La otra cara de Milo

Un castigo ejemplar

Campos Elíseos

La cobra no entendió las palabras de milo en un primer instante, sus oídos no captaban la magnitud de semejantes palabras, se sentía abrumada y aturdida, por las palabras antes expresadas

-Deja de decir tonterías, estas asustandome con tus bromas- La mujer se plantó frente al dorado y tragó saliva con dificultad

-Puedes creer lo que quieras, yo te he dicho mis sentimientos y de verdad quiero dejar todas mis locuras para sólo quedarme contigo, quiero que tu seas la única en mi vida; no se que me has hecho mujer- con paso firme Milo se acercó a ella y la beso tan apasionadamente que la cobra sintió que la fuerza en sus piernas desapareció

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Olimpo

El espejo carmesí que rodeaba el cuerpo de casi moribundo de Seiya crecía poco a poco y ninguno de los presentes podía hacer nada para evitarlo

La sonrisa burlona de Ares estremeció a todos los caballeros de Athena, la sensual Afrodita estaba a escasos pasos de su amante que se mojaba los labios al mirarla

-Solo te voy a dar una última oportunidad, quiero que me supliques, por la estúpida vida de este hombre-

La sorpresa no se hizo esperar y los murmullos comenzaron a resonar en el campo de entrenamiento, los caballeros dorados estaban incrédulos ante la reacción de Athena, se podía ver el orgullo mancillado en ella, pero la vida de su amado pegaso dependía de esta decisión

-Esta bien, si eso es lo que quieres- la pelipurpura se acercó al hombre y se arrodilló frente a él, soltó un largo suspiro y levantó la mirada

- Te suplico que salves su vida, yo lo... yo lo amo y no puedo permitir que Seiya muera en este coliseo por sus absurdas batallas de celos, él es el hombre que amo y que me ama a mi a pesar de mi condicion de diosa, por favor Ares, salvalo-

La diosa Afrodita la miró con suficiencia, estaba contenta de alejarse por fin de su horrible esposo, quería permanecer en el santuario por más tiempo, podría estar con Ares sin preocuparse por nada pero de pronto, el cielo se oscureció inundandose de poderosos rayos, la hermosa mujer sabía lo que presagiaba esa tormenta

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Campos Elíseos

Por primera ves en mucho tiempo, Shaina se sentía descolocada, no entendía el porque el dorado de la octava casa hacia este tipo de confesiones, llevaban la vida entera peleando por trivialidades, no se soportaban, el se creía superior por ser de rango mayor y ella siempre trataba de humillar su ego, ¿porque ahora le confesaba su amor?

Muy en el fondo, Milo peleaba por una causa justa, sabía que no podía perder el mínimo cariño que había formado en el corazón de la Amazona por un estúpido comentario arrebatado, por primera vez, sentía el calor de un amor inmenso, que no se esfumaba al poseer el cuerpo de la dama, que era primicia conocer más que solo el nombre o numero telefónico de su conquista, estaba conciente que no solo deseaba sexualmente a la cobra, que ella le excitaba los sentidos y se habia robado su corazón, el Escorpión miraba a la joven esperando una respuesta que jamás llegaría.

La joven se dejó caer rendida al piso, sabía que ya no podía seguir empeñada en que no amaba a Milo pero su primer amor era Seiya, lo tenía tatuado en la mente y en el corazón

-Milo... Yo... lo siento-

El caballero de oro se irguió en toda su estatura, con el porte elegante que lo caracterizaba, hizo una reverencia a la joven

-No hay nada que disculpar, siempre supe mi lugar, este es un adiós, amazona de ofiuco- el peliazul estaba destrozado, sabía que ya nada en esta situacion era rescatable y ya no iba a permitir que aquella mujer, un insignificante caballero de plata se burlara de él.

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Coliseo de Entrenamiento

La imponente figura se vislumbraba entre las nubes, de inmediato se sintió en el aire la esencia del padre de todos los dioses, con cierto grado de asombro los caballeros presenciaron como Zeus se mostraba en su forma divina

-¡Padre!- la hermosa Afrodita corrió al encuentro de su padre, quien se notaba serio, sin expresión alguna en su rostro

Al estar a la mínima distancia del hombre, fue recibida con una bofetada que la hizo caer al suelo, la joven se sintió mareada, incrédula ante tal acción, no daba crédito a lo que vieron sus ojos ni al intenso ardor en su delicada mejilla

-Solo tu eres la culpable de estas tonterías, estoy decepcionado de ti- las palabras cayeron sobre ella como un balde de agua fría, de pronto su boca quedó sin saliva y cuál si fuera una lija, su garganta sufrió el paso del liquido casi inexistente

-Padre, lamentó que hayas tenido...- la dura mirada del anciano dejo helada a Saori que dio un paso atrás esperando el mismo tratamiento que su hermana

-No es hora de habladurías, este santuario... la tierra, han sido siempre la nueva manzana de la discordia, creo que no fue buena idea encargarte está mision- la pelipurpura se sintió enormemente ofendida, había hecho su mayor esfuerzo por proteger la enmienda dada por su padre y ahora decía esto

Los caballeros dorados se inclinaron poniendo una rodilla al piso, los demás caballeros hicieron lo propio al ver el comportamiento de sus compañeros de mayor jerarquía

- Ya estoy cansado de esta situación, esto se va a terminar ahora mismo- en un movimiento de su mano, Milo, Shaina y Seiya quedaron inertes en el suelo

-¡Nooooo!- Saori se acercó al cuerpo sin vida de Seiya, acariciaba su rostro y las lágrimas caían humedeciendo las pálidas mejillas del guerrero de bronce

- Ya no causarán más problemas en este lugar y puedes agradecer que no he destruido este estúpido planeta- su fría voz, incómodo a la deidad del santuario, sabía que estaba atada de pies y manos ante él

- Te lo agradezco padre, lamento todos los problemas que sucedieron aqui- el anciano enarcó una ceja, ella sabía perfectamente de lo ocurrido y no hizo nada para detenerlo

-Después ajustaremos las cuentas, Athena- en una enorme y resplandeciente tormenta electrica desapareció dejando tras de sí, a una preocupada Saori