Érase una vez, cómo comienza todo cuento, un hombre. Este sujeto vivía una vida totalmente planeada, su vida era un esquema el cual contaba con una apretada agenda tan cerrada como el hilo de una aguja, era difícil que entrara una nueva tarea en ella.
Su rutina consistía en solo levantarse, bañarse, desayunar e ir al trabajo del cual salía algo tarde. Iba de noche a un gimnasio y luego de la caminata a su casa y un largo baño, se sentaba en su sofá frente al TV, comía unos trozos de pizza y trabajaba en casa. Su rutina era lamentable, vivía estancado en ese bucle hasta que un día, se sintió mal en su centro laboral y se desmayó.
Despertó en un hospital, aturdido, agotado y con su cabeza dando tumbos. Llegó un doctor a la habitación y habló con él.
Nuestro sujeto en cuestión vivía solo, sus padres habían muerto en un accidente de tránsito hacía años y su abuela, quien se convirtió en su tutora legal había fallecido hacía tan sólo uno. Había crecido como un hombre noble, sencillo y trabajador. Tenía lujos más se había cerrado al mundo... "Calló en la Monotonía"
Su rutina era diariamente la misma, excepto los sábados cuando se permitía un respiro al ir de compras y salir a algún que otro bar hasta las 10 de la noche.
No tenía vicios, mas aún así, su cuerpo engendró un cáncer terminal. En su cuerpo saludable había una mancha terrible que se esparcía. Le dijeron que tendría 8 meses y que tal vez 12 si se trataba, pero el se rehusó. Dijo:
"De algo moriré, pero de cierto te digo que no tengo por qué estar vivo."
Diciendo esto se marchó de aquel hospital con una amplia sonrisa y se dijo a si mismo:
"Llegó la hora"
Fue a su casa y tomó todos sus ahorros. Era una enorme suma, trabajaba para mantener a su abuela y a el mismo además de que en su mayoría de edad, tenía un buen sueldo.
Hizo un par de maletas y dijo, aquí termina mi vida. Habiendo preparado su equipaje salió y fue al aeropuerto. Viajó, fue a muchos lugares, tuvo fiestas, hizo amigos, conoció personas, fue detenido, tuvo amantes, trabajó cuando terminó su dinero más se las arreglaba para sobrevivir. Era feliz... Y lo fué hasta su último día. Murió saliendo de una disco a horas tempranas del alba. En un cuarto de hotel se lanzó en su cama y lentamente fue cerrando sus ojos y acomodando sus pesados párpados con una sonrisa esbozada en sus labios.
Y cuentan que en su casa, en una pared de su habitación, se encontraba un horario de vida rasgado y roto...
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Así como él pudo romper su monotonía, espero puedas hacer lo mismo con la tuya. La monotonía te absorbe y salir de ella es muy difícil, mas no debes aguardar a que un hecho trágico te saque de ella. Vive cada segundo cuál si fuera el último y las cosas como si fueran las primeras y no tendrás más. Es una forma de vivir feliz.
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Feliz 29 de febrero
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Cuentos para reflexionar
Historia CortaCuentos seleccionados y traídos hacia ustedes por este humilde chico para q reflexioneís acerca de sus acciones diarias y corrijáis lo mal hecho.