos con lágrimas de orgullo. Después hubo una competencia y vi a chicos y chicas que me parecieron interesantes. Me sentí un poco confundido porque mi sexualidad no estaba definida; hasta hace poco, pensaba que me gustaban las chicas. Después comimos helado, y mi mamá me recordó lo orgullosa que estaba de mí mientras mirábamos el atardecer.
Llegamos a casa de mi tía, pero no había nadie allí. Mi mamá cocinó poke y cenamos los dos. Ella consiguió un trabajo en casa y empezó a responder algunos correos electrónicos. Esa noche me fui a la cama pensando: ¿me gustan los niños, las niñas o ambos?
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EL OCÉANO EN TUS OJOS - (NUEVA VERSIÓN).
RomanceHarry, recién llegado a San Francisco, lucha con su pasado en Hawái y se siente perdido. Todo cambia cuando conoce a Adam, su vecino y talentoso jugador de hockey de ojos azules. Al principio, se vuelven inseparables, pero el éxito de Adam lo transf...