Atando cabos...

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La amazona se colocó su disfraz e ingresó al templo de Atena, donde se llevaba acabo la poco usual celebración

La luz era muy tenue, daba una extraña sensación de misterio e incluso romanticismo, las parejas bailaban ritmos variados y ella se sentía fuera de lugar

-¿Dónde estas? - con la mirada buscaba al dorado de Escorpión pero no lo encontraba entre el humo artificial y las parejas que se fundian en un abrazo sensual

Su disfraz constaba de un vestido color café claro con holanes rojo y blanco, una ancha crinolina que le daba volumen al final del vestido, una botas vaqueras del mismo tono cafe, se había puesto una medias de red con un liguero que llevaba moño de color rojo, haciéndole juego un sombrero café de medio lado y una pañoleta en el cuello.

Al pasar por el centro de la pista había levantado bajas pasiones de los hombres en el recinto, asimismo fue bombardeada por la lluvia de flashazos de André que no quiso perder el más mínimo detalle de la belleza de la joven

-¿Se puede saber que significa esto? - La cobra echó el cabello hacia atrás con cierta fuerza para mostrar su enfado

-Soy André: el dominó blanco, y no pude evitar plasmar toda la hermosura que despides con este atuendo, eres más bella de lo que creía, mi querida Shaina- el rubio tomo su mano y deposito un casto beso sobre ella, a pesar de su molestia, la peliverde esmosó una pequeña sonrisa ante el gesto caballeroso

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Campos Elíseos

El dorado había besado casi por inercia a la joven, tenía ese color carmesí en los labios que a él tanto extasiaba, había descubierto en ella lo frágil que era y por primera vez en su vida, sintió la necesidad de estrecharla entre sus brazos sin importarle nada

Sus manos habían cobrado vida casi de la nada, había tomado su máscara con delicadeza, por la barbilla empezó a descubrir el fino rostro y lo acercó a él, cubrió su boca con la suya, besó intensamente a la cobra con un deseo que jamás pensó que pudiera sentir, muy en su pensamiento pensó que la chica rompería el contacto pero se impresionó aún más cuando sintió las pequeñas manos posarse en su pecho

Poco a poco desprendió las solapas del vestido blanco, dejando al descubierto los pechos de la joven, observó con atención cada parte de ellos y sin quitarle la vista de encima la dejó completamente desnuda, la joven sintió pudor ante las intenciones del hombre pero su deseo le insistió que siguiera

Sus pequeñas manos hicieron lo suyo al despojar al griego de su armadura, la muchacha contempló el bien torneado cuerpo del Escorpión, un gesto de deseo inundó su rostro que lo miraba tímidamente

Milo la miró a los ojos como si pidiera autorización mientras que la cobra, le sonrió accediendo a su cuerpo, como si no fuera la primera vez, unidos en la esencia más pura que jamás habían sentido

Conocía a la cobra en batalla, en el entrenamiento e incluso en las pocas veces que la había visto o espiado por que eso era lo que hacía, como una mujer normal que estaba enamorada pero no conocía este lado, esa parte sensual y apasionada que había despertado en el; por primera ves Milo de Escorpión estaba haciendo el amor

Una oleada de placer los invadió, cada gemido arrancado de sus gargantas llegaba a lo profundo de su ser, el muchacho que se sabía conocedor del tema, experimentó sensaciones que juraba jamás haber sentido, incluso con las mujeres más experimentadas que tenía en su lista de conquistas

Seiya había buscado un poco de resguardo del potente sol de aquel día, había visualizado una carpa amplia donde podía descansar un poco, se acercó sigilosamente pero abrió mucho los ojos ante la imagen sin precedentes que estos le mostraron

Milo de Escorpión, el dorado de más codiciado entre las mujeres, se encontraba en pleno acto sexual junto a la joven que él mismo había rechazado, por un momento creyó que no era de su incumbencia pero la curiosidad pudo más que prudencia

Disminuyó su cosmos hasta casi desaparecerlo, pero pensó que no era necesario, ya que la pareja estaba muy entretenida en sus cosas, observó el cuerpo de la joven muy meticulosamente, y por fin en un intento de serenidad, entendió que ella había superado su amor por él : Ahora le pertenecía en cuerpo y alma a Milo de Escorpión

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Olimpo

El hombre daba vueltas en la habitación como si fuese un león enjaulado, caminaba a grandes zancadas por todo el corredor y su esposa sólo lo miraba con curiosidad, como si adivinase con los ojos su próximo paso

-¿Supongo que estas un poco inquieto, no?- incluso la diosa Hera se había mareado de observar como Zeus no paraba de pensar

-Es obvio que no puedo estar tranquilo con todo lo que viene del santuario- su larga barba blanca era acomodada en toda su extensión y vuelta a desordenar

-¿Pero aún no pasa nada o si? - la reina de los dioses lo miró con curiosidad, estaba molesta de todas las amantes de su esposo, en especial de las ninfas

-Pero estoy seguro que pasará cuando Afrodita se tope de frente con Hefestos y será aún peor si Ares está presente- el hombre miró instintivamente a su mujer buscando su reacción

-¿Me estas tratando de decir que mi hijo se está revolcando con la zorra de Afrodita en ese maldito santuario de Athena? - un rubor carmesí cubrió el rostro de Hera e incluso Zeus se intimidó ante ella

-Por eso no quería que te metieras en mis asuntos, tu siempre eres tan visceral- un poco más inquieto se quedó el padre de los dioses cuando se percató de la gravedad de las cosas

Ahora Hera sabía la situación que se vivía en el Santuario y estaba decidida a acabar con los amoríos de Ares y Afrodita, aunque no sabía los detalles del porque Hefesto también se encontraba resguardado ahí

Cautelosamente Zeus se encargó de salir de la habitación dejando tras de si a su encolerizada esposa para pensar detenidamente cuál sería el destino de todo el Santuario

La otra cara de MiloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora